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Un Mundo Felis Fragmento


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  1.145 Palabras (5 Páginas)  •  408 Visitas

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oslayado no sólo algunas de las faltas de la obra, sino también

algunos de los méritos que poseyera originalmente. Así, resistiéndome a la tentación de

revolcarme en los remordimientos artísticos, prefiero dejar tal como está lo bueno y lo

malo del libro y pensar en otra cosa.

Sin embargo, creo que sí merece la pena, al menos, citar el más grave defecto de la

novela, que es el siguiente. Al Salvaje se le ofrecen sólo dos alternativas: una vida

insensata en Utopía, o la vida de un primitivo en un poblado indio, una vida más

humana en algunos aspectos, pero en otros casi igualmente extravagante y anormal. En

la época en que este libro fue escrito, esta idea de que a los hombres se les ofrece el

libre albedrío para elegir entre la locura de una parte y la insania de otra, se me antojaba

divertida y la consideraba como posiblemente cierta. Sin embargo, en atención a los

efectos dramáticos, a menudo se permite al Salvaje hablar más racionalmente de lo que

su educación entre los miembros practicantes de una religión, que es una mezcla del

culto a la fertilidad y de la ferocidad de los Penitentes, le hubiese permitido hacerlo en

realidad. Ni siquiera su conocimiento de Shakespeare basta para justificar sus

expresiones. Y al final, naturalmente, se les hace abandonar la cordura, su Penitentismo

nativo recobra la autoridad sobre él, y el Salvaje acaba en una autotortura de maniático

y un suicidio de desesperación. Y así, después de todo, murieron miserablemente, con

gran satisfacción por parte del divertido y pirrónico esteta que era el autor de la fábula.

Actualmente no siento deseos de demostrar que la cordura es imposible. Por elAldous Huxley Un mundo feliz

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contrario, aunque sigo estando no menos tristemente seguro de que en el pasado la

cordura es un fenómeno muy raro, estoy convencido de que cabe alcanzarla y me

gustaría verla en acción más a menudo. Por haberlo dicho en varios libros míos

recientes, y, sobre todo, por haber compilado una antología de lo que los cuerdos han

dicho sobre la cordura y sobre los medios por los cuales puede lograrse, un eminente

crítico académico ha dicho de mí que constituyo un triste síntoma del fracaso de una

clase intelectual en tiempos de crisis. Supongo que ello implica que el profesor y sus

colegas constituyen otros tantos alegres síntomas de éxito. Los bienhechores de la

humanidad merecen ser honrados y recordados perpetuamente. Construyamos un

Panteón para profesores. Podríamos levantarlo entre las ruinas de una de las ciudades

destruidas de Europa o el Japón; sobre la entrada del osario yo colocaría una

inscripción, en letras de dos metros de altura, con estas simples palabras: Consagrado

a la memoria de los Educadores del Mundo. Su MONUMENTUM REQUIRIS

CIRCUMSPICE.

Pero volviendo al futuro... Si ahora tuviera que volver a escribir este libro, ofrecería

al Salvaje una tercera alternativa. Entre los cuernos utópico y primitivo de este dilema,

yacería la posibilidad de la cordura, una posibilidad ya realizada, hasta cierto punto, en

una comunidad de desterrados o refugiados del MUNDO FELIZ, que viviría en una

especie de Reserva. En esta comunidad, la economía sería descentralista y al estilo de

Henry George, y la política kropotkiniana y cooperativista. La ciencia y la tecnología

serían empleadas como si, lo mismo que el Sabbath, hubiesen sido creadas para el

hombre, y no (como en la actualidad) el hombre debiera adaptarse y esclavizarse a ellas.

La religión sería la búsqueda consciente e inteligente del Fin último del hombre, el

conocimiento unitivo del Tao o Logos inmanente, la transcendente Divinidad de

Brahma. Y la filosofía de la vida que prevalecería sería una especie de Alto Utilitarismo,

en el cual el principio de la Máxima Felicidad sería supeditado al principio del Fin último,

de modo

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