Medicina Criminalistica
ayleen_paz27 de Abril de 2014
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Lesiones por armas de fuego desde
la perspectiva médico-criminalística*
Drs. GABRIEL GARCÍA P.1,2,3, FERNANDA DEICHLER V.3,4, ESTEBAN TORRES E. 4,5
1 Departamento de Cirugía, Pontifi cia Universidad Católica de Chile.
2 Departamento de Medicina Criminalística de la Policía de Investigaciones de Chile.
3 Servicio de Urgencia del Complejo Asistencial Dr. Sótero del Río.
4 Equipo Cirugía Plástica, Hospital Dr. Sótero del Río.
5 Departamento Cirugía, Pontifi cia Universidad Católica.
Santiago, Chile.
Gunshoth wounds. Forensic considerations
Rev. Chilena de Cirugía. Vol 63 - Nº 3, Junio 2011; pág. 327-331
*Recibido el 16 septiembre de 2010 y aceptado para publicación el 12 de diciembre de 2010.
Correspondencia: Dr. Gabriel García P.
Estrella Solitaria 5153, Santiago, Chile.
ggarcia@med.puc.cl
DOCUMENTOS
Dentro de las causas de muerte, los homicidios
han tenido un aumento importante en los últimos
años, siendo las lesiones por armas de fuego responsables
de casi de un tercio. Por esto, es cada vez
más frecuente que los cirujanos de los servicios de
urgencia nos veamos enfrentados a trauma por armas
de fuego. Conocer el trayecto probable del proyectil,
la posibilidad de lesión concomitante por gases,
sospechar la presencia de un taco dentro de la herida,
etc, nos puede orientar en la toma de decisiones
tanto antes como dentro del pabellón. El objetivo de
esta revisión es proporcionar las nociones básicas de
las características de estas lesiones para su correcta
interpretación desde la óptica de la patología quirúrgica,
y para describirlas y conservarlas lo mejor posible
desde el punto de vista de la patología forense.
Chile tiene una tasa de mortalidad por homicidios
que ubica al país en el quinto lugar en América
Latina1. Es preocupante constatar que las tasas han
aumentado signifi cativamente en años recientes. Las
causas más frecuentes de muerte son las lesiones por
arma blanca (39%) y de fuego (28%)1. La mayor
incidencia de heridas por armas de fuego se produce
en barrios de nivel social bajo, los fi nes de semana
y por armas cortas.
Cada vez es más frecuente que los cirujanos nos
veamos enfrentados a trauma por armas de fuego,
por lo que es importante tener nociones básicas de las
características de este tipo de lesiones y sus implicancias
médico legales. Además del valor criminalístico
y forense, reconocer algunas características de las
lesiones por armas de fuego nos permite anticipar las
lesiones que encontraremos en el pabellón y planifi car
la intervención que realizaremos. Siendo los proyectiles
radiopacos, el rol de la radiología es indiscutido2.
Las lesiones por arma de fuego se defi nen como
el conjunto de alteraciones producidas en el organismo
por el efecto de los elementos que integran el
disparo en las armas de fuego. Por su parte, las armas
de fuego se defi nen como aquellos instrumentos
destinados a lanzar violentamente ciertos proyectiles
aprovechando la fuerza expansiva de los gases que
se producen en su interior por defl agración de la
pólvora. Estos proyectiles poseen una gran energía
cinética o fuerza remanente por lo que alcanzan largas
distancias con gran capacidad de penetración3.
Sólo como una aproximación mencionaremos que
los proyectiles de armas cortas poseen velocidades
de alrededor de 350 metros por segundo (m/s) y las
armas largas, de alrededor de 1.000 m/s.
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G. GARCÍA P. y cols.
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Desde el punto de vista médico-quirúrgico, las
heridas por arma de fuego se clasifi can entre las
contusas y se describen como contusiones simples
con solución de continuidad. En las lesiones por armas
de fuego se pueden distinguir tres componentes:
orifi cio de entrada, trayectoria y orifi cio de salida3.
Orifi cio de entrada
El orifi cio de entrada corresponde a una herida
contusa; sus características dependerán del tamaño
de la munición, si está deformada por un impacto
previo, si es proyectil único o múltiple, el ángulo de
incidencia, si atravesó la ropa, etc3.
