Antología De Cuentos

Antología de cuentos

La razón por la cual decidí poner este tipo de cuentos en mi antología es muy fácil. En mi opinión me identifico mucho con la naturaleza, así que en esta antología no se verá mucho la ciudad.

Es por eso que decidí incluir estos títulos en mi antología.

El primer cuento se titula la vida en la selva. Muestra otra cara de la selva (tal vez no sea así, pero así la imagino yo).

La vida en la selva

Lejos de esta grande y civilizada ciudad, existe una pequeña familia, una familia un poco inusual. Esta familia estaba conformada por diferentes animales. Un jabalí que fue abandonado cuando apenas era un indefenso bebe, un jaguar que era despreciado en su manada por ser demasiado pequeño, una jirafa que tenía el cuello tan largo que era más alta que los arboles de donde bajaba sus alimentos, una hipopótamo que también era despreciada por los demás por ser demasiada delgada, y por ultimo un pequeño y rebelde león que había escapado de su manada, él era el nuevo del grupo.

La más grande del grupo o familia era la hipopótamo que se llamaba Rita, resulta que ella y la jirafa, Lola, se conocieron en una pequeña fiesta que ofreció un amigo de ambos, el cotorro morro, fue entonces cuando decidieron viajar juntos y conocer el resto de la selva.

Poco a poco fueron encontrando a los demás, primero encontraron al pobre Jabalí, era un pequeño bebe que apenas y tenia dientes, decidieron nombrarlo rhino.

Después encontraron al pequeño, pero fuerte Omar, el jaguar. Cuando lo veías parecía un indefenso gatito, pero si lograbas molestarlo, sería muy difícil llegar a contarlo.

Hace poco se les unió el pequeño Lio, un león rebelde que presumía ser el más fuerte de toda su manada, aunque nadie sabe nada acerca de por qué huyo de ella.

Todos los días, ese pequeño grupo recorre una pequeña parte de esa inmensa selva, esperando algún día terminar de recorrerla. También, en esos pequeños trayectos que recorren se viven muchas aventuras, hoy, por ejemplo, se levantaron y Omar junto con Lio fueron a buscar alimento, en el camino de regreso, se encontraron con una parvada de hurracas, la más inteligente de ellas los distrajo diciéndoles que podía enseñarles a volar, mientras que las demás robaban el alimento. Aprendieron la lección, por lo tanto tuvieron que volver a buscar alimento. Ya después de que todos habían comido siguieron su camino, ese día habían decidido caminar hacia las peligrosas cataratas, todo iba bien, cruzaron todo el camino hacia ellas, pero al llegar encontraron un puente, decidieron cruzarlo. El primero en cruzarlo, naturalmente, fue el Rhino, quien era el menos pesado, después siguió Omar, pero Rita y Lola estaban tan desesperadas que antes de que Lio pasara lo empujaron y pasaron ellas primero, sin fijarse que el puente no aguantaría su peso por mucho tiempo, Lio enojado salto junto con ellas haciendo que el puente se estremeciera, naturalmente este se rompió, provocando que todos cayeran.

No muy lejos de ahí estaban las hurracas que los habían engañado esa mañana, al oír los gritos corrieron a ver qué pasaba, los animales que colgaban del puente gritaron: ¡AYUDA! ¡Les daremos lo que ustedes quieran pero ayúdennos!

Las hurracas aceptaron y entre todas cargaron uno por uno a los animales en peligro. Cuando terminaron, pidieron su recompensa, ellas solo pidieron más de esa comida que les habían quitado en la mañana, complacidos ellos aceptaron dándoles lo que pedían, las hurracas contentas se fueron.

Haci como la de hoy ellos vivirán muchas más aventuras y tal vez encuentren a mas amigos que les acompañen.

El siguiente cuento habla sobre un naufrago que escribe en un diario lo que vive todos los días en esa grande Isla.

Para hacerla me inspire en mis propios sentimientos, que es lo que yo haría si estuviera varado en una isla así, o tal vez eso es lo que pienso que haría.

El diario de John Peterson

-Señor hay mucha agitación en el mar, parece que está a punto de desbordarse una gran tormenta. ¿Qué hacemos?

-No hay peligro, ¿acaso no tenemos a la mejor tripulación existente?

-Bueno… si

-Que, ¿acaso no tenemos a los mejores guías y timoneros?

-Sí, señor

- Y sobre todo, ¿Qué no estoy yo aquí?

-¡Si, señor!

-¡Entonces alcen las velas y sosténganse de lo que puedan!, tendremos turbulencias.

Ese soy yo, el arrogante capitán de un tonto barco, ese día desperté con ánimos de hacer historia, sería el primer hombre en navegar en el triangulo de las bermudas, y salir vivo. Al contrario, mi arrogancia fue suficiente para que nadie fuera testigo de mi vida. Ese día, efectivamente, logre surcar grandes olas con toda el agua golpeándome la cara como látigos, como duras rocas. Era tanta mi afición por tomar el timón y regresar que no me di cuenta cuando perdí a toda mi tripulación tampoco me di cuenta cuando la gran ola me azoto como a un niño con su juguete, perdí la conciencia.

Estaba tendido en la arena con el agua meciéndome como cuando niño mi madre lo hacía, desperté junto con un par de peces quienes me habían acompañado toda la noche. Al despertar me levante sin darme cuenta donde estaba, pensaba que la noche anterior había sido un sueño solamente, ahora quisiera que fuera así, no fue sino hasta caminar por horas en busca de mi barco y mi tripulación, cuando descubrí que yo era el único sobreviviente.

Encontré este pequeño diario en el que he decidido anotar todo lo que viva los próximos años de mi vida, si es que hay mas años.

He logrado construir un pequeño refugio, encontré agua que puedo beber no muy lejos de aquí. Este es el día número 8 de mi estancia aquí, estoy pensando en hacer un calendario al final de estas hojas, para no perder la esencia del tiempo, hoy es lunes 28 de agosto estoy en el año 1945.

El día de hoy encontré un jabalí, no uno pequeño, no, era inmenso y gordo, trate de capturarlo pero solo logre hacerme una gran herida en el tobillo, creo que como todos los días comeré pescado crudo, mañana intentare hacer fuego y un par de trampas para conejos que rondan en la noche, hoy es martes 5 de octubre del año 1945.

Estoy muy cansado, los últimos días no he podido capturar

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