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Barroco

lizhetgaarEnsayo28 de Mayo de 2014

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Barroco:

Características:

El Barroco fue un período de la historia en la cultura occidental originado por una nueva forma de concebir las artes visuales (el «estilo barroco») y que, partiendo desde diferentes contextos histórico-culturales, produjo obras en numerosos campos artísticos: literatura,arquitectura, escultura, pintura, música, ópera, danza, teatro, etc. Se manifestó principalmente en la Europa occidental, aunque debido al colonialismo también se dio en numerosas colonias de las potencias europeas, principalmente en Latinoamérica. Cronológicamente, abarcó todo el siglo XVII y principios del XVIII, con mayor o menor prolongación en el tiempo dependiendo de cada país. Se suele situar entre el Manierismo y el Rococó, en una época caracterizada por fuertes disputas religiosas entre países católicos y protestantes, así como marcadas diferencias políticas entre los Estados absolutistas y los parlamentarios, donde una incipiente burguesía empezaba a poner los cimientos del capitalismo.1

Como estilo artístico, el Barroco surgió a principios del siglo XVII (según otros autores a finales del XVI) en Italia —período también conocido en este país como Seiseno—, desde donde se extendió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término «barroco» tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, engañoso, caprichoso, hasta que fue posteriormente revalorizado a finales del siglo XIX por Jacob Burckhardt y, en el XX, por Benedetto Croce y Eugeni D’Ors. Algunos historiadores dividen el Barroco en tres períodos: «primitivo» (1580-1630), «maduro» o «pleno» (1630-1680) y «tardío» (1680-1750).2

Aunque se suele entender como un período artístico específico, estéticamente el término «barroco» también indica cualquier estilo artístico contrapuesto al clasicismo, concepto introducido por Heinrich Wölfflin en 1915. Así pues, el término «barroco» se puede emplear tanto como sustantivo como adjetivo. Según este planteamiento, cualquier estilo artístico atraviesa por tres fases: arcaica, clásica y barroca. Ejemplos de fases barrocas serían el arte helenístico, el arte gótico, el romanticismo o el modernismo.2

El arte se volvió más refinado y ornamentado, con pervivencia de un cierto racionalismo clasicista pero adoptando formas más dinámicas y efectistas y un gusto por lo sorprendente y anecdótico, por las ilusiones ópticas y los golpes de efecto. Se observa una preponderancia de la representación realista: en una época de penuria económica, el hombre se enfrenta de forma más cruda a la realidad. Por otro lado, a menudo esta cruda realidad se somete a la mentalidad de una época turbada y desengañada, lo que se manifiesta en una cierta distorsión de las formas, en efectos forzados y violentos, fuertes contrastes de luces y sombras y cierta tendencia al desequilibrio y la exageración.3

Autores, Biografías y Poemas:

Luis de Góngora1

La poesía innovadora del poeta español Luis de Góngora (1561-1627) suscitó desde sus orígenes enormes controversias entre sus defensores y detractores que duraron hasta 1927, año del tercer centenario de su muerte, cuando una nueva generación de poetas españoles, entre ellos, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Rafael Alberti, lo aclaman como a uno de sus maestros rindiéndole un homenaje que las autoridades academicistas se habían negado a realizar. Este fragmento, recitado por un actor, pertenece a los primeros versos de Soledades. El retrato de la ilustración fue pintado por Diego de Silva Velázquez.

Los celos

¡Oh niebla del estado más sereno,

furia infernal, serpiente mal nacida!

¡Oh ponzoñosa víbora escondida

de verde prado en oloroso seno!

¡Oh, entre el néctar de Amor mortal veneno,

que en vaso de cristal quitas la vida!

¡Oh, espada sobre mí de un pelo asida,

de la amorosa espuela duro freno!

¡Oh celo, del favor verdugo eterno!,

vuélvete al lugar triste donde estabas,

o al reino (si allá cabes) del espanto;

Mas no cabrás allá, que pues ha tanto

que comes de ti mismo y no te acabas,

mayor debes de ser que el mismo infierno.

La dulce boca que a gustar convida...

