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Resumen libro Antologia de Cuentos Juveniles

cassandrasilvaResumen26 de Septiembre de 2018

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Antología de Cuentos Juveniles

1. Todo es cuestión de redes

Nicolás se despidió de su padre con un beso. El desayuno había sido abundante (leche, queso, y pan). Don Pedro decía que el desayuno era lo más importante. Un amigo de su profesor le había ofrecido trabajo, ya que le faltaba el último año para terminar todo. Era un trabajo de chofer de camión en una fábrica de conservas. Don pedro y su difunta esposa se dedicaron a l trabajo del mimbre y la totora. Intentó obligar a su hijo que siguiera la tradición, pero no quiso.

Debía contestar a la propuesta en tres días más. En el puerto había un grupo de personas comentando que habían llegado dos ballenas y que las iban a cazar, lo que a él le pareció cruel. Su padre le contó una leyenda de las ballenas mágicas que salvaban a los hombres, mientras trenzaba una ballena de mimbre que le entregó a Nicolás.

Salió a caminar por la plaza y se encontró con su vecino Luis, que se acercaba presuroso. Su padre le había prometido una bicicleta nueva si la caza de ballenas salía bien. Nicolás sentía una sensación de pesadez en todo el cuerpo al pensar en las pobres ballenas y no podía dormir. Su padre para hacerlo sentir mejor le da a beber un agua de yerbas y le cuenta otra historia de los caballos negros que nunca había podido será apresados por el hombre.

A la mañana siguiente decidió dirigirse al puerto en vez de al colegio. Se acercó a la orilla del mar y comenzó a imaginar a las ballenas siendo asesinadas por los hombres. Pegó un grito angustioso y comenzó a llorar. Recordó a su padre y a su madre pensó que una tradición familiar no debía morir como las ballenas. Regresó a su casa, su padre le pregunta a qué hora irán a conversar con el hombre del terno verde, él le dice que ha ninguna hora, porque no quiere ir. Le dice: mi lugar está aquí.

2. La caja de Paulina

Al escuchar las voces y risas del primer piso Paulina siente miedo y se le aprieta el pecho. No sabe dónde esconder ese miedo que la tortura. Mira a su alrededor y mira una cajita con llave que tiene, pero no puede ser porque allí guardó la pena que sintió cuando su padre falleció hace un año atrás, junto a su foto. En su cajita de música metió sus esperanzas, ilusiones y sueños más secretos, estaba llena. Mientras piensa dónde guardarlo. Abajo su mamá camina junto al famoso Esteban y se despiden con un beso interminable. Es el prometido de su madre. Toma una caja de chocolates vacía que le regaló él y mete allí el miedo (mancha oscura) que siente, envuelto en el pañuelo que le regaló Esteban a su madre.

Al día siguiente van juntos a la playa, su madre la avergüenza contándole a Esteban que le da miedo bañarse en el mar. Más tarde caminando en las rocas húmedas Esteban la toma firme de su mano evitando que se caiga y no la vuelve a soltar. Esteban la carga dormida cuando llegan a casa y la deja con cuidado en la cama. La niña despierta se levanta abre la caja y extiende el pañuelo sobre la cama y descubre con asombro que no tiene absolutamente nada.

3. La promesa

Felipe y Daniela eran como dos caras de la misma moneda. Eran vecinos y habían compartido desde el jardín de infantes. Lo que los unía irremediablemente era la promesa de amistad que habían jurado antes de ingresar a estudiar. Un acuerdo que los amarraba para toda la vida y que ambos firmaron y enterraron en el jardín de la casa de Felipe junto a Max el perro que le regalaron sus abuelos y que murió atropellado.

Los días martes, miércoles y viernes se encontraban en 8 Norte con Libertad y juntos tomaban la micro que los acercaba a sus hogares. Felipe se preocupó muchísimo cuando Daniela faltó. Pensó que algo le había sucedido en el camino. Se fue rápidamente al colegio a preguntar si había asistido a clases. Allí se encontró con la Cota, la mejor amiga de Daniela, quien le dijo que se sintió mal y la llevaron a enfermería, luego su tía fue a buscarla para llevarla a casa. Ese día la mamá de Daniela no le permitió verla. Los días siguiente tampoco. La cota le dijo por teléfono que no había ido durante toda la semana. Un día pudo hablar con ella por teléfono, ella era la única que le decía “Pipe”. Le contó que sus padres no la dejaban ir al colegio y no sabía por qué.

Esa fue la última vez que Felipe habló con Daniela. Se preocupó de las pruebas finales y viajó a Santiago a un campeonato de futbol de los Padres Franceses, pero no lo pasó bien, extrañaba a Daniela. Un día sus padres hablaban en la habitación sobre Daniela, tenía cáncer. Él no comprendía cómo una niña de 14 años sufriera eso. Esa noche sus padres le contaron que tenía leucemia (cáncer a la sangre).

