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La Escuela en 1870 Ignacio M. Altamirano

pawiitaEnsayo8 de Mayo de 2023

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Curso Especial de Nivelación Pedagógica: Modalidad en Línea.

Asignatura: La Historia Del Sistema Educativo Mexicano.

La escuela en 1870, Ignacio M. Altamirano.

En México la enseñanza ha ido evolucionando, en algunos casos contrariamente del contexto en que se encontraba la sociedad, a pesar de los esfuerzo de los gobernantes con mente liberal, la enseñanza al estilo colonial seguía con fuerte influencia, con la reforma educativa de Gómez Farías se surco un camino hacia la transformación de la educación pública. Ignacio m. Altamirano entonces emite sus pensamientos y nos enseña a través de sus ojos y sus ideas como era la escuela antigua, es llamado a sí mismo el último de los obreros de esa gran generación de la reforma, su misión no era destruir; si no reedificar bajo las sólidas bases de la libertad y de la civilización. Propone ver  la escuela popular no como una necesidad de la visa social simplemente, si no como fundamento de la dicha futura; no con la tibieza del hombre monárquico o del menguado defensor de las clases privilegiadas, cree conveniente examinar la escuela antigua y compararla con la actual a su tiempo y conocer los vestigios que los viejos principios y las viejas instituciones han dejado, para borrarlos completamente.

La escuela antigua trae amargos recuerdo y dolorosas emociones, es una tortura a la niñez, debe de ser el dorado vestíbulo alfombrado de rosas por el que la familia humana tiene que entrar al santuario de la civilización, en los antiguos tiempos era el pasillo tenebroso y deletéreo que recibía a los esclavos futuros, en su paso para la ergástula de la monarquía. Hubiera debido llamarse mejor el ensayo de la abyección, porque allí se mataba el sentimiento de la dignidad que espiraba palpitante y aterraba en medio de mil tormentos, tormentos físicos y morales, podía decirse muy bien con Montaigne: ¡la escuela es el infierno!.

La doctrina cristiana era el papel principal en el aprendizaje de las varias materias que enseñaban, era las más temible, el más odioso, el más inicuo tormento del niño. Aprendían la doctrina de Ripalda con tedio, con desesperación, sufriendo horribles castigos a cada página del repugnante catecismo. Además en ocasiones de les obligaba a los niños a ir en formación a alguna iglesia de barrio para oír misa, a confesarse con algún fraile bilioso y severo.  

La escuela a principios de siglo, anterior a la independencia era peor mil veces, y el que quiera conocerla puede ocurrir a los escritores de la época, particularmente al pensador mexicano, Fernández Lizardi quien ha dejado descripciones gráficas y que son eminentemente populares, una vida de la instrucción y educación que se daba al pueblo en aquel tiempo de legumbre memoria. Si tal era el retraso en la enseñanza primaria en la capital de la república, espantoso debe haber sido el que reinaba en los pueblos.

En los pueblos los niños se dividían por castas y ocupaban bancos diferentes. En unos se sentaban los niños de razón y en otros los indios, a quienes no se les enseñaba más que la doctrina pues no se les permitía leer, quedaban condenados a la excomulgación que pesa todavía en la raza infortunada. La escuela antigua difícilmente abría sus puertas a la hermosa mitad del género humano, al menos en los pueblos

Al salir de la escuela se dedicaban al comercio o a las artes, si tenía comodidades era metido al colegio  para abrazar una de las cuatro carreras, entonces las únicas para ser algo con el tiempo, a saber: la eclesiástica, la de abogado, la de médico o la militar.

Lo que hacía huir a los niños, lo que les causaba repugnancia irremediablemente hacia la escuela, eta que veían sobre sus puertas el odioso apotegma de la tiranía: la letra con sangre entra.

En México desde antes de regir la constitución de 1857, se consignó el principio de libertad de enseñanza, ya que la primaria no se hallaba toda bajo la inspección del estado. Por consiguiente lo particulares podían abrir escuelas y educar a los niños sin la obligación de tomar por norma los reglamentos del gobierno, ni las disposiciones del municipio, ni aun tener siquiera sobre si la mirada de la autoridad. Yo dejo a los que han olvidado de organizar la instrucción primaria conforme al principio constitucional, el cuidado de meditar profundamente las palabras del sabio demócrata Michelle venerable anciano, que la patria se presente en la escuela no solo por medio de la enseñanza directa o la tradición nacional, si no como una madre por su justicia exacta y atenta.

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