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Antología Literaria Latinoamericana


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2013  •  39.687 Palabras (159 Páginas)  •  357 Visitas

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LICENCIATURA EN PEDAGOGIA DEL ESPAÑOL

ANTOLOGIA LITERARIA DEL ROMANTICISMO ESPAÑOL

CATEDRÁTICO:

MTRO. PABLO GALLEGOS AVALOS

4to SEMESTRE - JUNIO/2013

ELABORADO POR:

SILVIA EDITH DELGADO SEGURA

“fama, dinero y libertad,

que es el chilindrón legítimo

de las felicidades...”

Diego de Torres Villarroel

«Yo nací entre las cortaduras del papel y los rollos de pergamino de una casa breve del barrio de los libreros de la ciudad de Salamanca» (escribe en su autobiografía.)

No se ha podido documentar la fecha de su nacimiento, pero sí la de su bautismo: el 18 de junio de 1694 en la ya desaparecida parroquia salmantina de San Isidoro y San Pelayo.

Su exploración aventurera en busca de caminos para ganarse la vida, su incomprobado y dudoso anecdotario (sacristán de ermitaño, curandero, bailarín, soldado, desertor, acompañante de una cuadrilla de toreros...) ha marcado indeleblemente su imagen folclórica, que tan frecuentemente ha suplantado su auténtica personalidad como escritor.

En la etapa preliteraria del autor transcurren años más ricos en vivencias que en bagaje cultural sólido; a los primeros latines en el pupilaje de Juan González de Dios, maestro siempre recordado con respeto y afecto, siguieron los estudios universitarios de las llamadas «Escuelas Menores», tras obtener una beca de retórica en el Colegio Trilingüe (1708-1713).

el ingreso en el subdiaconado (1715) por presión de su padre, que le exige sentar la cabeza y aspira en vano a colocarlo en un beneficio eclesiástico; la continuación de los estudios universitarios, con el contratiempo de la breve e injusta prisión que sufre (1717) por inmiscuirse en la batalla que dominicos y jesuitas mantenían en la Universidad a propósito de la alternancia de las cátedras; el despertar de una inquietud científica (o una cada vez más urgente búsqueda de salidas profesionales) que le empuja a lecturas dispersas e inevitablemente rancias al principio, de la filosofía a la alquimia, de la medicina a la astrología y las matemáticas, sin maestros capacitados que lo orienten ni libros modernos a su alcance.

En 1718 publica su primer Almanaque, hallazgo decisivo para su futura independencia económica y su alianza con el público, sin renunciar a construirse paralelamente una personalidad intelectual y socialmente respetable: 1718 es también la fecha de su primera y provisional vinculación docente a la universidad salmantina, como profesor sustituto de la cátedra de Astrología y Matemáticas.

Para 1920 durante su estancia en Madrid y su oficio de escritor y la penuria de los primeros meses, evocada en varios textos, se resolvería al cabo en bienestar y celebridad ante el éxito de sus Almanaques o Pronóstico; su asistencia a las tertulias en las que desde fines del XVII se debatían las novedades científicas y filosóficas.

Finalmente en 1922 publica sus primeras obras mayores, destinadas a labrarse un prestigio intelectual que sirviera de contrapeso docto al progresivo éxito popular del Gran Piscator de Salamanca, nombre con el que firma sus pronósticos.

En 1724, publica Viaje fantástico (cuya ampliación dará lugar en 1738 a Anatomía de todo lo visible e invisible), de profunda y sorprendente originalidad es Correo del otro mundo (1725), otro sueño (convertido en moderna novela de introspección), de 1726 es El ermitaño y Torres (continuado el mismo año con La suma medicina o piedra filosofal del ermitaño), Correo del otro mundo ofrece el testimonio vivo de unos tiempos de encrucijada, tanto en la batalla personal de Torres por su independencia como en el proceso de penetración de la ciencia y el pensamiento modernos..

El Piscator salmantino fue elevado a la cumbre de su celebridad, ya que el almanaque para 1724, que debería haberse puesto a la venta a finales de 1723, no recibió las licencias hasta marzo de 1724. Ironías del destino, el público quiso ver pronosticada la muerte del joven rey (Luis I) en una de sus reiteradas predicciones, infalibles a fuerza de vaguedad. Tal vez fuera esta: «Se muda el teatro en salón regio. Muertes de repente que provienen de sofocaciones del corazón y algunas fiebres sinocales con delirio». Al volver al trono Felipe V solicitaron un privilegio de exclusividad, a principios de 1725.

Sacudimiento de mentecatos (1726) fue un desahogo de autobiografismo desatado; una confesión de contundente y provocativa sinceridad, que proclama desafiante ante el mundo un sistema individualista de valores, centrado en el gozo de la vida, con resonancias subversivas de intensidad no igualada en otras páginas de las obras mayores del autor.

Ofrece en las tres partes de Visiones y visitas de Torres con Don Francisco de Quevedo por la Corte (1727-1728), A la misma modalidad pertenece La Barca de Aqueronte, que ya estaba compuesta en 1731, aunque no se publique -mutilada de los capítulos críticos más comprometidos- hasta 1743.

La línea de divulgación culmina en 1730 con Vida natural y católica, compendio de su visión armonizadora de hombre y naturaleza, cuerpo y alma, ciencia y fe.

Prolongación ejemplificadora del libro anterior es en cierto modo Los desahuciados del mundo y de la gloria (1736-1737), que cierra el ciclo de los sueños y aun de las obras mayores, con la excepción de la Vida.

Decide escribir su Vida, para que sirviera de autorreivindicación primero, y luego como broche final a un primer intento de recopilación de sus obras que inicia en 1738.

El texto de la Vida testimonia a las claras en 1743 la recuperación de Torres y su renovada vitalidad. Pero en el mismo año un edicto de la Inquisición ordena retirar y expurgar Vida natural y católica, aparecida trece años antes con todas las autorizaciones legales, esto minó su naturaleza, quitó aliento a su capacidad creativa, lo llevó al sacerdocio (1745) y cambió sustancialmente su vida.

Suplica al rey en un memorial que le ordene escribirla, para que le sirva de defensa en el juicio que no tuvo. Tras la condena inquisitorial de 1743, no solo amplía la Vida con una nueva entrega que da cuenta del episodio, sino que se prepara para responder con la reafirmación y exhibición de su entero ser: la edición de los catorce tomos de sus Obras Completas (1752).

En adelante sólo escribirá la última entrega

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