Se produce por el impacto del proyectil en la piel
donde la presión ejercida supera la resistencia de la
dermis. Es un orifi cio forzado a través de un tejido
elástico, la dermis, lo cual explica que el orifi cio de
entrada sea de menor diámetro que el proyectil que
lo generó, por lo que no puede inferirse el calibre a
partir de éste2,3.
El orifi cio de entrada esta conformado por los
denominados “elementos constantes”: el anillo de
limpieza, el anillo contuso erosivo y la infi ltración
sanguínea. Además de otros elementos que no son
constantes: el halo carbonoso, el tatuaje y la quemadura.
La presencia de los segundos dependerá
de la distancia del disparo y si hay interposición de
ropa u otros elementos entre el arma y la piel de la
víctima6.
El anillo de limpieza es el primero de adentro
hacia afuera; se produce porque el material que va
agregado a la superfi cie del proyectil (restos de lubricante,
partículas metálicas, productos de la defl agración
de la pólvora, restos de tela, etc) queda retenido
en la zona más angosta del cono de presión4. Es
menos evidente cuando el proyectil atraviesa ropa u
otros elementos donde un porcentaje del material de
superfi cie queda retenidos en ellos3.
El anillo contuso erosivo corresponde a una zona
de dermis expuesta; producto del roce del proyectil
contra la piel determinando la pérdida de la epidermis
en el cono de presión. Es el segundo de adentro
hacia fuera; su forma y simetría dependerá del ángulo
de incidencia del proyectil respecto de la piel, lo
cual nos orientará respecto de la trayectoria probable
dentro del cuerpo (Figura 1)5.
El trauma causado a los tejidos por el proyectil
determina una infi ltración sanguínea periférica al
orifi cio de entrada, por ruptura de los vasos capilares
de la dermis. La condición necesaria para que se
produzca esto es que exista circulación de la sangre
al momento del disparo, es decir, que la víctima
haya estado con vida6.
El halo carbonoso (falso tatuaje o ahumamiento)
corresponde fundamentalmente al depósito de los
elementos de defl agración de la pólvora alrededor
del orifi cio de entrada (Figura 2). Es susceptible de
ser removido con el aseo de la piel. Puede quedar
retenido parcial o totalmente por las vestimentas de
la víctima. Si la distancia del disparo es mínima, o
con apoyo del cañón contra la piel, no se producirá,
ya que el material que lo compone ingresará a través
del orifi cio de entrada hacia los planos profundos,
pudiendo verse, ocasionalmente, en el interior de
la herida2. Si la distancia es demasiado grande, los
elementos de la defl agración se dispersarán en el
aire, por lo que no existirá el halo3.
El tatuaje se produce por la incrustación, en la
piel, de granos de pólvora incompletamente combustionados
y partículas metálicas (Figura 3)2. Al
quedar incrustados en el espesor de la piel, no son
susceptibles de ser removidos con en lavado de ésta.
Figura 1. Anillo de limpieza, anillo contuso erosivo e
infi ltración sanguínea.
Figura 2. Halo carbonoso.
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LESIONES POR ARMAS DE FUEGO DESDE LA PERSPECTIVA MÉDICO-CRIMINALÍSTICA
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Figura 3. Tatuaje. Figura 4. Lesión estrellada.
Rigen las mismas consideraciones que para el halo
carbonoso respecto de la distancia del disparo6.
El fogonazo que sale por la boca del cañón producirá
una quemadura; su fugacidad impide que sea
relevante en la piel. Puede incluir piel, vello y cabello.
También puede incluir estructuras profundas si
el disparo ha sido hecho a corta distancia, y la vestimenta
que estuviere interpuesta entre este y la piel6.
Cuando el disparo es realizado a corta distancia o
con apoyo del cañón, es importante considerar si es
una zona donde la piel se encuentra sobre un plano
óseo, ya que se presentarán características especiales:
lesión de Hoffman, lesión estrellada, signo de
Benassi e impresión del cañón en la piel.
El “cuarto de mina” o lesión de Hoffman corresponde
a un bolsillo entre la piel y el hueso;
producido por la expansión brusca del chorro de gas
comprimido posterior al disparo6.
La falta de distensibilidad del plano óseo causa
una salida explosiva de los gases hacia el exterior
por el orifi cio de entrada, produciendo desgarros radiales
de los bordes de la piel, resultando una lesión
“estrellada” (Figura 4)2,3,6.
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