La globalizacion infectada
Larissa RamosApuntes27 de Noviembre de 2023
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LA GLOBALIZACIÓN INFECTADA
La condición actual en Colombia y el mundo emergió desplazando la dinámica de resistencia y participación juvenil frente a la gran brecha social que empobrece cada vez más al pueblo colombiano mientras los grupos financieros salen cada vez más beneficiados. De repente se produjo una pausa y todos quedamos como espectadores del gran casino en que las élites financieras convirtieron el mundo, al decir de Ernst Wolff (2019). Nuestras vidas y nuestra libertad pasaron a hacer parte de las apuestas de este casino, donde de un lado se puso en la balanza la seguridad de toda la población del planeta, y del otro las incesantes ganancias de los supermillonarios. Esto llevó a no cerrar los aeropuertos de la ciudad donde tuvo origen el virus, empezando un primer proceso de contagio. Después, para preservar los intereses financieros, no se evitó que se produjera la expansión hacia diferentes países de Asia y de Europa y por el contrario se mantuvo la circulación aérea, terrestre y fluvial. Los países latinoamericanos aún tenían la oportunidad de mantenerse al margen de la epidemia. El primer caso de contagio en el mundo se dio el 17 de noviembre del 2019, y tres meses después aún no se habían presentado casos en Latinoamérica; sin embargo en Colombia el gobierno solo hizo el cierre de aeropuertos hasta el 23 marzo, con el agravante de que antes de esta fecha, a pesar de haberse establecido la obligación de tomar medidas sanitarias, los directores de los aeropuertos la consideraron como una medida discrecional que por tanto no cumplieron pues se le seguía dando prelación a los negocios importantes de los grandes magnates y de las compañías aéreas.
De manera que, en la situación dada de temor e incertidumbre, vemos un cambio sorprendente en el medio ambiente, una predominancia inusitada de los medios virtuales, una sociedad coaccionada a mantener una disciplina de aislamiento, un aprovechamiento de la situación por parte del gobierno para favorecer la bancarización y un aumento de las ganancias para los mayores multimillonarios del mundo como se va a indicar a continuación.
El antropocentrismo retrocede, pero la vida animal se expone
El desarrollo del pensamiento contemporáneo regido por los postulados de la razón produjo que el ser humano se distanciara de la naturaleza, convirtiéndose en un ser único, diferente a esta y con potestades para disponer de ella a su acomodo. Aunque este distanciamiento se declaraba como total: el hombre independiente, dueño de sí, que miraba con desdén y soberbia su entorno, fue un distanciamiento sólo posible en la dimensión intelectiva, pues en la emocional y fisiológica es imposible que el ser humano se aparte de su condición natural.
Precisamente fue esta condición la que permitió a la naturaleza reaccionar ante el embate artificial que le ha significado al planeta la masacre de miles de seres vivos, la destrucción de áreas fértiles y cultivables, el arrasamiento de los recursos naturales, el agotamiento paulatino del agua y la contaminación de los mares con basura.
Por acción de la naturaleza se ha producido un despejamiento de seres humanos de los espacios exteriores a lo largo del planeta, espacios que, aunque cundidos de asfalto y cemento, recuperan el silencio y la circulación de los ruidos silenciados por la gran máquina urbana, y el aire contaminado queda limpio para dejar al descubierto el paisaje. Los animales silvestres han salido a las avenidas, a las aceras, a los puentes, se han trepado a los muros no sintiéndose en riesgo por los depredadores, pero éstos los observan atentamente desde las pantallas de sus móviles, y tarde o temprano tendrán que volverse a refugiar en lo profundo de las selvas o en los más altos picos de las montañas.
La realidad social vaciada en las redes de la realidad virtual
En el orden social ocurrió lo impensable: la presencialidad establecida como una condición aplicada a ultranza en las áreas de la producción, el comercio, los servicios y la educación, de un día para otro desapareció, es decir que la corporalidad fue conjurada de los espacios laborales y educativos, los cuales continuaron funcionando con el rendimiento habitual. Esto generó una paradoja, cuyas consecuencias todavía no conocemos: nuestras funciones sociales se han separado de nuestros cuerpos, ha desaparecido el tiempo y el espacio que media entre nosotros y el lugar de trabajo o de estudio, de tal manera que diariamente nos hacemos presentes en la ausencia y nos volvemos eficientes adentro de la pantalla, es decir actuando en otro espacio u otros espacios, cohibiendo a nuestro cuerpo de la presencialidad.
