Bodas De Sangre (ensayo)

ENSAYO LITERARIO

SOBRE LA OBRA DE FEDERICO GARCÍA LORCA

Introducción

A comienzos del siglo pasado, en una España marcada por la crisis, un grupo de excelentes escritores, denominado más tarde como Generación del 27, se destacó por ofrecer una imagen real del mundo volcado en un legado poético que hoy podemos disfrutar y que nos permite conocer su visión de aquellos tiempos convulsionados.

De esta Generación fue elegido Federico García Lorca y su obra Bodas de Sangre, una de las más representativas, en la que plasma –mediante el desarrollo de una tragedia– la vida rural de la España de principios del siglo XX.

En ella aparece fielmente descripto el rol femenino en dicho contexto: sus obligaciones giraban entorno a los quehaceres domésticos y a sus responsabilidades de esposa y madre. El hombre en cambio es el encargado de procurar el sostén económico de su familia.

Con tono tradicionalista y popular, sin dejar de lado las innovaciones literarias como la utilización de metáforas brillantes, Lorca nos da una idea de cómo vivían las mujeres en esa época, relegadas a un segundo plano. En la obra, el genial poeta las realza, concediéndoles una energía que las mueve a la acción, no como lo impone la sociedad sino como lo dicta su voluntad y sus sentimientos, desafiando las consecuencias que acarreará tal comportamiento.

La lucha en defensa del rol femenino

En la introducción del presente trabajo expuse la temática principal que inspiró este análisis de la obra de García Lorca desde otro punto de vista.

En Bodas de Sangre el autor toma la posición de uno de los sectores marginados de la época: el de las mujeres. Las libera de la sumisión y las reviste de un carácter inusitado, les otorga un protagonismo mediante el cual ellas revelan sus sentimientos.

Como ya mencioné anteriormente, la mujer no podía ejercer trabajos fuera de su hogar. Era el varón el encargado de mantener a la familia, mientras que ella ayudaba en la economía del hogar trabajando en la huerta familiar, realizando labores como lavado y planchado para otros, pero sin salir de su casa. Otro “deber” era engendrar y criar a los hijos, coser y bordar. En el cuadro 1º del acto l encontramos referencias a estos quehaceres cuando la madre manifiesta al novio su deseo de que él fuera mujer:

MADRE: “Que me gustaría que fueras una mujer. No te irías al arroyo ahora y bordaríamos las dos cenefas y perritos de lana”

(Pág. 9 y 10)

La madre quiere que tenga las mismas obligaciones que ella. Así el autor nos da a conocer por boca de la madre, el papel y el lugar que le correspondía a la mujer en esa época.

Más adelante podemos conocer por la actitud del padre de la novia, el sometimiento al que estaba condenada la mujer, cuando en el cuadro 3º del acto l dice de su hija:

PADRE: “No habla nunca; suave como lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes”.

(Pág. 27)

Este pasaje y el anterior describen las obligaciones de la mujer en su obrar: no hablar, ser sumisa, obediente y pasiva.

Pero García Lorca reviste a la novia de un carácter enérgico que no concuerda con el que está

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