Mi gran tarea

Mi gran Tarea

En una bonita mañana de agosto, cuando llegue a la casa de esta gran familia.

Estaba nervioso, asustado, veía muchos rostros grandes que me rodeaban de cariño, todos hablaban al mismo tiempo, que finalmente no entendía nada de lo que decían. Todos querían tomarme, pero no sabían lo que estaba viviendo, yo pensaba que estaba en una montaña rusa, por la altura cuando me tomaban.[pic 1]

Tenía tanto frio, que tiritaba, quizás era nervios, no lo sé, pero sus abrazos, y el hacerme cosquillas en la guata, me tranquilizo y pude estar mejor.

Mi camita era pequeña y calientita, me encantaba enterrarme en la manta que me regalaron, quería ladrar, correr, brincar, pero no sabía cómo hacerlo, quería contarles que estaba contento, pero decidí que era mejor cerrar los ojos y dormir.

De pronto entre tantos abrazos, vi llegar ese rostro pequeño, cálido y suave, que cuando me acarició sentí que estaba en las nubes, me sentía tan relajado y protegido. Esas manitos eran mágicas, eran las manos más suaves del mundo, eran las manos de Fran la niña de la casa.

Todos le decían: ¿Estás contenta?, ¿Estás feliz?, ¿Te gustó el regalo?, tienes que enseñarle a jugar y sacarlo a pasear, ella solo sonreía y me seguía acariciando con un solo dedo sin decir nada. ¡Acariciarme con un dedo! ¿Solo un dedo?, ¿así me haría cariño por el resto de mi vida? pensé: ¿Qué le pasa a esta niña? los demás me suben y bajan como balancín, me daban besos y abrazos y ella, ¿solo me tocaba con un solo dedo?

Se colocaba guantes cada mañana para tomarme, pensaba que la mordería, pero yo quería explicarle que solo era un cachorro, que solo quería jugar con ella. Después logre darme cuenta que ella nunca había tenido una mascota. ¡Ninguna mascota!, ¡No puedo creerlo!

Bueno eso explica muchas cosas, ¡Yo no era una mascota cualquiera!, soy un perro de los más especiales soy “El mejor de los Salchichas”, y no es ser presumido, soy muy interesante e inteligente y puedo llegar hacer el mejor de los amigos, pero debía hacer algo, ella debía de conocerme y saber cómo soy, “esa era mi gran tarea”.

Un día se me ocurrió tomar mi pelota y llevarla a sus pies, de primera no entendió lo que quería hacer, pero volví a insistir varias veces, y le moví mi cola para lograr que entendiera que quería jugar con ella. Es verdad tengo las patas cortas, pero muy firmes para jugar y con mi hocico puntiagudo puedo atrapar las pelotas.

Finalmente entendió mi propósito, le gusto mucho y jugamos tanto que de pura emoción me salió mi primer ladrido.

Estaba tan feliz que me atreví también a brincar de alegría, lo había logrado, ya éramos amigos, nos divertimos y rodamos por el piso por horas, y desde ese momento nunca más nos separamos.

Cada día la espero que llegue del colegio, para poder regalonear y jugar.[pic 2]

Incluso estudiar con ella es divertido, a veces me pongo encima de sus libros y cuadernos y quiero responder toda su tarea tan rápido para después salir a pasear.

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