Sistema Sexual Humano
solitariapormi4 de Octubre de 2013
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PARTE II. SISTEMA SEXUAL HUMANO.
FUNCIONES DEL SISTEMA ENDOCRINO
La maduración sexual y la reproducción, al igual que el deseo y la función sexuales se encuentran de modo primordial bajo el control de las glándulas del sistema endocrino. Tales estructuras se llaman glándulas endocrinas o glándulas de secreción interna. Sus productos, conocidos como hormonas, no son secretados sobre la superficie del cuerpo por medio de conductos como la saliva y el sudor, por ejemplo, sino que penetran de modo directo a la circulación de la sangre, sin la ayuda de conductos ni orificios. Las hormonas son mensajeros químicos que llevan información a órganos específicos, los cuales son sensibles a su acción.
Hay seis glándulas de secreción interna, a saber: la hipófisis, la tiroides, la paratiroides, el páncreas, las suprarrenales y las gónadas. Estas últimas son los testículos en el hombre y los ovarios en la mujer. A pesar de los vestigios de secreción vertida en la circulación sanguínea, las hormonas tienen efectos profundos sobre el cuerpo en su totalidad, o sobre alguna función muy específica del mismo. Las concentraciones hormonales se mantienen por medio de diversos sistemas sensitivos de control, llamados sistemas de retroalimentación o biofeedback. Gracias a su secreción en la orina, la concentración de estos sistemas en la sangre circulante tienden a mantenerse dentro de límites estables, aunque puede haber etapas de cambios notables en períodos muy breves (Schwartz y colaboradores, 1980).
El encéfalo ejerce por igual una influencia vital sobre la función o disfunción de las emociones humanas y del comportamiento sexual.
El hipotálamo, que forma parte del cerebro, también funciona como glándula, ya que produce hormonas.
La corteza cerebral controla funciones superiores, como son el pensamiento, la memoria, la cognición y la ideación. De manera adicional, regula el impulso y la acción motoras, y en particular el comportamiento voluntario. Por lo general, mientras más elevada sea la especie animal, menor será su dependencia con respecto a secuencias rígidas y estereotipadas, que son producto de influencias hormonales.
El hipotálamo se encuentra arriba de la hipófisis y es coordinador de comportamientos como el alimentario, el sexual y el agresivo. Funciona como dispositivo biológico de sincronización e interactúa con el sistema endocrino, vigila y controla el inicio de la pubertad, de los ciclos de fertilidad y del apetito sexual. La estimulación hormonal o eléctrica del hipotálamo, ya sea natural o artificial, tiene un impacto enorme sobre las reacciones emocionales, lo que incluye a la respuesta sexual. Este órgano es esencial, por tanto, para una vida sexual bien ordenada y satisfactoria (Barclay, 1971a).
DESARROLLO TEMPRANO DE LOS ÓRGANOS SEXUALES MASCULINOS Y FEMENINOS.
En la vida fetal temprana, la presencia de hormonas produce la diferenciación de las diversas estructuras del embrión, que van a dar origen a los órganos sexuales pélvicos internos y externos tanto en el producto XX como en el XY. Durante la pubertad, otras hormonas son las que ocasionan que el individuo madure en el aspecto sexual y esté capacitado para funcionar en ese mismo sentido.
A pesar de lo que mucha gente cree, los hombres y las mujeres no son criaturas con grandes diferencias. Incluso, los sistemas sexuales en que radican las diferencias primarias entre hombre y mujer, son bastante semejantes. Desde el desarrollo embrionario hasta las etapas finales del desarrollo fetal del ser humano, hay una notoria semejanza en la estructura y la función de los sistemas sexuales. Los órganos sexuales completamente desarrollados del hombre adulto y de la mujer adulta provienen de estructuras homologas en lo biológico, pero modificadas, y tienen funciones complementarias. De hecho, los conceptos de un hombre y una mujer típicos reflejan más bien una actitud cultural que un fenómeno anatómico.
El desarrollo del sistema sexual en el ser humano es bastante complicado. Los órganos sexuales de ambos sexos se originan de la misma estructura anatómica de masas celulares. En los primeros días de la etapa embrionaria, las primeras siete semanas siguientes a la concepción, el sistema urogenital parece ser sólo un engrosamiento genital indiferenciado de la cavidad del cuerpo embrionario sobre el epitelio (capa externa posterior). La diferenciación entre hombre y mujer resulta de las señales hormonales iniciadas por el patrón cromosómico especial, establecido en el embrión durante la concepción.
