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China Poblana


Enviado por   •  4 de Marzo de 2015  •  947 Palabras (4 Páginas)  •  170 Visitas

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Las lentejuelas, como fragmentos de estrellas, brillan luminosas sobre el castor de lana escarlata de la china poblana, aprisionadas por pequeñas cuentas de vidrio de misteriosa belleza.

Hace mucho tiempo en una ciudad de la India llamada Agra reinaba la dinastía del Gran Mogol, donde nació la princesa Mirrah. A causa de una guerra sus padres se la llevaron a vivir a Surat; allí la niña descubrió el mar y pasaba las horas haciendo castillos de arena y recogiendo conchas y caracoles que guardaba en su paliacate.

Cierto día, una lancha llegó a la playa y de ella saltaron dos piratas roba chicos que en un abrir y cerrar de ojos atraparon a la princesita y se la llevaron en un barco a la costa de Malabar. Ahí, Mirrah se encontró con otros niños robados. La princesa era la más bonita, por eso todos los piratas querían quedarse con ella. Un viejo pirata con pata de palo y parche en el ojo, le lanzó un puñal y la hirió. Al verla lastimada, los demás piratas se compadecieron de ella y llamaron al padre jesuita que vivía en un convento cercano. El jesuita además de curarla aprovechó la oportunidad de hacerla cristiana y bautizarla con el nombre de Catarina de San Juan.

De Cochin, los piratas se dirigieron a Manila, para vender a los niños. Entre los comerciantes que llegaron para comprar a los chinos, estaba uno que traía un encargo del Virrey de la Nueva España, don Diego Carrillo y Pimentel, de conseguirle una esclava chinita de buen parecer y gracias para doña Juana, su esposa, así que acudió al mercado de esclavos de Manila, donde los piratas habían llegado con los niños para venderlos.

El comerciante deslumbrado por los grandes ojos negros y la piel morena clara de Catarina, la compró enseguida.

Pasados varios días llegaron al puerto de Acapulco, en México. Tras recoger una mercancía más, y enterarse que el Virrey de la Nueva España ya se había ido, el comerciante aprovechó para vender a Catarina al capitán poblano, Miguel Sosa, quien andaba buscando una esclava para su esposa Margarita Chávez. Así fue como por azares del destino la princesa hindú llegó a vivir a Puebla de los Ángeles.

La belleza y dulzura de Catarina conquistaron el corazón de doña Margarita, quien la vistió con el mismo lujo que acostumbraban hacerlo las damas de la época cuando salían a pasear con las lindas esclavas.

Le puso una camisola con mangas de rico lienzo de Holanda, una enagua de seda o de indiana finísima recamada con randas de oro y plata, un ceñidor tejido de hijos de oro y un rebocillo corto para que dejara lucir su talle. Además le engalanó con collares y pulseras de perlas y aretes de piedras preciosas

Un día Catarina, fue al mercado y se alegró al ver que vendían paliacates, pues le recordaban su tierra, así que compró algunos para hacerse unas enaguas. Como le quedaron cortas

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