Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la educación y la cultura
luzmarkjPráctica o problema12 de Octubre de 2014
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Simón Bolívar y José Martí, una mirada a sus ideas sobre la educación y la cultura
Enviado por Ramiro Ramírez García
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Partes: 1, 2
José Martí escribió en el año 1889, en New York, la revista para niños "La Edad de Oro". En el primer número de esa revista incluyó el artículo titulado "Tres héroes", dedicado a la memoria de tres grandes hombres de América, son ellos: Miguel Hidalgo, José de San Martín y Simón Bolívar. Aludiendo a impresiones personales de cuando en 1881, llegó a Venezuela procedente de los Estados Unidos, escribió: "Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba a donde estaba la estatua de Bolívar"[1]. El artículo expresa la gran admiración que sintió Martí por el héroe latinoamericano.
En otros textos también Martí ofreció elocuentes valoraciones[2]sobre Bolívar que lo sitúan como "Padre" y "hombre solar a quien no concibe la imaginación sino cabalgando en carrera frenética, con la cabeza rayana en las nubes, sobre caballo de fuego, asido del rayo, sembrando naciones…[3]. Ello expresa una percepción que entremezcla al hombre, el mito y la historia en un concepto mayor: el carácter telúrico de la historia latinoamericana.
Las impresiones aquí anotadas nos llevan a preguntarnos por qué hubo de despertar tan profunda admiración la obra y el ejemplo de Simón Bolívar en José Martí.
Para su formación Bolívar contó con la influencia del magisterio ejemplar de Manuel Sanz y Andrés Bello, pero fue decididamente Simón Rodríguez "El Sócrates de Caracas", quien más influyó en su formación. "Yo he seguido el sendero que usted me señaló. Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso"[4] le decía a su admirado maestro.
El pensamiento y la obra de Bolívar están anclados en el humanismo. Dicha postura le permite establecer una identificación raigal con el mejoramiento del hombre de estas tierras, ese "pequeño género humano" expoliado y alienado por la práctica de la cultura de la dependencia por parte del colonizador. Su formación cultural e ideales políticos llevan como propósito la transformación radical de tal situación.
Simón Bolívar tuvo acceso a lo mejor de la herencia política, filosófica y literaria de la cultura occidental de su tiempo. Hubo de ser Bolívar un hombre cosmopolita, de amplia cultura, ancestralmente iluminista, al igual que su maestro Rodríguez. Los hombres que iniciaron nuestras gestas de independencia como máxima general actuaron bajo el signo de la ilustración; por ello los funcionarios aduanales metropolitanos en las colonias de ultramar hurgaban en las cajas, más ansiosos de confiscar libros que armas. No podía ser de otro modo pues la fórmula sobre la que descansó el dominio del poder colonial en América, estuvo centrado en el oscurantismo y la ignorancia que trae consigo la práctica del consabido escolasticismo retrasante. Los colonizadores utilizaron como recurso la aculturación y la educación diferenciadamente en lugares de gran densidad de población y organización social como México y Perú y en otros lugares donde se les prestó franca resistencia como los araucanos.
El 15 de febrero de 1819 en el discurso de Angostura, Bolívar sentenció: "Unido el pueblo americano al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de tan perniciosos maestros las lecciones que hemos recibido, y los ejemplos que hemos recibido, y los ejemplos que hemos estudiado son los más destructores. Por el engaño se nos ha dominado más que por la fuerza; y por el vicio se nos ha degradado más bien que por la superstición. La esclavitud es la hija de las tinieblas; un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción…"[5]
Tal concepción refleja el estado de cosas que imperaba en América Latina. La Iglesia jugó un importante papel en la colonización en el continente siendo una fuerte aliada del poder. Las estructuras de gobierno establecidas por nuestras metrópolis se valieron de la coartada espiritual que le brindaba la Iglesia para mantener el status en estos países.
A la sombra de los claustros, se practicaba la formación del hombre por vías de la memorización mecánica de estériles latines; y el castigo corporal estaba perfectamente reglado. Imperaba el principio de magíster dixit obstruyendo todo tipo de desarrollo de las individualidades, facilitando la obediencia ciega y el temor de Dios. No existían estudios científicos en esta parte del mundo y los planes de estudio evitaban el vínculo con la vida práctica. La entrada a los centros de enseñanza se mantuvo como un privilegio de élite, una exclusividad de la que se sirvió mayoritariamente la clase gobernante. Como consecuencia, el analfabetismo alcanzó parámetros que sobrepasó el 90% de la población de las colonias. De tal práctica obtenía un individuo ignorante y la mayoría de las veces, obediente.
