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Sistemas O Modos Economicos De Produccion

972414 de Septiembre de 2014

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Tras la crisis de 1973 los países del Tercer Mundo se industrializan gracias a la política de desconcentración productiva de las grandes multinacionales; que buscan en los países y los trabajadores del Tercer Mundo condiciones más ventajosas: para las empresas, de contratación de la fuerza de trabajo, impuestos, etc. Esto implica la total desarticulación de la economía tradicional, ya que las nuevas industrias atraen a parte de la población activa y la convierte en proletariado industrial, ajeno y desvinculado de la economía tradicional del país.

Otra, es el intercambio desigual de las mercancías. Ellos producen materias primas y compran productos elaborados de alto valor añadido. Esta situación está cambiando con la nueva industrialización de los países del Tercer Mundo, aunque no son ellos quienes se llevan los beneficios.

Según esto, existen unas características tópicas de lo que es un país subdesarrollado: insuficiencia alimentaria,déficit social, analfabetismo, recursos desatendidos o derrochados, elevado porcentaje de agricultores, escasez de clase media consumista, incompetencia industrial, hipertrofia del sector terciario, bajo PIB, desempleo, subempleo y trabajo infantil, subordinación económica, desigualdades sociales internas acusadas, crecimiento demográfico, persistencia de la miseria, etc. Todas estas características son valoradas comparativamente con los países desarrollados. Pero esta concepción de lo que es un país subdesarrollado ha quedado desfasada, ya que se han desarrollado unos procesos de industrialización, alfabetización, caída del crecimiento demográfico de la población, y de descenso de la producción y la productividad agrícola, que hacen temblar estos criterios.

En realidad, estas características de los países subdesarrollados son los efectos que una economía subdesarrollada produce en una población, no las causas. Son fruto de la desigualdad intrínseca que introduce el sistema capitalista, que tiende a acumular capital en unos países detrayéndolos de otros.

Si analizamos atentamente las sociedades de los países capitalistas podemos encontrar grupos de población que tienen las mismas características que las de los países subdesarrollados, es el llamado cuarto mundo, la única diferencia es que en los países del Tercer Mundo esta población adquiere el carácter de endémica, ya que están alejados del centro capitalista, y que tienen unos canales de distribución de la riqueza malos y escasos.

Principales países subdesarrollados

Los principales países subdesarrollados se hallan localizados en su gran mayoría en África, como Chad, Eritrea, Etiopía, Mauritania, Mali, Níger, Sudán, Somalia, Senegal, Gambia, Guinea Bissau, Guinea Conakry, Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Burkina Faso, Ghana, Togo, Benín, Nigeria, Camerún, República Centroafricana, Congo, República Democrática del Congo, Uganda, Kenia, Ruanda, Burundi, Tanzania, Malawi, Zambia, Angola, Zimbabue, Mozambique y Madagascar.

También lo hay en otros continentes. En América Central destacan Belice, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Jamaica, Haití y República Dominicana; en Sudamérica, Bolivia, Paraguay y las Guayanas; en Asia, Irak, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Afganistán, Pakistán, India, Nepal, Mongolia, China, Bangladesh, Bhután, Myanmar (antigua Birmania), Laos, Vietnam, Indonesia, Corea del Norte; así como en Oceanía, Papúa Nueva Guinea e Islas Salomón; entre algunos otros países.

Tras la crisis de 1929 aumentan las rentas familiares, ya que la forma de salir de la crisis se hace aumentando el gasto, tanto público como privado. El aumento del gasto hace crecer el mercado y el consumo de bienes, los cuales se diversifican cada vez más y son más numerosos. Los productos deben aparecer y desaparecer rápidamente del mercado, y ser perecederos. El consumo es el factor fundamental de crecimiento.

También se desarrollan espectacularmente las actividades de servicios. Es la forma que tiene el sistema capitalista de repartir las rentas, y que la mayoría la población no se dedique a la producción de artículos.

El transporte individual, la información, la comunicación y el ocio consumista son las señas de identidad de esta etapa.

El gran impulsor de este tipo de economía de consumo de masas es la clase media, con rentas que les permiten adquirir bienes, pero no acumular capital.

El Estado tiende a cubrir muchas necesidades que poco a poco se van haciendo básicas, como la educación o la salud. Es lo que se conoce como Estado del bienestar.

