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Crisis del Socialismo

bridaniaupnEnsayo3 de Diciembre de 2012

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El libro de Historia para sexto año de educación primaria, ganador del Concurso Nacional convocado por la Secretaría de Educación Pública para la renovación de los libros de texto gratuitos, lo realizamos profesores normalistas.

Ana María Prieto Hernández, coordinadora del equipo, además de ser maestra de educación básica, tiene estudios de licenciatura en antropología social y maestría en historia. Actualmente se dedica a la formación de docentes en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Ajusco.

Aroldo Aguirre Wences, maestro normalista, cursó su licenciatura en Filosofía y Letras, tiene una maestría en Educación dentro del campo: Docencia y divulgación de la historia; hoy en día es asesor de la UPN en la Unidad de Iguala, Guerrero.

Irma del Carmen Ballesteros Corona y Abel Bonilla Pérez, son maestros de educación primaria con estudios de Normal Superior en la Especialidad de Ciencias Sociales y de la Maestría en Educación dentro del campo: Docencia y divulgación de la historia. Colaboraron también, Tere Garduño Rubio, Diego Prieto Hernández y Adalberto Rangel; quienes tienen experiencia en el campo histórico-social y educativo.

Cuando se publicó la convocatoria para el concurso, en enero del presente año, teníamos desconfianza ya que pensábamos que todo estaba hecho y que tan sólo era una farsa. Sin embargo, decidimos participar y aprovechar la ocasión para hacer un libro de historia en el que se concretaran las ideas, reflexiones, investigaciones y propuestas didácticas que veníamos desarrollando.

Fueron tres meses de gran esfuerzo, de día trabajábamos de manera individual, de noche nos reuníamos y se hacía una puesta en común. El material presentado por una persona era reelaborado en equipo. De esta manera, el producto final era un trabajo de grupo. Si bien siempre nos pareció que el tiempo era muy limitado y que en ese lapso era difícil trabajar una propuesta de libro de texto, no queríamos dejar pasar esta oportunidad, ya que el procedimiento abría los cauces de participación.

En mayo, la SEP anunció que nuestro trabajo había sido seleccionado por el jurado, quien le otorgó el primer lugar en el concurso. De acuerdo con la convocatoria el jurado tenía que elegir la propuesta ganadora tal y como se presentara, sin condicionarla a modificaciones; sin embargo, a través de la SEP nos hicieron llegar una serie de recomendaciones y sugerencias, que en su mayoría tomamos en cuenta. En esa ocasión, el subsecretario de educación básica, profesor Olac Fuentes Molinar, se mostró satisfecho con nuestro trabajo.

A partir de ese momento continuamos trabajando sin menoscabar esfuerzos, ya que tan sólo contábamos con un mes para entregar la versión definitiva a la SEP. Durante ese tiempo esperamos la comunicación de dicha dependencia, la cual se había comprometido a hacernos llegar sus observaciones y reunirnos con el jurado, pero esto no se dio.

En julio la SEP nos mandó la página legal, la presentación oficial y el colofón del libro, con lo que dimos por concluido el trabajo. En ese mes, terminamos de entregar el material a la Secretaría, la cual lo recibió de conformidad. De acuerdo con el colofón, el libro se publicaría en los talleres de Fernández Editores, pero esto nunca se realizó.

En el mes de agosto, a través de la prensa, nos enteramos que la propuesta sería sometida a un nuevo dictamen, lo cual no estaba contemplado en las bases del concurso. Esta situación nos llevó a pensar que la SEP quería alargar o suspender la edición del texto ya que este procedimiento no se siguió en los libros ganadores los que inclusive recibieron asesoría directa de la SEP.

Días más tarde nuestra sospecha se confirmó. Un periodista nos llamó para avisarnos que la SEP había decidido no publicar ninguno de los textos ganadores de Historia, aunque reconocía el triunfo y pagaría los premios correspondientes. Los argumentos que se utilizaron para descalificar la propuesta eran, a todas luces, forzados.

Se criticaba que en las actividades se utilizaría “la empatía”, cuando la misma Secretaría la propone como parte del nuevo enfoque en la enseñanza de la Historia.

