Sus primeros pasos en la docencia

Sus primeros pasos en la docencia

Cuando todavía no había concluido sus estudios en San Marcos, en 1940, fue contratado por el Colegio Anglo Peruano, es decir por su Alma mater secundaria, para enseñar lenguaje. Según cuenta el Amauta, «allí realicé con José Paz Garay, compañero muy querido mío, una experiencia de enseñanza del castellano, que  duro más de un quinquenio y que alteró por completo la orientación oficial de ese curso.(...) Esta experiencia brotó de Ia realidad misma.(...) Sabía que era la asignatura más odiada por los estudiantes. Pero me propuse enseñarla de una manera distinta, que no produjera el aburrimiento y la antipatía de los muchachos». (Peñaloza, 1989:16)

Entonces el Amauta decidió enseñarla, siguiendo el modelo de su profesor de Matemática, Eloy Vega y Luque, porque consideraba a la Gramática como una estructura formal similar a la Matemática. Enseñó la gramática de la manera más sencilla, con muchos ejemplos, enfatizando en el reconocimiento de las estructuras gramaticales. De este modo jamás decayó el interés de los alumnos y se convirtieron en expertos analistas de las estructuras del idioma, pero ocurrió que, en el último período del año, tratando de cumplir con el programa oficial, propuso a los estudiantes diversos temas de composición escrita y los resultados fueron catastróficos. Resultaba que los expertos analistas del idioma eran incapaces de redactar cuatro líneas seguidas, mirando lo que hacían sus compañeros y mirando al techo.

Esto fue una experiencia terrible para el Amauta, entonces comprendió que la gramática no sirve para el fin de que los alumnos aprendan a expresarse en forma escrita, ni en forma oral. Con la gramática, decía, no mejoran ni su lectura, ni su redacción. ni su elocución oral. Entonces se preguntaba: ¿qué sentido tiene que sepan distinguir los casos, o los tipos de sustantivos, o las especies de oraciones, si no logran movilizar todo ello para expresarse bien y con fluidez?

Fue así como el Amauta decidió cambiar de método. «Desde el año siguiente, en nuestras clases en el Anglo Peruano, el curso de Lengua Castellana dejó de centrarse en la gramática. Las tres cuartas partes del tiempo se destinaron a la lectura en clase, a la elocución oral y a la composición escrita. Sólo en una cuarta parte se trataron las nociones gramaticales y siempre en la forma de ejercicios. El trabajo se completaba con un plan de lectura en casa, según el cual cada alumno debía leer en el ai1o diez obras originales de la literatura universal y peruana (no recensiones ni adaptaciones) de una lista mayor, graduada según el año de estudios» (Peñaloza, 1989:18).

Como era de esperar, los resultados fueron elocuentes. Los estudiantes aprendieron a desarrollar un tema a viva voz, que el profesor les planteara de súbito, a redactar con soltura e imaginación y a la vez correctamente, y se sumergieron en los mundos creados y a la vez hondamente reales de tantas obras sugerentes.

«Desde entonces lw alcanzado la firme coirvicción de que la gramática no es el arte de hablar y escribir correctamente el idioma, como ciertas definiciones tradicionales han sostenitio.(...) lo cual implica prescindir (casi totalmente) de la gramática» (Peñaloza, 1989:18).

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