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Acorralados por las pandillas

Dāny DiazTarea31 de Octubre de 2017

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Acorralados por las pandillas

Los Kalimanes, Las Àguilas, Los Purocorte, Los Exterminadores, Los Kàiser.

Muchos al leer estos nombres, los pueden relacionar con equipos de futbol o de béisbol de algunos barrios de la ciudad pero lamentablemente no lo son. Estos son los nombres de las pandillas más famosas y violentas de Cartagena que me contaba mi padre que vio su accionar en la década de los 80`s.

En este nuevo milenio, este fenómeno ha crecido.

En mi caso particular, en el barrio Olaya Herrera, observo desde la mañana a jóvenes entre los 12 y 26 años, reunidos en la esquina, se saludan y luego comparten droga por lo general marihuana, pero eso sí, mirando por los cuatro puntos cardinales.

De pronto aparece uno de ellos que estaba como “mosca” u observador y les dice que hay un paciente. Les señala una joven que viene desprevenida, hablando por celular y cuando llega cerca donde están ellos, es abordada con armas blancas y despojada de sus pertenencias.

Pero esto solo es el abrebocas: dos horas después, divisan el carro repartidor de productos de belleza, uno de ellos se aparta del grupo y regresa con un arma de fuego y decididamente atracan al conductor y acompañante, llevándose dinero en efectivo y parte de la mercancía, bueno gracias a Dios, no hubo heridos esta vez, como otras veces que las victimas al oponerse  son heridas o pierden la vida. A los diez minutos llega la policía pero como ya se refugiaron, no pueden detener a nadie, los patrulleros les recomiendan a las víctimas que pongan la denuncia y estos responden que no van a perder su tiempo.

Ya cuando “baja la marea”, que no hay policía ni quien los señale, comienzan a reunirse en su esquina, se ven sonrientes y celebran al haber “coronado” con su gesta.

Pero hay un enemigo que los acecha, hay un observador del bando contrario, averiguando que pasa en el área, cuando es observado que cruza la línea imaginaria, lo persiguen y lo sacan de la zona pero este regresó con refuerzos, tirando piedras, desenfundando machetes, changones y revólveres y allí comienza el calvario para la gente del barrio, la gente corre despavorida, se escuchan los golpes fuertes de las puertas al cerrarlas para refugiarse.

Un joven que estaba de “mirón”, es herido por estar en el lugar equivocado.

De este conflicto salen aproximadamente seis heridos, los cuales son llevados a centros asistenciales más cercanos. Allí toca comerse otro pedazo de pastel. Está la clínica en completa normalidad, cuando se presentan los heridos transportados en motos por sus “valecitas”, comienzan insultando al auxiliar clínico (camillero) y al guarda de seguridad, porque todos quieren entrar por la fuerza, cuando el medico de turno recibe los heridos, entonces le dicen que si se muere su paisano, se muere el, llega el refuerzo de la seguridad, incluyendo la policía para poder controlar la situación y despojar muchas veces a los acompañantes armados.

Ha pasado que a los que han caído mortalmente en estos enfrentamientos, ni el día de su sepelio tiene paz, su rival advirtió que incursionaría en el sector y que le iban a dar al que sea, cuando comienza el cortejo fúnebre con una gran multitud ya que el difunto era famoso por sus andanzas y era un “duro”, va la gente con música de su picó favorito, fuman, toman licor, cuando de pronto alguien grita, ¡ahí vienen, ahí vienen!, las calles se vuelven un caos, los vecinos ponen la cara como si ocurriera un terremoto, la gente corre desesperada y efectivamente el grupo contrario cumplió su amenaza, el ataúd queda solo en la mitad de la calle, llega la policía y a veces ni la fuerza pública puede con ellos.

 De este “pastel” han sido víctimas turistas nacionales y extranjeros.

Mi papá me contó que las primeras agrupaciones comenzaron peleando la cancha de futbol que se había hecho para los muchachos pero él y mis tíos eran sacados a punta de piedra por los de otro sector y luego en la noche merodeaban buscando problemas y eran los mismos muchachos que dejaban de ir al colegio.

Una vez un joven llamado John se fue a mirar un nuevo equipo de sonido que había comprado su hermano, salió de su sector hacia el sector de la Magdalena en Olaya y estando en la casa de su hermano quedó admirado con la nueva adquisición. Su madre le dijo que no se quedara pasada las once y treinta de la noche porque eso por ahí era peligroso. John estaba muy contento escuchando su música favorita que se le pasó el tiempo volando y se le hizo tarde, tomó la decisión de salir a esa hora porque en su casa lo estaban esperando. Camino a su destino, saliendo de la casa de su hermano, pasó por el sector de la Puntilla y se encontró de frente con un número aproximadamente de veinte muchachos con machetes, palos y revólveres. Asustado, miró hacia atrás y venían los pandilleros de la Magdalena. Ese muchacho quedó como en la escena que ocurre con Buscapè en la película Ciudad de Dios. Pero mirando, viò una escapatoria, había una puerta abierta, sin pensarlo dos veces, se metió a esa casa, allí llegó, cerró la puerta y se encontró con una madre y una niña. La señora le dice que salga pero a John se le ocurre decirle que estaba armado pero en realidad lo que el tenia era unas gafas ocultas, al asomarse por las hendijas, viò como se desarrollaba la pelea, al dispersarse los combatientes a John le conmueve mirar a esa madre con su niña asustada y en ese momento le revela la verdad, que él no estaba armado y mucho menos era pandillero y que lo que había hecho lo hizo por salvar su vida, y le agradeció por haberle entendido su situación de desesperación.

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