Preparacion Y Montaje D Esqueletos
zolanch9210 de Marzo de 2013
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Preparación y montaje de esqueletos
Antes de preparar un cráneo, o esqueleto completo, debes cerciorarte de que el ejemplar en cuestión reúna las condiciones óptimas para ser conservado, es decir, sin ninguna parte rota o carcomida. Debes escoger animales preferentemente enjutos de carnes y con poco tejido adiposo. En caso contrario, te encontrarás con que ios huesos estarán revestidos de grasa y deberás eliminarla, cosa que no siempre se consigue con resultado satisfactorio.
Maceración
Después de haber extraído todas las vísceras y demás partes carnosas, procede a preparar el esqueleto limpiándolo en un recipiente por el que circule el agua y provisto de una salida por donde salgan las materias que se desprendan de los huesos. Debes tener cuidado de no confundir los huesos. Para ello, los colocarás en bolsas especiales de diferentes tipos.
Este tipo de operación produce, naturalmente, olores desagradables, por lo que es conveniente llevarla a cabo al aire libre.
Blanqueo de huesos
Terminada la maceración, te dedicarás al blanqueo de los huesos, para lo que existen multitud de procedimientos. El más fácil de éstos consiste en bañar la osamenta en agua oxigenada de diez volúmenes, por espacio de cuarenta y ocho horas. Luego se someten a la acción del sol hasta que queden totalmente secos. Puedes utilizar también la solución de macerado y blanqueo conjunto, la cual comporta los siguientes elementos:
Carbonato de sosa 125 g
Cal viva 30 g
Agua en ebullición 2,5 1
Para su preparación, disuelve la sosa en agua y úneles la cal. Debes dejar los huesos en esta solución durante una o dos semanas. Cuando empiecen a blanquear, hazios hervir un cuarto de hora en el mismo líquido, lavándolos luego on agua y dejándolos secar. No debes utilizar nunca para el blanqueo, la lejía o los preparados compuestos de cloro pues dejarían los huesos porosos. Para el montaje del esqueleto, te será muy útil disponer de una lámina con la disposición adecuada de los huesos.
Montaje
Como te hemos dicho, durante el proceso de maceración deberás mantener un estrecho control sobre los huesos para poder reconocerlos en el montaje.
Empezarás el montaje con la unión de las piezas que componen las extremidades anteriores, prosiguiendo con las extremidades posteriores y la columna vertebral. Para ello tomarás un alambre de hierro galvanizado, el cual harás pasar por el interior del hueso en toda su longitud. Esta operación te será fácil en la columna vertebral, puesto que el alambre puede pasar sin dificultad por el hueco de la médula dorsal. En los demás huesos, te será necesario perforar sus cabezas con un taladro eléctrico o con una aguja enmangada, en el supuesto de que el hueso sea de muy pequeño tamaño. Una vez hayas alambrado el esqueleto, procede a fijar las articulaciones en la posición que más te guste. El alambre que utilices debe tener la consistencia necesaria para soportar el peso continuado del esqueleto pero sin que éste se deforme. Las extremidades posteriores debes alambrarlas firmemente pues constituyen el sostén del resto del cuerpo. Fíjalas con seguridad en la peana que debe servir de base. Sujeta luego la caja torácica a las piernas, torciendo el alambre o pegándola con goma celulósica transparente. Todos los elementos que constituyen la caja (costillas, vértebras, cintura pelviana...) deberás haberlos alambrado con anterioridad.
Ya sólo te queda montar las extremidades anteriores y el cráneo. Debes hacerlo de la misma manera, es decir, utilizando alambre o goma celulósica. Una vez terminado el montaje del esqueleto, pega todos aquellos huesecitos que por su tamaño hayan quedado sueltos. El proceso que debes seguir con los mamíferos es exactamente igual, salvo que debes pegar en la peana las extremidades anteriores y las
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