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Necropolitica y adicciones: Usuarios de sustancias como individuos desechables


Enviado por   •  25 de Mayo de 2023  •  Ensayos  •  2.169 Palabras (9 Páginas)  •  24 Visitas

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Gutiérrez Ruiz Ricardo Manuel

23 de mayo del 2023

Pensamiento político contemporáneo                                                 Ensayo final

Necropolítica y adicciones: Usuarios de sustancias como individuos desechables

La necropolítica y las adicciones son dos fenómenos complejos que se entrelazan en sociedades contemporáneas como lo es la mexicana y muchas otras alrededor del mundo.  La “necropolítica”[1], un concepto acuñado por el filósofo camerunés Achille Mbembe, se refiere al ejercicio del poder estatal para decidir quién vive y quién muere, además de cómo se gestionan las vidas consideradas desechables o superfluas.

Por otro lado, las adicciones son un problema de salud pública que afecta a millones de personas en todo el mundo, generando consecuencias devastadoras tanto a nivel individual como social, siendo hoy en día uno de los temas más relevantes dentro de las agendas políticas de diversos países, aunque el tema principal es cómo se aborda, generalmente con amplias carencias en cuanto a interseccionalidad y capacidad de resolución.

Para ejemplificar lo antes dicho, podemos mencionar la actual crisis que vive Estados Unidos con respecto al consumo de fentanilo dentro de su territorio. Los decesos por fentanilo en Estados Unidos han superado la cifra de 2000[2] muertes por semana, siendo considerada la más grande crisis de drogas que jamás ha experimentado dicha nación.

En este contexto, resulta crucial explorar cómo se relacionan la necropolítica y las adicciones, ya que tienen diversos puntos de cruce en los que podemos enfocarnos. Para abordar esta compleja intersección, se recurrirá a las perspectivas y aportes de destacados pensadores como lo son Angela Davis, Wendy Brown, Slavoj Žižek, Chantal Mouffe y Michel Foucault.

Estos autores han reflexionado sobre las estructuras de poder, la injusticia social y las políticas represivas que pueden influir en las vidas de los usuarios de sustancias y en la forma en que éstas son gestionadas por el Estado. Se guía su existencia hacia lugares en donde puedan ser administrados por los diferentes mecanismos institucionales según los intereses del gobierno en turno y tomando a los usuarios de sustancias como una simple cifra que se deberá administrar mediante criterios puramente numéricos.  

Ya no sólo se controla la forma en la que viven, sino que el abandono social y gubernamental orilla paulatinamente a dicho sector poblacional hacia una inevitable muerte que terminará perpetuando sus condiciones sociales y las grandes diferencias económicas con las que los usuarios de sustancias con grandes problemas de adicción suelen lidiar.

Los usuarios de sustancias son vistos como una masa insignificante que no debe seguir formando parte de la sociedad, una cita de Mbembe puede explicar claramente como es que el Estado busca lidiar con quienes tienen problemas de adicción, “Primero es transformado en cosa insignificante, en materia maleable. Después la forma en que es conducido a la muerte le otorga su significación última”[3].

Angela Davis, defensora de los derechos civiles y activista, ha analizado el impacto de la prisión industrial y la falta de acceso a tratamientos y rehabilitación en el sistema penitenciario estadounidense. Este hecho nos demuestra como es que las conductas marginadoras y segregativas se reproducen una y otra vez, perjudicando a quienes más han sido afectados por el sistema y demostrando que estos son desechables para el mismo.

Además, con lo antes mencionado podemos notar que se prioriza a un sistema económico en donde Davis nos señala que “En el campo de la justicia criminal, la materia prima son los prisioneros y la industria hará lo que sea necesario para garantizar un abastecimiento constante”[4]

Por su parte, Wendy Brown ha examinado cómo el neoliberalismo ha privatizado la atención médica y debilitado los servicios sociales, afectando la capacidad de las personas con adicciones para recibir la ayuda adecuada. Además de nuevamente hacer énfasis en el sistema económico diciéndonos qué “La soberanía política se degrada a un estatus de gestión económica”[5]

Slavoj Žižek por otro lado ha explorado cómo las adicciones pueden llegar a considerarse como formas de automedicación ante las condiciones alienantes del capitalismo globalizado. Chantal Mouffe, a su vez, ha destacado la importancia de abordar las adicciones como un problema de salud pública y promover la inclusión y la justicia social en los espacios políticos, según sus palabras debemos “Transformar el antagonismo en agonismo”[6]

Asimismo, se menciona brevemente la perspectiva de Michel Foucault, quien ha analizado y moldeado el término de biopoder, mismo que resulta relevante para introducirnos al tema de las adicciones y que puede verse como el primer acercamiento teórico a la necropolítica de la que más tarde nos hablaría Achille Mbembe.

Foucault argumenta que el biopoder se ejerce sobre la vida de las personas, regulando y controlando aspectos de su existencia, mientras que la necropolítica determina quién puede vivir y quién puede morir.

A través de este texto, se busca arrojar luz sobre la compleja intersección entre la necropolítica y las adicciones. Se explorarán las dinámicas de poder, la estigmatización, la exclusión social y las políticas represivas que influyen en las vidas de los usuarios de sustancias, así como las posibles perspectivas y enfoques que pueden contribuir a una respuesta más justa y humanitaria ante este desafío.

La relación entre la necropolítica y los adictos se puede explorar desde diferentes perspectivas. La necropolítica se refiere al ejercicio del poder estatal para controlar y gestionar la vida y la muerte de las personas, algo que ha sido mencionado al inicio del presente texto. En el contexto de las adicciones, esto puede manifestarse de varias maneras, a continuación, abordaremos y desarrollaremos algunas de ellas:

1.        Abandono y criminalización: En algunos casos, las políticas de drogas adoptadas por los gobiernos pueden enfocarse en la represión y criminalización de los usuarios de sustancias en lugar de abordar las causas subyacentes de la adicción. Esto puede conducir al abandono de los usuarios de sustancias por parte del sistema de salud y de justicia, aumentando el estigma y la marginalización social.

Abandonar es también una forma de matar, Mbembe señala que “El Estado emprende la tarea de civilizar las formas de asesinar y de atribuir objetivos racionales al acto mismo de matar”[7], los usuarios de sustancias no son personas que valgan para el Estado, su condición es vista como una enfermedad, una bacteria a la que hay que aniquilar lo antes posible.

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