Antología Literaria
Enviado por nabovi • 19 de Marzo de 2013 • 8.175 Palabras (33 Páginas) • 363 Visitas
FÁBULA.
Las fabulas son composiciones literarias breves en las que los personajes casi siempre son animales que presentan características humanas como el hablar. Estas historias concluyen con una enseñanza o moraleja de carácter instructivo, que suele figurar al final del texto.
El origen de la fábula o apólogo como género literario es muy antiguo y parece remontarse a los países orientales, principalmente a la literatura indostánica. Como es sabido, se trata de una composición literaria, predominante en verso, en la que personas humanas o seres irracionales personificados nos dan una enseñanza moral o útil. Grecia fue la primera en emplearla en el mundo occidental, siendo su figura mas importante la de Esopo, que, según la tradición, vivió en la segunda mitad del siglo VI a. de J.C., y a cuya legendaria personalidad se atribuyen todas las fabulas en circulación en la antigua Grecia.
La fabula, transmitida a la literatura latina, tiene otra de sus grandes figuras en Fedro, esclavo macedonio emancipado por Augusto. El género llega a España a través de dos fuentes: la occidental, mediante el fabulista romano Aviano, en el siglo XIII, y la oriental, a través de la traducción del Calila e Dimna, siendo empleada en castellano por el Arcipreste de Hita, y en catalán por Raimundo Lulio.
El burro flautista.
Esta fabulilla,
Salga bien o mal,
Me ha ocurrido ahora
Por casualidad.
Cerca de unos prados
Que hay en mi lugar
Pasaba un borrico
Por casualidad.
Una flauta en ellos
Halló, que un zagal
Se dejo olvidada
Por casualidad.
Una flauta en ellos
Hallo, que un zagal
Se dejo olvidada
Por casualidad.
Acercóse a olerla
El dicho animal
Y dio un resoplido
Por casualidad.
En la flauta el aire
Se hubo de colar,
Y sonó la flauta
Por casualidad.
-¡Oh –dijo el borrico-,
Qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
La música asnal!
Sin reglas del arte
Borriquitos hay,
Que una vez aciertan
Por casualidad.
El asno sesudo.
Cierto burro pacía
En la fresca y hermosa pradería
Con tanta paz, como si aquella tierra
No fuese entonces teatro de la guerra.
Su dueño, que con miedo le guardaba,
De centinela en la ribera estaba:
Divisa al enemigo en la llanura,
Baja, y al buen borrico le conjura
Que huya precipitado.
El asno muy sesudo y reposado,
Empieza a andar a paso perezoso.
Impaciente su dueño y temeroso
Con el marcial ruido
De bélicas trompetas al oído,
Le exhorta con fervor a la carrera.
¡Yo correr! –dijo el asno-, bueno fuera:
Que llegue enhorabuena Marte fiero:
Me rindo, y él me lleva prisionero.
¿servir aquí o allí, no es todo uno?
¿Me pondrán dos albardas? No, ninguno.
Pues nada pierdo, nada me acobarda:
Siempre seré un esclavo con albarda.
No estuvo más en sí, ni más entero
Que el buen pollino, Amiclas el barquero
Cuando en su humilde choza le despierta
Cesar, con sus soldados a la puerta,
Para que a la Calabria los guiase.
¿Se podría encontrar quien no temblase
Entre los poderosos
De insultos militares horrorosos
De la guerra enemiga?
No hay sino la pobreza que consiga
Esta gran esencion; de aquí le viene:
Nada teme perder quien nada tiene.
El topo y otros animales.
Ciertos animalitos,
Todos de cuatro pies,
A la gallina ciega
Jugaban una vez.
Un perrito, una zorra
Y un ratón, que son tres;
Una ardilla, una liebre
Y un mono, que son seis.
Este a todos vendaba
Los ojos, como que es
El que mejor se sabe
De las manos valer.
Oyó un topo la bulla,
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