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Castor


Enviado por   •  17 de Octubre de 2012  •  Informes  •  2.870 Palabras (12 Páginas)  •  468 Visitas

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El estilo del castor: EJERCER EL CONTROL SOBRE EL CUMPLIMIENTO DE LA META Andy dijo: "Cada castor tiene un alto grado de control sobre su propio destino. Ellos deciden cómo debe hacerse el trabajo. Operan como contratistas independientes". Ahí estaba. El estilo del castor. Si hubiera tenido alguna duda sobre su significado exacto, Andy la habría despejado con lo que dijo a continuación. "Aunque todo el mundo tenga el espíritu de la ardilla, la organización no puede ser Gung Ho si la gerencia obliga a los trabajadores a hacer todo conforme a unas reglas impuestas. Lo más probable es que el estilo de la gerencia no sea el de los trabajadores, de manera que éstos no podrán producir a la medida de sus capacidades. Además, es probable que el estilo de los trabajadores sea mejor. Mucho mejor. No hay nada que destruya más rápidamente a Gung Ho que la miopía y la mezquindad de la gerencia, la cual carcome el amor propio de los trabajadores al insistir en que las cosas se hagan a la manera de los jefes. "¡Ay! Eso suena exactamente como Walton Works #2". “Así es, ¿o no?", dijo Andy con su estilo característico de hablar sin rodeos. "Estos castores no logran estas maravillas de la ingeniería en respuesta a las órdenes de algún otro castor. Cada uno de ellos se ingenia la forma de reparar la presa. Si quieren trabajar en un extremo, está bien. Si desean traer ramas pequeñas, perfecto. Hacen uso de su buen criterio. "Es importante comprender que estos castores hacen lo que hacen porque quieren. No porque alguien los obliga a hacerlo. El estilo del castor implica que los miembros del equipo deben ejercer el control sobre el cumplimiento de sus metas. El abuelo decía que era hacer el trabajo correcto de la forma correcta". "Eso sí no suena como Walton Works #2".

"Claro que no. Esas personas no son realmente miembros de un equipo. Son trabajadores. Sus órdenes son cumplir órdenes. No es muy interesante. No llena. Pero cuando tú abras el espacio para que los empleados puedan opinar sobre la manera de hacer las cosas y acepten el desafío, esa planta se volverá irreconocible". “¿No hay posibilidad de que yo pueda señalar el camino?", pregunté. "Suena como si lo que me estuvieras pidiendo fuera entregar la fábrica a los trabajadores, sólo que ahora deberán llamarse miembros del equipo, y eso es todo". "Nada menos cierto. Tu labor como gerente general es la misma de cualquier buen líder. Hacer saber a la gente por qué su trabajo vale la pena. Decidir hacia dónde deseas ir. Asegurarte de que el equipo comparta tu meta. Ayudar a establecer los valores. Asignar los recursos. Mantener a raya a quienes hacen las reglas. Asegurarte de tener el apoyo que necesitas tanto adentro como afuera de la organización. Mantener la vista en el futuro para alejar las tribulaciones y estar lista para cambiar de dirección. "¿En cuanto al equipo? Debes dejar trabajar a quienes en realidad hacen el trabajo. Tu deber como líder es saber hacia dónde va la planta. El deber de los miembros del equipo es llevarla hasta allá". Pensé que Andy había terminado, pero prosiguió con una lección que habría de ser la más importante y útil de ese día. "Al establecer las metas y los valores fundamentales, tú defines el campo de juego y las reglas. Tú decides quién juega en cada posición. Después debes abandonar el campo y permitir que los jugadores se encarguen del balón. "Las metas y los valores son las rayas laterales. Los jugadores deben saber que, mientras se ajusten a las reglas, podrán jugar en cualquier parte dentro de las rayas. Y tendrán que saber que mientras la pelota esté en movimiento, tú permanecerás fuera del campo. "Si deseas que las personas asuman el mando, tendrás que darles la libertad para hacerlo, y la libertad viene de saber con exactitud cuál es el territorio de cada quien. El hecho de saber hasta dónde pueden llegar sin salirse de los límites debe ir a la par con saber que el jefe no está ansioso por inmiscuirse y asumir el control". "Es algo paradójico", dije yo. "Al establecer los límites se le da al mismo tiempo a la gente la libertad para moverse". "Cuando les dices hasta dónde pueden llegar, lo que en realidad les estás diciendo es hasta dónde estás tú dispuesta a llegar", replicó Andy. "El abuelo decía que el Gran Espíritu dibujó en la mente de los castores una presa perfecta, les dio un río y unos árboles y luego les entregó el mando dejándolos solos". 22. Tras una pausa dije: "Si todo el mundo tomara decisiones por su lado como estos castores, sería un verdadero caos aun existiendo metas y valores para fijar los límites". "Eso sería cierto si las personas fuéramos castores", dijo Andy. "Pero no lo somos. Hay varias cosas que nos diferencian de los otros animales. Los pulgares, el lenguaje y - en una medida mucho, pero mucho mayor que el resto de las especies - el hecho de trabajar juntos para lograr nuestras metas. Y recuerda que gracias al espíritu de la ardilla ya hemos establecido metas bien claras y compartidas. Podrá haber algunos rebeldes, los cuales no son malos si son pocos, pero en general la gente tiende a trabajar junta. "El verdadero secreto del éxito como gerente está en descubrir lo que la gente hace de manera natural y después determinar la forma de adaptar la organización para aprovechar ese comportamiento natural. Son demasiados los gerentes que enfocan su labor al revés”. “Podrá ser natural, pero tengo la sensación de que de todas maneras ha de ser muy duro", dije. "Lo será. No será fácil para ti. Es difícil ser jefe sin ser mandón. Se necesita un alto grado de amor propio. Pero será más difícil para los miembros del equipo que para ti". "¿Qué quieres decir? Ellos acaban teniendo mayor control. ¿Cómo puede eso ser difícil? ¿No es eso lo que desean?", pregunté. "Es lo que la mayoría de ellos desea y con el tiempo responderán. Pero cambiar es difícil. Es probable que no les agrade la manera como se hacen las cosas en la actualidad, pero al menos saben manejarla. Los problemas viejos y conocidos de siempre son más cómodos que los nuevos y desconocidos". Los castores comenzaron a salir del otro lado del estanque. Hicimos silencio y los observamos regresar a su trabajo. Trabajaban al estilo del castor: cada uno ejerciendo el control sobre la forma de cumplir la meta. El trabajo correcto hecho de la manera correcta. Un rato después, algo alarmó a uno de ellos y entonces, golpeando el agua con la cola, se sumergió seguido rápidamente por los demás. "Más vale que regresemos", dijo Andy. "Podemos continuar con la conversación por el camino".

Envolvimos la talla del castor en su bolsa protectora y la guardamos

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