En la época colonial la educación y la cultura fueron fiel reflejo de la sociedad en que se enmarcaba, permaneció aristocrática, dirigida a los españoles, criollos y mestizos con posesiones. "… la sociedad blanca (en las colonias) trataba de edificarse sobre los mismos valores y pautas que la española europea: importancia de los títulos, honores y jerarquías, desprecio por el trabajo manual…" [6]Se creaba una sociedad segregacionista erigida sobre pilares de ignorancia. En ese orden de cosas, el Libertador valoró a la ignorancia como una de las peores calamidades de una sociedad. La ignorancia sume a los hombres en la cultura de la dependencia, el desarraigo, la degradación y la maldad. "La instrucción es una felicidad de la vida –apuntó Bolívar en carta dirigida a su hermana María Antonia, desde Lima el 25 de abril de 1825- y el ignorante está próximo a revolverse en el lodo de las tinieblas y la servidumbre." [7]
De acuerdo a tal situación es comprensible que el Libertador consideró la instrucción como algo muy necesario en la formación del hombre. De aquí que en su concepto del papel reformador de costumbres de los pueblos que deben jugar los gobiernos, considere un punto esencial la educación pública. En su ya citado Discurso de Angostura, expresó: "La educación popular debe ser el cuidado primogénito del almapaternal del Congreso. Moral y luces son los dos polos de una República, moral y luces son nuestras primeras necesidades." [8]
Para Bolívar la educación popular era una necesidad elemental para el desarrollo de toda la nación y especialmente en nuestras tierras americanas. Se necesitan; luces, conocimientos, ciencia, sabiduría y entendimiento; y moral, virtud y decoro que expresen en el hombre una conducta civilizada en oposición a los prejuicios y la corrupción establecida por siglos. El Libertador estableció una relación directa entre el nivel de desarrollo de la educación y la grandeza nacional.
"La nación será sabia, virtuosa, guerrera, si los principios de la educación son sabios, virtuosos y militares; ella será imbécil, supersticiosa, afeminada y fanática si se cría en la escuela de los errores. Por esto es que las sociedades han puesto siempre a la educación entre las bases de sus instituciones políticas. Véase La República de Platón. ¿Mas para qué hemos de examinar teorías? Véase Atenas, la madre de lasciencias y de las artes; a Roma la señora del mundo; a la virtuosa e invencible Esparta, a la República de los Estados Unidos, el trono de la libertad y el asilo de las virtudes. ¿De donde sacaron lo que han sido y que son? En efecto, las naciones marchan hacia el término de su grandeza con el mismo paso con el que camina la educación. Ellos vuelan si ella vuela; retrogradan, si retrograda; se precipitan y se hunden en la oscuridad, si se corrompe o absolutamente se abandona". [9]
Esta convicción sustenta la base de la obra realizada por el Libertador a favor de la educación, pues esto, significa avance, desarrollo y civilismo en tierras donde el despotismo y las vejaciones al derecho del hombre natural habían sido práctica común desde el mismo inicio de la conquista del continente, por ello estableció varios decretos, apéndices y disposiciones legales encaminadas a legitimar los derechos de lapoblación indígena [10]a estimular el derecho y el desarrollo de la educación pública. [11]
A nuestro juicio, uno de los decretos más importantes en materia educacional, de los emitidos por el Libertador, fue el establecido el 11 de diciembre de 1825 en Chuquisaca, donde determinó la necesidad de establecer con carácter urgente la educación popular, su uniformidad y generalidad, bajo el control estatal cuidando la formación y la moralidad de los ciudadanos.
Esta concepción confía un gran peso de responsabilidades morigerantes a la educación en una región plagada de grandes diferencias sociales, oscurantismo y subdesarrollo; ello también evidencia su filiación iluminista.
Como parte de su concepción sobre la educación y la cultura, el Libertador reconoció con carácter de prioridad la necesidad de introducir y divulgar en América la ciencia y la técnica como medios efectivos de impulsar la paz y el progreso. En carta fechada en Lima, el 20 de febrero de 1826, le escribe al Rector de la Universidad de Caracas: "... después de aliviar a los que aún sufren por la guerra, nada puede interesarme
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