La emoción en el docente- Revolución emocional

LA EMOCION EN EL DOCENTE- REVOLUCION EMOCIONAL

La escuela persigue la misión, del desarrollo integral del individuo, ajustándose no sólo a lo físico, cognitivo y lingüístico, sino también a la dimensión socioemocional. El proceso de enseñanza-aprendizaje se realiza en un contexto particular en el cual interactúan profesores y estudiantes, familia, comunidad e instituciones, desarrollando procesos afectivos, que favorezcan un ambiente propicio para el aprendizaje.

A lo largo de nuestra educación formal escolar recibimos poca formación que nos sirva de guía para saber como convivir en una relación armónica con nuestras emociones y con la de los demás, aprender a leer, alfabetizarnos emocionalmente, son los cimientos sobre el cual se debe comenzar a construir. Las personas aprendemos a gestionar nuestras emociones a través de la observación de nuestros referentes. En esta cuestión es importante, que el docente se fortalezca en su propia gestión emocional, de modo que estará influyendo positivamente en el desarrollo de la inteligencia emocional de los alumnos, “El ejemplo no es la mejor manera de influir en las personas, es la única”.

En este sentido, abordar las emociones en la labor docente, que pueden ser negativas y/o positivas. Tiene como uno de los retos para los docentes, el manejo de las emociones, reconociendo los sentimientos, es así como tener el control sobre las emociones resulta clave para que el estado de ánimo se vea favorecido y no, por el contrario, afecte negativamente en las clases. (Camiro, 2015).

“Las emociones están en el corazón de la enseñanza” afirma Andy Hargreaves (1998), el trabajo en la enseñanza está basado en las relaciones interpersonales con los alumnos y con otros compañeros, por lo que las experiencias emocionales son permanentes. Enfado, alegría, ansiedad, afecto, preocupación, tristeza, frustración, son algunos sentimientos que día a día vive el profesor con mayor o menor intensidad y amplitud. Algunos tienen la fortuna y el buen hacer para conseguir que primen las emociones positivas; en otros, por el contrario, predomina el infortunio y unas habilidades limitadas, lo que conduce a que las experiencias negativas tengan un mayor peso.

La revolución emocional llega a la práctica educativa, desde imaginar metas orientadas hacia la estructuración futura de la sociedad de tal forma que posibiliten un mundo más inteligente, más cooperativo. Implica a las personas, consideradas individualmente, pero también a la sociedad en general. La confluencia de ambas fuerzas (persona y sociedad) puede constituir una revolución más trascendental para el bienestar y la calidad de vida que las revoluciones informática, tecnológica o industrial, es necesario esfuerzo colectivo, ya que son las personas quienes van a llevarla a término.

FORMACION PROFESIONAL DOCENTE- INNOVAR A PARTIR DE LAS EMOCIONES

Según Esquivas (2016) “... la Educación Emocional comienza en el docente. Si el docente no se conoce, si no es auténtico y honesto, si no sabe ser persona, si no es capaz de ponerse a nivel de sus alumnos en su conjunto y de cada uno de ellos, si no es empático con ellos, la Educación Emocional no comienza. Y por otro lado existen siempre esos profesores/as que tienen una gran humanidad, saben ser persona, hayan recibido o no una formación específica en gestión de emociones. Se trata de esos maestros, de los que todos hemos conocido alguno, que han sabido entendernos como persona. Porque la clave de la Educación Emocional, lo que la hace permanente y necesaria en las aulas, es la comunicación y comprensión persona a persona. Ese es el centro de la Educación Emocional: funciona cuando el docente saber ser persona y respetar y comprender la persona de su alumno”. Uno no puede ser si los otros no son. El educador necesita al educando y viceversa, ambos se educan, aunque con tareas específicas. Para conocer es necesario desarrollar la humildad, el proceso de conocimiento no sólo pone en juego la razón sino también la pasión, los deseos, los sentimientos.

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