Aunque todo óvulo producido por una mujer contiene sólo un cromosoma X, cada espermatozoide producido por un hombre contiene un cromosoma X (femenino) o uno Y (masculino). Los espermatozoides con cromosomas X o Y se producen e cantidades iguales. De aproximadamente 200 millones de espermatozoides contenidos en una eyaculación promedio, sólo uno penetra al óvulo y lo fertiliza. Si un espermatozoide que contiene el cromosoma X fertiliza al óvulo, se concebirá un embrión XX, es decir, una niña; si un espermatozoide que porta un cromosoma Y es el que fertiliza al óvulo, se concebirá un embrión XY, es decir, un varón. Así, la célula germinal masculina es la que determina el sexo del producto.
DESARROLLO DE LAS GÓNADAS.
A partir de la séptima semana de gestación, las gónodas empiezan a adquirir las características sexuales. El sistema de órganos sexuales temprano es similar, en ambos sexos y, en principio, todos los embriones humanos son bisexuales en potencia. Este periodo se conoce como etapa indiferenciada de los órganos sexuales.
Las gónadas tienen tres orígenes, a saber: epitelio celómico, mesénquima subyacente y células germínales primordiales.
En cuanto a las gónadas indiferentes, los primeros indicios del desarrollo de las mismas aparecen hacia la quinta semana, cuando en el área engrosada del epitelio celómico en la superficie del reborde urogenital se forma el epitelio germinal. La proliferación de células de este epitelio y del mesénquima subyacente forman lo que se denomina reborde gonadal. Entonces, la gónada está formada por una corteza externa y una médula interna. En los embriones XX la corteza se diferencia en ovario y la médula experimenta regresión. En los embriones XY la médula se diferencia en testículo y la corteza sufre regresiones.
DESARROLLO DE LOS ÓRGANOS SEXUALES INTERNOS.
La mayor parte de las estructuras en el sistema generador embrionario desaparecen, degeneran o son reemplazadas por nuevas estructuras, mucho antes que termine la vida fetal (figura 3-1). Todos los embriones desarrollan dos pares de conductos genitales en ambos sexos: Los conductos mesonéfricos, o de Wolff, y los conductos paramesonéfricos, o de Müller.
Desarrollo de los conductos mesonefricos o de Wolff: Para que estos conductos se desarrollen necesita que los testículos fetales produzcan por menos dos hormonas: 1) Una que inhiba el desarrollo de los conductos de Müller, llamada sustancia Jost, y 2) otra que estimule el desarrollo de los conductos de Wolff, es decir, la testosterona, la cual tiene que ser interceptada por la proteína citosólica nuclear receptora de andrógenos (determinada genéticamente). Para actuar sobre los conductos antes mencionados, los conductos mesonéfrieos o de Wolff van a dar origen al epididimo, el conducto deferente, la vesícula seminal y el conducto eyaculatorio.
Desarrollo de los conductos paramesonéfricos o de Müller: En embriones provistos de ovarios, los conductos mesonéfricos sufren regresión al no haber andrógenos que los estimulen, y los conductos paramesonéfricos se desarrollan para dar origen a las trompas uterinas, el útero y el tercio posterior de la vagina. Por tanto, todos los mamíferos en la vida embrionaria son bipotenciales, ya que poseen ambos tipos de conductos.
DESARROLLO DE LOS ÓRGANOS SEXUALES EXTERNOS.
Los órganos sexuales externos pasan también por una etapa en la que no es posible distinguirlos como masculinos o femeninos (figura 3-2). A partir de la cuarta semana se desarrolla un tubérculo genital. Pronto aparecen a cada lado de esta membrana, tumefacciones labioescrotales y pliegues urogenitales. Los órganos sexuales externos de varones y mujeres se ven muy semejantes hasta el final de la novena semana. La forma final no se establece sino hasta la décimosegunda semana.
Desarrollo de ios órganos sexuales pélvicos externos masculinos: La masculinización de los órganos sexuales externos indiferentes se provoca a partir de los andrógenos producidos por los testículos fetales. La testosterona se transforma en dihidrotestosterona, por la cinco alfa reductasa (determinada genéticamente). La dihidrotestosterona, al actuar sobre el tubérculo genital lo transforma en el pene, y al actuar sobre los pliegues urogenitales los transforma en la uretra peneana y la parte ventral del pene; al actuar sobre las tumefacciones labioescrotales las transforman en el escroto.
Desarrollo de los órganos sexuales pélvicos externos femeninos: Los órganos sexuales externos femeninos son menos complicados y, no obstante, se desarrollan con mayor lentitud que los genitales masculinos. A falta de andrógenos ocurre la feminización de los órganos sexuales externos indiferentes. El tubérculo genital va a dar origen al clitoris, los pliegues urogenitales se transformarán en los labios menores y las tumefacciones labioescrotales darán origen al monte de Venus y los labios mayores.
Vulva, es el nombre colectivo que se emplea para denominar al conjunto de órganos sexuales femeninos externos, al igual que el término pudendo.
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