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Osteologia


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2013  •  7.109 Palabras (29 Páginas)  •  509 Visitas

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La osteología

Se ocupa del estudio de los huesos, órganos blanquecinos, duros y resistentes, cuyo conjunto constituye el esqueleto. Situados en medio de las partes blandas, sirven a éstas de apoyo y aun a veces presentan cavidades, más o menos profundas, para alojarlas y protegerlas.

El esqueleto humano se compone esencialmente de una larga columna, la columna vertebral, colocada verticalmente en la linea media. Esta columna, en su extremidad superior, sostiene el cráneo. Su extremidad inferior se atenúa y se afila para formar el sacro y el cóccix, rudimento-de la cola de los animales. De la parte media de la columna se desprenden lateralmente una serie regular de arcos óseos, las costillas, que vienen a articularse en la parte anterior en otra columna, la columna esternebral o esternón. Las costillias, junto con las dos columnas vertebral y esternebral, circunscriben un vasto espacio abierto por ambos extremos, el tórax. Por último, en la parte superior del tórax, de una parte, y en la parte inferior de la columna vertebral, de otra, se hallan implantados simétrica¬mente a cada lado los dos pares de miembros: los miembros superiores o torácicos y los miembros inferiores o pélvicos.

La osteogénesis u osteogenia imperfecta (OI) es una enfermedad congénita, lo que quiere decir que está presente al nacer. Con frecuencia es causada por un defecto en un gen que produce el colágeno tipo 1, un pilar fundamental del hueso. Existen muchos defectos diferentes que pueden afectar este gen y la gravedad de esta enfermedad depende del defecto específico de dicho gen.

La osteogénesis imperfecta es una enfermedad autosómica dominante, lo que quiere decir que usted la padecerá si tiene una copia del gen. La mayoría de los casos de OI se heredan de uno de los padres, aunque algunos casos son el resultado de nuevas mutaciones genéticas. Una persona con osteogénesis imperfecta tiene un 50% de posibilidades de transmitirle el gen y la enfermedad a sus hijos.

Cuando somos apenas unos embriones dentro del útero materno los cartílagos se encargan de sostener a nuestro cuerpo. Posteriormente, sobre este se va depositando calcio y otras sales que le dan consistencia, transformando el cartílago en hueso. Este proceso se llama osificación.

Después de nacer, la mayor parte del cartílago se ha transformado en hueso y solo sigue presente en los extremos de este. Es este cartílago, denominado cartílago de crecimiento, el que continúa formando hueso, permitiendo que este vaya creciendo y alargándose.

Cuando dejamos de crecer, alrededor de los veinte años, el cartílago de crecimiento desaparece, quedando completamente osificado. Esa es la razón de por qué disminuye la cantidad de huesos, 350 cuando nacemos, a 206 cuando somos adultos.

En la edad adulta, solo tenemos cartílago, con su característica consistencia blanda, en algunas partes. Es el caso de las orejas y la punta de la nariz.

En el hueso hay dos tipos de células. Unas llamadas osteoblastos, que depositan el calcio en los huesos. Las otras son los osteoclastos, que reabsorben el calcio.

Cuando se está formando el hueso, dominan los osteoblastos, aunque también funcionan los osteoclastos, que al reabsorber el calcio impiden que el hueso aumente su grosor en forma excesiva.

El calcio que se necesita para formar el hueso viene en los alimentos, y especialmente en la leche. Por esto es sumamente importante tomar mucha leche durante toda la etapa del crecimiento.

El calcio y los osteoblastos son también muy necesarios cuando un hueso se quiebra (se fractura), ya que se debe formar tejido óseo nuevo para que el hueso se repare.

Cuando envejecemos, los huesos van perdiendo calcio porque los osteoclastos comienzan a dominar. Los huesos se vuelven más frágiles y se hacen quebradizos. Este proceso se llama osteoporosis y es propio de los ancianos y especialmente de las mujeres. Desgraciadamente, en esta etapa ya es muy difícil que se vuelva a depositar calcio, por lo que los huesos permanecen débiles. La única forma de prevenir la osteoporosis es acumular suficiente calcio durante los años de juventud. Esta es otra razón para seguir tomando leche.

Mirando al interior de los huesos

Los huesos están constituidos por el tejido óseo y la médula.

El tejido óseo rodea o envuelve a la médula, que está en el centro, y tiene dos consistencias. La capa externa es densa y dura, por lo que se llama tejido compacto, la cual está recubierta por una membrana llamada periostio. Más al interior, el tejido óseo se hace poroso y está formado por laminillas muy finas que asemejan una red. Esta zona se denomina tejido esponjoso.

Al centro de los huesos, y en mayor cantidad al interior del esternón, está la médula, la cavidad donde se forman las células de la sangre: los glóbulos rojos o eritrocitos, los glóbulos blancos o leucocitos y las plaquetas, que derivan de los megacariocitos.

El tejido conjuntivo presenta diversos tipos de células separadas por abundante materia itercelular sintetizadas por ellas.

Está conformado por:

1. Fibras conjuntivas (colágena, elástica y reticular).

2. Sustancia fundamental amorfa y

3. Plasma intersticial.

La mayor parte del agua extracelular está formando solución con macromoléculas de proteínas y glucosaminoglicanos.

Función: Sostén, relleno, defensa y nutrición.

Las cápsulas que revisten los órganos y la malla tridimensional interna que soporta sus células están constituidas por tejido conjuntivo. Así también los tendones, ligamentos y el tejido aerolar que llena los espacios entre los órganos.

El tejido óseo y cartilaginoso, son variedades del tejido conjuntivo. Contribuye a la defensa del organismo por poseer células fagocitarias y células productoras de anticuerpos.

Esta íntimamente asociado con los vasos sanguíneos, está directamente involucrado en la nutrición. Tanto las sustancias nutritivas transportadas por la sangre como los productos de desecho del metabolismo que son conducidos a los órganos de eliminación atraviesan el conjuntivo que envuelve a los capilares.

Se origina del mesénquima, que es un tejido embrionario que posee células con prolongaciones sumergidas en abundante sustancia intercelular poco amorfa. Deriva del mesodermo y se propaga por el interior del embrión envolviendo los

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