La dulce boca que a gustar convida

un humor entre perlas destilado,

y a no envidiar aquel licor sagrado

que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

amantes, no toquéis, si queréis vida;

porque entre un labio y otro colorado

Amor está, de su veneno armado,

cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas, que la Aurora

diréis que, aljofaradas y olorosas,

se le cayeron del purpúreo seno;

¡manzanas son de Tántalo, y no rosas,

que después huyen del que incitan ahora,

y sólo del Amor queda el veneno!

Lope de Vega

El dramaturgo español y creador del teatro nacional, Lope de Vega (1562-1635), abruma en su grandeza; Miguel de Cervantes le llamó "monstruo de la Naturaleza" con cierta envidia y desprecio aunque también reconoció que había logrado "el cetro de la monarquía teatral". La fecundidad literaria de Lope de Vega es impresionante; cultivó todos los géneros vigentes en su tiempo, dando además forma a la comedia. Escribió unas 1.500 obras teatrales, muchas de ellas perdidas, entre las que se encuentran auténticas joyas de la literatura universal como El caballero de Olmedo.

A la noche

Noche, fabricadora de embelecos,

loca, imaginativa, quimerista,

que muestras al que en ti su bien conquista

los montes llanos y los mares secos;

habitadora de celebros huecos,

mecánica, filósofa, alquimista,

encubridora mil, lince sin vista,

espantadiza de tus mismos ecos:

la sombra, el miedo, el mal se te atribuya,

solícita, poeta, enferma, fría,

manos del bravo y pies del fugitivo.

Que vele o duerma, media vida es tuya:

si velo, te lo pago con el día,

y si duermo, no siento lo que vivo.

A una calavera de mujer

Esta cabeza, cuando viva, tuvo

sobre la arquitectura de estos huesos

carne y cabellos, por quien fueron presos

los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,

marchita ya con tan helados besos;

aquí los ojos, de esmeralda impresos,

color que tantas almas entretuvo;

aquí la estimativa, en quien tenía

el principio de todo movimiento;

aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!

En donde tanta presunción vivía

desprecian los gusanos aposento.

Baltasar Gracián

(1601-1658), autor español de obras didácticas, que forma con Francisco de Quevedo la pareja más destacada de los grandes prosistas del conceptismo barroco. Estudió en Toledo e hizo los votos como jesuita en 1635. Enseñó en colegios de Calatayud, Zaragoza y Tarragona y gozó de fama como predicador en Madrid.

Hay besos

Hay besos que pronuncian por sí solos

la sentencia de amor condenatoria,

hay besos que se dan con la mirada

hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles

hay besos enigmáticos, sinceros

hay besos que se dan sólo las almas

hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,

hay besos que arrebatan los sentidos,

hay besos misteriosos que han dejado

mil sueños errantes y perdidos.

Creo en tí amigo

Creo en tí amigo:

Si tu sonrisa es como un rayo de luz

que alegra mi existencia.

Creo en ti amigo:

Si tus ojos brillan de alegría al encontrarnos.

Creo en ti amigo:

Si compartes mis lágrimas y

sabes llorar con los que lloran.

Creo en ti amigo:

Si tu mano está abierta para dar y

tu voluntad es generosa para ayudar.

Francisco de Quevedo

(1580-1645), escritor español, que cultivó tanto la prosa como la poesía —ambas en multitud de facetas con resultados extraordinarios— y que es una de las figuras más complejas e importantes del barroco español.

PASIONES DE AUSENTE ENAMORADO

Este amor, que yo alimento

de mi propio corazón,

no nace de inclinación

sino de conocimiento.

Que amor de cosa tan bella,

y gracia que es infinita,

si es elección, me acredita;

si no, acredita mi estrella.

Y, ¿qué deidad me pudiera

inclinar a que te amara,

que ese poder no tomara

para sí, si le tuviera?

Corrido, señora, escribo

en el estado presente,

de que estando de ti ausente,

aún parezca que estoy vivo.

MADRIGAL

Está la ave en el aire con sosiego,

en la agua el pez, la salamandra en fuego,

y el hombre, en cuyo ser todo se encierra,

está en sola la tierra.

Yo sólo, que nací para tormentos,

...

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