Esto implica un cambio en el concepto de pobreza, que ya no se mide por las rentas sino por la capacidad de consumo. Los pobres se recluyen en guetos, en un proceso de segregación espacial y marginación. No obstante, en los países desarrollados todas las personas se pueden alimentar y tener las necesidades básicas cubiertas, cosa que no ocurre en el Tercer Mundo, donde el hambre es un mal endémico y las políticas económicas aplicadas impiden la ayuda y la distribución de la riqueza.

Sin embargo, en la sociedad actual de los países ricos no basta tener las necesidades básicas cubiertas; la sanidad, la educación y la cultura son necesidades que nadie, en los países desarrollados, puede renunciar y a las que tienen derecho.

La vida urbana crea nuevas necesidades: de vivienda, equipamiento, transporte, vestido, etc. creadas, en su mayor parte, por la publicidad. Muchas de estas necesidades suponen un aumento del consumo de energía.

El crecimiento de la población agrava coyunturalmente los problemas, ya que amplía el número de gente que debe cubrir esas exigencias.

En el Tercer Mundo no existen los mecanismos necesarios para que la población acceda a los niveles de consumo que se les ofrece.

La publicidad es el gran creador de necesidades, las cuales aumentan en la medida que esta es capaz de lanzar nuevos artículos al mercado.

El crecimiento demográfico

Con la revolución industrial, y el crecimiento de la productividad, aumenta, también, la población, en el proceso de transición demográfica. Las tasas más altas se alcanzan cuando desciende la mortalidad y se mantiene natalidad, alcanzando el máximo poco antes de que comience a descender la natalidad.

A diferencia de lo que pasa en los países desarrollados, que la transición demográfica dura entre 120 y 90 años y su crecimiento anual máximo nunca supera el 2%, en los subdesarrollados la transición demográfica se supone que debe ser mucho más corta y los crecimientos anuales máximos superan en 2%. Esto implica un exceso de población en el momento crítico del desarrollo económico; y que además no tiene alternativas, como las tuvo Europa con la emigración a los países nuevos y las colonias.

Los países desarrollados resolvieron este problema introduciendo prácticas de control de natalidad, más eficaces cuanto mayor era el nivel cultural y el desarrollo económico, además de recurrir a la emigración. No obstante, siempre estuvo presente el desempleo y el subempleo, ya que el sector productivo siempre oferta menos empleos de los que se demandan.

Agricultura y desarrollo

Desde los tiempos del sistema colonial data la dedicación de ciertas zonas del mundo a la agricultura y a la extracción materiales y materias primas, gracias a un sistema de especialización productiva que buscaba ventajas comparativas. Este sistema implicaba una red de interdependencias entre la metrópoli y la colonia. Desde el comienzo de la revolución industrial, la técnica y la ciencia han proporcionado a la agricultura métodos y técnicas de cultivo que aumentaban la productividad de la tierra, pero será a partir de 1944 cuando este proceso adquiera dimensiones de revolución. Este progreso era necesario para asegurar el aporte alimenticio a todo el mundo, pero ha incurrido en muchos errores.

La introducción de la nueva economía colonial capitalista suponía la destrucción de la economía tradicional de subsistencia y de los modos de producción de las civilizaciones indígenas. El modelo agrícola que se establece es la economía de plantación especulativa, que funciona como una empresa de producción, con trabajadores asalariados y utilizando todas las ventajas de la tecnología y la ciencia. Se crea un proletariado rural indígena desvinculado de las tradiciones de su civilización: aculturado. Este tipo de economía es muy inestable, ya que el régimen de monocultivo y, la dedicación de la producción al mercado internacional, hace depender su prosperidad de los precios internacionales de los bienes.

La revolución verde permitió a los países desarrollados, tras la descolonización, producir todo el alimento que era necesario para las demandas alimenticias de su población. Esto supuso una caída de los precios internacionales, y una descapitalización en los países con economía de plantación. La descapitalización de las plantaciones significó la imposibilidad de introducir mejoras e insumos que permitieran aumentar la productividad. En estos países se da una dualidad en el régimen de tenencias de tierras; por un lado está la gran propiedad y el latifundio, dedicado al monocultivo de plantación y desvinculado de la agricultura tradicional (aunque cada vez más está en manos autóctonas, sin embargo, no son ellos los que ponen los productos en el mercado); y por otro lado está la pequeña propiedad, en la agricultura tradicional de subsistencia, donde predomina el minifundio y las tierras comunales,

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