Urgencia climática: La necesidad de actuar ahora
RODRIGO CARLO PERALTA SAENZMonografía2 de Noviembre de 2025
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Urgencia Climática: La Necesidad de Actuar Ahora
Introducción
El cambio climático constituye una de las problemáticas más apremiantes que enfrenta la humanidad en la actualidad. La comunidad científica ha advertido que el calentamiento global está intensificando fenómenos naturales extremos, tales como huracanes, sequías, olas de calor, incendios forestales y derretimiento de los polos. La gravedad de la situación no se limita a impactos ambientales: también compromete el desarrollo económico, la seguridad alimentaria, la salud pública y la estabilidad social de millones de personas en todo el planeta (IPCC, 2021).
En este contexto, diversos organismos internacionales y científicos de renombre insisten en la necesidad de tomar acciones urgentes que reduzcan drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero. Las políticas graduales empresariales, si bien argumentan ser más realistas o económicamente viables, han demostrado ser insuficientes frente a la velocidad con la que avanza la crisis climática. El objetivo de este ensayo es argumentar a favor de las acciones contra el cambio climático como la única vía viable y responsable para afrontar esta emergencia global.
Cuerpo del ensayo
1. La urgencia científica: no hay más tiempo que perder.
El Sexto Informe del IPCC (2021) concluye que el calentamiento global alcanzará o superará los 1.5 °C entre 2021 y 2040 si no se produce una reducción rápida y sostenida de las emisiones. Este umbral marca un punto crítico a partir del cual los impactos se vuelven mucho más severos e irreversibles, como la pérdida de ecosistemas enteros, el colapso de los glaciares y cambios irreversibles en los patrones climáticos globales. Por esta razón, la comunidad científica ha enfatizado que las reducciones deben ser inmediatas y a gran escala. Apostar por estrategias graduales, como las impulsadas por ciertos sectores industriales, implica una demora que puede tener consecuencias catastróficas (Anderson, 2015).
2. Las consecuencias económicas de la inacción.
El informe Stern (2007), considerado un hito en la economía del cambio climático, advierte que si no se actúa ahora, los costos económicos a largo plazo serán mucho mayores. Los fenómenos climáticos extremos destruyen infraestructura, obligan a desplazamientos masivos de personas y afectan la producción de alimentos. El Banco Mundial ha proyectado que para 2050 podrían desplazarse más de 200 millones de personas a causa de eventos climáticos extremos. Por otro lado, la transición hacia una economía verde también abre oportunidades económicas: el mercado de las energías renovables, por ejemplo, genera millones de empleos en todo el mundo y puede ser una fuente de desarrollo sostenible (UNEP, 2022).
3. Justicia climática y equidad intergeneracional.
El cambio climático es también una cuestión de justicia. Las naciones que más han contribuido históricamente al calentamiento global no son las más afectadas. Los países en vías de desarrollo, los pueblos indígenas y las comunidades costeras sufren desproporcionadamente los impactos, a pesar de haber emitido mucho menos dióxido de carbono. Desde una perspectiva ética y de derechos humanos, se exige una acción inmediata que contemple mecanismos de financiamiento climático, transferencias tecnológicas y solidaridad internacional (Rockström et al., 2009). Además, existe una deuda moral con las futuras generaciones: nuestras decisiones determinarán si heredan un planeta habitable o una crisis ambiental incontrolable.
Conclusión
La humanidad se encuentra en una encrucijada. O tomamos acciones decididas y ambiciosas contra el cambio climático ahora, o enfrentamos consecuencias devastadoras que amenazarán las bases mismas de nuestra civilización. Las políticas graduales empresariales no solo carecen de la contundencia necesaria, sino que muchas veces están diseñadas para preservar modelos económicos caducos e insostenibles. La evidencia científica, los análisis económicos y los principios éticos convergen en una misma dirección: el momento de actuar es ahora. Implementar acciones climáticas firmes no solo es posible, sino también indispensable para construir un futuro justo, sostenible y resiliente. Es responsabilidad de los gobiernos, las empresas y la ciudadanía comprometerse con este objetivo común, porque no hay planeta B.
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