Se dijo que enfrentábamos a liberales y conservadores, cuando el propio guión de la SEP solicita que se hable de la Guerra de Reforma. Se señaló que había una “visible ideologización” en la selección y tratamiento de algunos temas, como las revoluciones rusa, china y cubana. Sin embargo, el programa oficial marca como contenido la “Crisis del socialismo”, hecho que se dio en 1989 y la historia de México la da por concluida en 1964; por demás está señalar que la “Crisis del capitalismo” ni se menciona. La SEP, después de haber premiado los textos, inició una campaña de desprestigio y descalificación a través de diversos medios de comunicación a fin de justificar su nueva decisión.

Nuestro trabajo tuvo la desventaja de ser criticado sin que la sociedad lo conociera. Por eso los autores, pese a las limitaciones, hemos difundido nuestra propuesta a fin de que sea juzgada por los protagonistas de la educación: maestros, alumnos y padres de familia. Porque a fin de cuentas, fueron ellos quienes financiaron con sus impuestos al concurso.

Por último, queremos dejar planteadas las siguientes interrogantes:

– ¿La SEP tenía pensado no publicar los libros de historia y preparó con anticipación las Lecciones que publicó pocos días después de que, aparentemente, se tomó la decisión?

– ¿Participó en el concurso y, al no resultar ganador, buscó la forma de imponer a toda costa su texto?

– ¿La SEP realiza actos de magia para tener listo, en menos de quince días, un texto alternativo?

– ¿El Estado no estaba dispuesto a aceptar una visión diferente de la historia pese a que ésta ganara el concurso que él mismo convocó?

Si es así, ¿por qué y para qué despilfarró recursos en un país que no se caracteriza por la abundancia? En dos años, éste es el segundo “dislate” histórico de la SEP, ¿cuántos más vamos a permitir los maestros?

Una nueva concepción de la enseñanza de la Historia

Elaborar una propuesta de libro de texto para sexto grado que presentara una opción diferente para el trabajo en el aula, no hubiera sido posible sin un conocimiento de los problemas que implica la enseñanza de la historia en este nivel; y a partir de ahí, establecer una serie de lineamientos o criterios de orden teórico-metodológicos y psicopedagógico que guiaran nuestra tarea.

En la escuela primaria la enseñanza de la historia se caracteriza por ser verbalista y memorística. El docente transmite la información a través de relatos que el alumno escucha o lee en su libro; después elabora un resumen, cuestionario, dibujo o cuadro sinóptico. Junto con esto utiliza el dictado de notas, donde el maestro emite las ideas que considera más importantes y el alumno escribe, estudia y repite.

Ocasionalmente, algunos maestros realizan actividades como: representaciones teatrales, maquetas, visitas a museos o proyecciones de películas. Sin embargo, resultan insuficientes porque no se llevan a cabo de manera sistemática. Generalmente, la información que transmite el maestro o que se encuentra en el libro de texto resulta ajena al estudiante, pues si no tiene relación con sus intereses y vivencias, por lo que es demasiado abstracta. Asimismo se descuida la vinculación pasado-presente-futuro, lo que implica que el alumno no encuentre un significado, una utilidad, un por qué y para qué estudiar Historia.

En esta forma de enseñanza subyace la idea de que el conocimiento es algo acabado, elaborado fuera de la escuela y sin relación con la vida cotidiana. El papel de la escuela se ve reducido a la transmisión y no se recupera su posibilidad de contribuir en la construcción y reconstrucción del conocimiento. Esta situación provoca la pasividad y va en detrimento del desarrollo del pensamiento.

Los métodos exclusivamente verbalistas o memorísticos no superan las características del sujeto que aprende (alumno), ni considera la naturaleza del objeto de conocimiento (la Historia).

¿Qué es la historia? ¿Para qué sirve? y ¿Para que enseñarla en la escuela primaria?

En el libro manejamos el concepto de Historia tanto como proceso social, como reconstrucción teórica de ese proceso.

La Historia como proceso social y práctica cotidiana es el devenir de la vida, el transcurrir humano, las transformaciones sociales del tiempo. Cuando tratamos de dar cuenta de ella, lo que manifestamos es nuestra versión, es decir elaboramos una reconstrucción teórica, construimos un cuerpo de conocimientos que no es ya el proceso real en si, sino una representación de él en el pensamiento.

La Historia es dato y obra. El historiador actúa, obra sobre los datos y les impone su huella, pues él mismo es un sujeto histórico. Sin embargo, la Historia también actúa

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