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Comentario de texto Rosalía de Castro

Victoria CasasTrabajo17 de Marzo de 2021

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ROSALÍA DE CASTRO, “Sedientas las arenas, en la playa”

LOCALIZACIÓN: El poema pertenece a En las orillas del Sar,  publicado en1884, un poemario en castellano, cuyos temas y tono comparte con Follas novas (1880). Se trata de una poesía desengañada, dolorida, desolada. La autora se refugia en sí misma. A nivel temático, destacan el dolor, la “saudade”, la religión, el amor y las sombras. En algunos poemas, sin embargo, como en el caso que nos ocupa, asoma una tímida esperanza de alcanzar la paz algún día.

ESTRUCTURA EXTERNA: Se trata de un poema de 16 versos endecasílabos, distribuidos en dos estrofas de ocho versos cada una. En ambas riman los versos pares en asonante: á-o en la primera (“abrasados, murmurando”, etc)  y en la segunda í-e (“límites”, inextinguible”, etc).

TEMA: El tema que se aborda en el poema es la esperanza de que algún día termine el sufrimiento que atenaza a la autora, de que quizás logre alcanzar la paz.

ESTRUCTURA INTERNA: Se pueden distinguir dos partes en la composición: la primera coincide con la primera estrofa (vv 1-8) y la segunda, con la segunda estrofa (vv. 9-16).

COMENTARIO: 

En la primera parte, se produce la identificación de la autora con un elemento de la Naturaleza: las arenas de la playa, idea explicitada por la autora en el verso 5 (“arenas, de mi suerte imagen”). Estas arenas siempre estarán sedientas porque aunque el agua del mar llegue hasta ellas, siempre retrocederá. Rosalía lo expresa a través de una personificación (“sedientas arenas”) y de una metáfora: los rayos del sol incidiendo en la playa son “besos abrasados”. Hay que destacar aquí también la aliteración de  eses (sedientas, sienten, sol, besos, abrasados). Este ir y venir del agua constituye un “suplicio sin término”, que se compara con el del mitológico Tántalo, condenado en el Tártaro a hambre y sed eterna.  Es por ello por lo que la poetisa utiliza la adjetivación “pobres” , “secas y mudas”: las arenas son dignas de compasión, y provocan en la autora un sentimiento casi de asombro, como se puede comprobar en el verso 6 (“no sé lo que me pasa al contemplaros”), al darse cuenta de que son una imagen perfecta de su sed. Ahora bien, a diferencia de lo que les ocurre a las arenas, que anhelan el agua del mar, la autora no especifica en esta parte qué es lo que provoca su sed.

La segunda parte se abre con un nexo adversativo (“pero”) que anuncia que se va a matizar lo expuesto anteriormente. En efecto, Rosalía muestra una ligera esperanza de que algún día las arenas consigan saciar esa “sed inextinguible”. Para ello, el mar tendrá que salvar unos límites que la autora califica de “misteriosos” (v.10), con anteposición adjetival. A continuación, en los vv. 13 a 16, se amplia esta idea: no sólo puede ser que ocurra ese milagro, sino otro más importante porque atañe a la poetisa, a su “alma ardiente” (v. 15), que quizás podrá -también ella- saciar su sed. Hay que subrayar aquí el uso de la modalidad exclamativa, que ocupa los cuatro versos: el “¿quién sabe? se ha convertido en un ¡quién sabe!, la duda se ha convertido en esperanza. Queda, sin embargo, por especificar –tal como se ha apuntado- cuál es la naturaleza de esa sed. ¿A qué se está refiriendo Rosalía? ¿A una sed de Dios, de conocimiento divino? ¿O más bien la angustia existencialpropia de la naturaleza humana de la que la autora habla en otros poemas de En las orillas..? Apoyan la primera hipótesis algunas expresiones como “alma ardiente” (v. 15) que recuerda a la poesía mística y, sobre todo, el último verso, con la mención de los “serafines”, ángeles celestiales, que habitan al lado de Dios y por tanto tienen acceso a su amor.

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