Salud
mimi1848Informe26 de Septiembre de 2014
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"Me llamo Rigoberta Menchú y así nació mi conciencia". Fue la fra- se con la que esta indígena guatemalteca tituló la historia de su vida. Una historia que conmovió al mundo y dio inicio a una acción social y política que ha convertido a esta mujer en el espíritu vivo de los pueblos indígenas latinoamericanos.
Su voz vino desde la exclusión y narró una dramática historia de opresión y de confrontaciones en la que cayeron cinco de sus más cercanos familiares.
Era la historia secreta de cuarenta años de violencia rural en Guate- mala, desde los tiempos en que un ejército de oficiales, fieles a las empresas bananeras norteamericanas, arrojaron del Gobierno al iz- quierdista Arbens e instalaron un régimen militar represivo, abierto en momentos y disfrazado de democracia en otros.
Fueron treinta y dos años durante los que la represión provocó alre- dedor de ciento cincuenta mil víctimas, la mayoría campesinos. Hasta hoy, nada está claro en Guatemala y las nacionalidades indias siguen denunciando la persecución, con su premio Nobel, Rigoberta Menchú, a la cabeza.
Rigoberta Menchú Tum nació en Chimel, un pueblito maya-quiché del interior, en San Miguel de Uspantán, en 1959. Hija de un campe- sino, fue testigo de la muerte por efecto de pesticidas de un hermano; otro falleció por desnutrición y un tercero, de 16 años, cayó víctima
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de terratenientes cafeteros que querían despojar a los indígenas de sus terrenos. Su madre fue violada y torturada por los soldados hasta morir.
Estos crímenes, junto con la actuación social de su padre, Vicente Menchú, y de numerosos vecinos del barrio, constituyeron el primer motivo de concienciación social por parte de Rigoberta.
En 1980 su padre murió carbonizado en la Embajada de España en Guatemala, durante el asalto policial perpetrado contra esa sede di- plomática. Ese mismo año, Rigoberta dirigió a ochenta mil manifes- tantes y estuvo a punto de morir en su huelga de hambre.
Fue entonces cuando se comprometió de lleno con la lucha, denuncia y reivindicación de los derechos humanos de la población guatemal- teca y en especial de los pueblos indígenas, decisión que le costó numerosas amenazas y persecuciones, y finalmente el exilio, en 1981.
En 1982 se convirtió en la primera indígena en participar en la for- mación del Grupo de Trabajo sobre poblaciones Indígenas en la ONU, y en 1983, publicó su libro autobiográfico. En 1992, año en que se recordaron los 500 años de presencia española en América, le fue concedido el premio Nobel de la Paz por su trabajo en favor de la justicia social y la reconciliación entre los diferentes grupos étnicos de Guatemala.
Con el dinero del premio creó una fundación, establecida en México, para apoyar a los pueblos indígenas del continente. En 1993 retornó a su país y un año más tarde, se firmó la paz entre el Gobierno y los rebeldes, una paz que todavía acarrea interrogantes. (JP)
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ASI
ME NACIÓ LA COCIENCIA
EL CÁLIZ
Entonces, me llamaron. La comida que me dieron era un poquito de fríjol con unas tortillas bien tiesas. Tenían un perro en la casa. Un perro bien gordo, bien lindo, blanco. Cuando vi que la sirvienta sacó la comida del perro. Iban pedazos de carne, arroz, cosas así que co- mieron los señores. Y a mí me dieron un poquito de fríjol y unas tor- tillas tiesas. A mí eso me dolía mucho, mucho, que el perro habría comido muy bien y que yo no merecía la comida que mereció el pe- rro...
Desde el primer momento le amarraron las manos atrás, y empezaron a empujar a puros culatazos. Caía mi hermano, no podía defender la cara. Inmediatamente, lo que primero empezó a sangrar fue la cara de mi hermanito. Lo llevaron por los montes donde había piedras, tron- cos de árboles. Caminó como dos kilómetros a puros culatazos,
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