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Comunicacion Humana


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  2.132 Palabras (9 Páginas)  •  159 Visitas

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EN EL EQUIPO DE ATLETISMO DE LA UNIVERSIDAD

El primer día que Yeray hizo su entrada en la universidad se quedó perplejo, nunca había visto nada igual. Aquel edificio no era como el del colegio donde había estado doce años, este era mucho más grande y no tenía pinta de escuela, sino que parecía mas bien un museo. Las puertas de entrada eran de madera con relieves, medían sobre cuatro metros de altas y tenía cuatro columnas de mármol, dos a cada lado de cada puerta. Para acceder a la entrada había que subir unas escaleras de mármol y en los descansillos de las escaleras había unas estatuas de bronce: en la parte izquierda según se subían las escaleras se podía ver a un chico de pie con un libro abierto en las manos y en la parte derecha a una chica sentada en una silla escribiendo sobre un cuaderno.

A ambos lados del edificio principal había cantidad de árboles de diferentes clases, por sus tamaños se podría decir a ciencia cierta que aquellos árboles tenías más de doscientos años, eran enormes, en su parte más baja eran más anchos que una persona con los brazos en cruz. Todos los alrededores de la universidad estaban decorados por una fina hierba donde se podía ver a chicos y chicas sentados. La primera impresión que le causó a Yeray fue buena. Después de haber mirado bien lo que tenía alrededor se fue hacia las escaleras de entrada al edificio principal, al mismo tiempo que subía, iban subiendo otros chicos y chicas.Cuando solo le faltaban unos escalones para llegar arriba, de repente una chica bajó corriendo, al no ver a Yeray ambos se chocaron cayendo los dos rodando por las escaleras. Los libros de Yeray y de la chica cayeron por las escaleras. Yeray se levantó del suelo como un rayo y empezó a recoger todos los libros: los de la chica y los suyos. La chica sin levantarse del suelo miraba a Yeray como recogía los libros. Poco después Yeray con los libros en las manos se acercó a ella y le ayudó a levantarse, seguidamente le dio los libros que se le habían caído.

- ¡Perdona!, no te había visto subir, le dijo la chica con una sonrisa.

- No tiene importancia, contestó Yeray.

- Me llamo Carlota, este es mi primer año en la universidad.

- Yo soy Yeray y también soy nuevo.

- ¿Qué vas a estudiar?, le preguntó Carlota.

- Educación Física, contestó Yeray.

- Que casualidad, dijo Carlota. Yo también voy a estudiar lo mismo, podemos ir juntos a buscar la clase.

- Me parece bien, contestó Yeray.

Poco después iban hablando por los pasillos de la universidad, de vez en cuando se paraban a preguntar a algún chico o chica donde estaba su aula. Después de buscar durante un rato al fin la encontraron, ambos se metieron en el aula y se sentaron juntos. De vez en cuando veían como otros chicos y chicas entraban en su clase y al poco tiempo volvían a salir, se habían dado cuenta de que aquella no era la clase que buscaban. Cuando por fin apareció el profesor, el aula estaba casi llena de chicos y chicas, todos se callaron y él se presentó:

- Me llamo Brubeiker, soy uno de vuestros profesores. Veo que este año tenemos una clase bastante concurrida, eso me gusta, espero que os toméis en serio los estudios y no faltéis mucho a clase. Esta carrera que habéis elegido si os la tomáis en serio estudiando todos los días y os entrenáis duro, no tendréis muchos problemas para sacar el título. Empezaré pasando lista para iros conociendo poco a poco. Cuando terminó la clase Yeray esperó a que todos saliesen para hablar con el profesor. Poco después cuando se había quedado solo, Yeray se acercó al profesor y le preguntó:

- Sr. Brubeiker, me gustaría apuntarme a los entrenamientos de atletismo, me podría indicar por favor a donde me tengo que dirigir.

- Desde luego. Mañana a las seis empezarán los entrenamientos. Dirígete a los campos de atletismo y allí te dirán que tienes que hacer.

- ¿Dónde se encuentran los campos de atletismo?

Volvió a preguntar Yeray.

- Según sales por la puerta de entrada a la universidad baja por el camino de la izquierda, a unos quinientos metros están los campos de atletismo. Los verás desde arriba, no hay pérdida.- Gracias, Sr. Brubeiker.

Al día siguiente nada más terminar las clases Yeray se dirigió hacia los campos de entrenamiento con su bolsa de deportes, junto a él también se dirigían muchos chicos y chicas. Nada más llegar a la pista una persona que estaba vestida con un chandall iba diciendo a todos los chicos y chicas:

- Las chicas al pabellón nº 1, los chicos al pabellón nº 2. Tenéis diez minutos para vestiros y salir.

Cuando Yeray salió a la pista de atletismo se encontró a unos cuantos chicos y chicas calentando: unos corrían despacio, otros hacían estiramientos, otros saltaban.... Yeray también empezó a calentar.

Después de un tiempo se oyó el pitido de un silbato.

- ¡Acercaros!

Todos dejaron los calentamientos y fueron hacia la persona que les había dicho que se acercaran.

Yeray hizo lo mismo que los demás, cuando se acercó lo suficiente se dio cuenta que aquella persona era el profesor “Brubeiker”. ¡Qué sorpresa!

- Vais a empezar a calentar. Daréis diez vueltas a la pista de atletismo, al principio a un ritmo suave para ir soltando los músculos, pero en cada vuelta aumentaréis el ritmo un poco. Las últimas vueltas las tenéis que hacer a un ritmo alto. A todos se les alegró la cara, se empezaron a formar pequeños grupos y empezaron a correr. Yeray se juntó con Carlota y otras dos chicas. Cuando todos estaban corriendo, Brubeiker empezó a contar a todos los atletas que tenía en la pista y contó noventa y cuatro.

- ¡Buen número!, dijo Brubeiker. Espero que entre todos los que hay aquí salga alguno con talento. El último que fue a unas olimpiadas fue hace treinta años y no consiguió ninguna medalla. En las cuatro primeras vueltas a la pista iban todos como habían salido, juntos, pero a partir de la quinta vuelta algunos chicos y chicas no pudieron seguir

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