Al mismo tiempo nosotros y nuestro entorno es vigilado, de tal manera que en ningún momento podemos mostrar lo inmostrable. Es decir, nuestro cuerpo y nuestro espacio ausente se hace presente en la pantalla del otro; esto hace que nuestra identidad se desintegre porque somos donde no somos, estamos donde no estamos, y la experiencia sensible que implica una relación de corporalidad queda refundida en el entramado de las redes inalámbricas pues la realidad social ha sido vaciada dentro de la realidad virtual.
Aparece una disciplina desconocida para sociedades acostumbradas a vivir al azar
Si algo ha caracterizado a una sociedad como la colombiana es la vida azarosa, debido a la actitud individualista que hace que no se respeten los espacios, los tiempos, la integridad del otro y ni siquiera la vida. En una sociedad jerárquica este comportamiento se da desde la base hasta la cúspide, y su consecuencia en el funcionamiento social es la incertidumbre, porque las personas no saben cuándo van a ser robadas, engañadas, encarceladas, estafadas, perseguidas, asesinadas.
Las calles oscuras y solitarias ya no los únicos territorios de nadie, sino que ahora también lo son las viviendas, donde pueden entrar los ladrones por la ventana haciendo una escalera humana, o entrar mediante los recibos de los servicios públicos cobrando tarifas absurdas, o entrar mediante un correo electrónico anunciando un nuevo cobro de valorización, o un robo en su más refinada expresión como lo es la reforma tributaria que busca arrebatarle a más Colombianos el dinero que más pueda como en un típico asalto callejero.
En este escenario apareció la necesidad de mantener una distancia de dos metros entre una persona y otra en las calles, en los transportes en los supermercados; se deben hacer ritos de desinfección con una regularidad horaria estricta, las familias se mantienen encerradas casi tres meses con la posibilidad de volver a encerrarse varias veces so pena de ser multados o encarcelados. Se debe renunciar al trabajo independiente y por lo tanto al salario, a la comida y a los medicamentos. Se debe confiar en un gobierno que asigna presupuesto para ayudar a la población, del cual se apropian sus propios funcionarios.
De repente todos pasamos de ser ciudadanos con derechos a ser individuos sospechosos, a los que cualquier policía les puede aplicar una multa millonaria o lo puede privar de la libertad, con el aplauso complacido de los medios de comunicación: una médica es multada por ir a hacer mercado después de terminar su dura jornada de trabajo, un ciudadano solidario es multado por estar repartiendo mercados a personas con hambre, un anciano es golpeado y esposado por estar tratando de conseguir la subsistencia. Es decir que cada miembro de la población pasa de un momento a otro a ser clasificable como delincuente.
El escenario de confinamiento favorece la intromisión de los bancos en la privacidad
Una amplia capa de la población, especialmente de adultos mayores, por sus propias condiciones sociales y culturales han estado al margen del sistema financiero. Entre otros aspectos de sus transacciones monetarias estaban el cobro de la pensión por ventanilla. Aprovechando las condiciones de confinamiento, el gobierno acordó con los bancos abrir cuentas de ahorro para que estas personas manejen tarjeta débito, para lo cual disponen un trámite muy ágil y el envío de la tarjeta a domicilio. El manejo de tarjetas es una estrategia de la banca para poder controlar las transacciones de las personas. Tradicionalmente la compra es una transacción que se lleva a cabo entre el comprador y el vendedor; con una tarjeta el banco se interpone entre ellos, y no sólo saca beneficio económico de ambos, sino que registra sus intereses comerciales para inducirlos al consumo. Además, se constituye en un valioso colaborador del gobierno, proporcionándole la información financiera sobre las personas, para que éste pueda monitorearlas mediante sus pantallas, y hacer uso de la información, no solo en tomar decisiones de tipo tributario, sino para conocer sus condiciones y su forma de pensar, como insumo para la implantación de las diferentes medidas de tipo coercitivo.
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