DESARROLLO ECONOMICO

De la cuna a la tumba

FREIDMAN, Milto & Rose (1980)

En libertad de elegir; hacia un nuevo liberalismo económico: Barcelona, Grijaldo,

Pp.133-183

Gabriela Paredes Arévalo

La elección presidencial de 1932 era, en el terreno político, una línea divisoria para los Estados Unidos. Herbert Hoover, en busca de la reelección en el campo republicano, cargaba con una profunda depresión. El desempleo afectaba a millones de personas. El hombre de la calle había perdido la fe en el sistema económico imperante. La gente estaba desesperada y deseaba algo que la tranquilizara; una promesa de que existía una salida.

Franklin Delano Roosevelt, el carismático gobernador del estado de Nueva York, era una nueva cara, que irradiaba esperanza y optimismo. Prometió que si salía elegido controlaría el despilfarro del gobierno y equilibraría el presupuesto.

En el periodo de setenta y dos años que v de 1860 a 1932, la presidencia de la nación había estado en manos de los republicanos durante cincuenta y seis años; de los demócratas, durante dieciséis. En los cuarenta y ocho años que van de 1932 a 1980, cambiaron las tornas: los demócratas ostentaron la presidencia durante treinta y dos años, y los republicanos durante dieciséis.

Es cierto, la mayor parte del periodo que se extiende desde final de la Segunda Guerra Mundial ha correspondido a una época de guerra fría o caliente, sin embargo, desde el año 1946 los gastos no destinados a defensa nunca han representado menos del 16 por cierto de la renta nacional, y en la actualidad alcanzan aproximadamente un tercio de esta. El gasto total del gobierno federal equivale a más de un cuarto del producto nacional, y los gastos no- militares representan más de un quinto de la renta nacional.

Roosevelt accedió a la presidencia de la nación el 4 de marzo de 19933, en el momento en que la economía se encontraba en su punto más bajo. Roosevelt después de dos días de su presidencia dijo: “lo único que vedemos temer es el temor”, y de inmediato lanzo el programa “cien días” de un periodo especial de sesiones del Congreso.

Creían que era función del gobierno proteger a los individuos de las vicisitudes de la fortuna y controlar el funcionamiento de la economía en nombre del “interés general”, aun cuando dicho control significara que la propiedad y el funcionamiento de los medios de producción estaban en manos del gobierno. Estos dos puntos parecían ya en una novela famosa publicada en el año 1881, Mirando hacia atrás. