Casa De Muñecas

Una casa de muñecas (1879): “tragedia contemporánea”.

Lic. Karina Giberti

Ocupando un sitio de honor desde su aparición en la escena dramática europea, Casa de muñecas (Et Dukkehjem) ayudó a construir la fama y el prestigio de Henrik Ibsen como dramaturgo internacional e inauguró una larga tradición de personajes femeninos que buscan afirmar su personalidad y su derecho a la libertad en un medio hostil.

Escrita durante la estadía de Ibsen en Italia entre los meses de mayo y agosto de 1879 y corregida hacia mediados de septiembre del mismo año, Una casa de muñecas fue publicada el 4 de diciembre de 1879 en Copenhague y, según afirman las crónicas de la época, agotó su primera edición en menos de un mes. Pocos días después de su lanzamiento editorial fue estrenada el 21 de diciembre en el Det Kongelige Teater de Copenhague bajo la dirección de H. P. Holst, con las actuaciones de Betty Hennings como Nora y Emil Poulsen como Torvaldo. Un mes más tarde fue llevada a escena en el Dramaten de Estocolmo, Suecia (8 de enero de 1880), en el Teatro de Cristianía, Noruega (20 de enero) y en el Den Nationale Scene de Bergen, Noruega (30 de enero); el 25 de febrero del mismo año fue representada por primera vez en el teatro nacional de Finlandia en Helsingfors y el 6 de febrero se presentó en Kiel, Alemania, iniciando así una oleada de estrenos sucesivos en otras salas de ese país.

El metódico trabajo de Ibsen en sus notas y borradores nos permiten conocer más acerca de la génesis de este texto sobre el cual “(…) gira todo el mundo femenino ibseniano” (De La Guardia: 1947, 141, crítico que habla del “noraísmo”). Las primeras anotaciones para Una casa de muñecas remiten al 19 de octubre de 1878 y se aglutinan bajo el título “Notas para una tragedia contemporánea”. Allí el autor reflexiona acerca de las diferencias en el tratamiento a hombres y mujeres, afirmando la existencia de “(…) dos tipos de leyes espirituales y dos tipos de conciencia – una para los hombres y una para las mujeres. No se entienden entre sí, pero en los asuntos prácticos de la vida las mujeres son juzgadas por la ley de los hombres, como si fueran hombres y no mujeres”

El disparador de este pensamiento y del relato que luego se apoyaría en él se relaciona directamente con la historia del propio autor noruego. A fines de la década de 1860 éste había tomado contacto con una joven escritora llamada Laura Smith Petersen, quien había realizado una novela que continuaba su pieza Brand. Casada luego con Victor Kieler, esta mujer pidió un préstamo y cometió fraude para salvar la vida de su marido enfermo. Cuando la estafa se descubrió, éste solicitó el divorcio y la custodia de los hijos de ambos. Laura Kieler fue internada en un manicomio y sólo se le permitió su salida bajo la custodia de su ahora ex – marido.

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