Daniela viajaría a Estados Unidos para someterse a un tratamiento médico. Cuando la internaron en el Hospital Naval, la enfermera de turno le permitió visitarla escondido. La vio dormitando en la cama y le tomó la mano y ella se la apretó.

Pensó en viajar a Estados Unidos, pero no tenía dinero. Pasaron tres meses sin verla. Un día de vuelta del colegio entró en la iglesia las carmelitas. Se hincó y rezó, suplicó por su amiga y ofreció su vida por la de ella. Felipe sintió que Dios lo comprendía. Sentía que Daniela no rompería la promesa de estar juntos toda la vida. Una mañana decidió salir a andar en bicicleta por la playa de Reñaca, entonces comprendió que solo debía esperar y ver qué cosas podían ocurrir, sin esperar nada.

4. El amuleto

Remó lentamente. Sabía que allí vivía Chalpe (dios de los infiernos) pero necesitaba cazar una presa para alimentarse y a sus hijas también, Quilineckde 14 y Aulieck de 16 años. Quería capturar a un wala (lobo marino), para obtener alimento y aceite.

Workwa observó la colonia de focas, pero sabía que no lo lograría. Ella era viuda y no era cazadora. Pero aun así se encomendó a Dios y se lanzó al mar, dejando la canoa amarrada, imitando la forma de cazar de su difunto esposo, llevó a dos perros con ella sabiendo de que si hería a una foca los perros la ayudarían a tomar la presa hasta la canoa. Lanza el arpón y la presa se lanza al mar, ella logra enterrarle otro arpón. La lleva a la orilla de la playa donde se alimenta junto a sus hijas y se cubren la piel con su aceite para el frio. Contaba con tres apones y una lanza, raspadores de concha, un cuchillo y su gran tesoro era una bolsa de cuero con piedras del fuego (pirita y cuarzo).

Esa noche lloraron las tres la muerte de Kankoat quien había sido asesinado. Había sido un buen hombre, proveedor. Murió cuando fueron atacados por una tribu enemiga, los onas, ellas se salvaron porque nadaron al mar donde se encontraba su canoa logrando huir. Se dirigieron hacia la isla de Tekenita, donde moraba el Dios de los infiernos quien se había apiadado de ellas y las había protegido, incluso le había regalado un amuleto, una moneda de oro, que encontró en un barco hundido en el mar y que colgó de su cuello.

A la mañana siguiente, lograron cazar dos guanacos y en la tarde recolectaron erizos. Encontró un clavo con el que hizo una punta de lanza para protegerse. Permanecieron en la isla tres años. Sus hijas tenían 17 y 19 años, ya podían casarse. Su hija mayor se casó con Wateni y la invitaron a formar parte de la familia. El hombre sabio de la tribu señalaba su talismán como maldito cada vez que la veía. Quisieron expulsarla de la tribu, pero Wateni la defendía porque era muy trabajadora. El Chiejáus, ceremonia yamana, donde se casó su hija mayor, era una ceremonia de iniciación para los jóvenes de 17 años, se les realizaban distintas pruebas de valor y se les enseñaba lo esencial para sobrevivir. La ceremonia duraba 3 meses.

El hombre sabio insiste en que queme el amuleto, pero ella se resiste teme que le sucedan cosas malas. Una noche su tienda fue incendiada, cuando logró salir vio al brujo pidiendo a la gente que la matara, ella para defenderse le lanza su arpón y lo mata. Estaba condenada de por vida. Los brujos eran sagrados. Nunca más volvió a ver a su familia. Tuvo que huir.

Volvió a la isla Tekenika. Un día se encontraba recolectando mariscos, sumergida en las rocas cuando vio aparecer la orea, una ballena voraz que quería comerla. Tuvo que permanecer en las rocas sumergida para que no la viera. Logró escapar, aunque la ballena asesina estuvo a punto de terminar con ella. Agradeció al talismán lograr escapar. Un día tuvo que dirigirse a una isla a buscar el anan que era indispensable para su supervivencia, ya que con ello reforzaba su canoa. Pero allí se encontraban tribus de onas, sus enemigos, allí encontró a un hombre con la pierna quebrada, era su enemigo, se dirigía a matarlo, pero al escuchar una canción que comenzó a cantar, se detuvo y decidió ayudarlo. En eso unos onas se acercaron al ver su canoa, el hombre la ayudó haciéndola pasar por su esclava. Se fueron juntos a su isla, ella lo llevó a la zona donde encontró su talismán, en los restos del naufragio encontró más monedas de oro, un hacha y una espada quebrada, platos de cobre y cantaros. Hicieron una trampa para cazar un puma y celebraron felices por obtener ese botín. Con el tiempo Anko comprendió que Workwa estaba muy enferma, él la cuido hasta su muerte. En ese momento decidió regresar con su antigua tribu. Años después, un bote ballenero se asentó en la isla y descubrieron la cueva donde descansaban los restos de la mujer y las monedas de oro sacadas del galeón español, agradecieron ese regalo y sepultaron sus huesos junto a sus armas por la fe cristiana deseándole que descansara en paz.

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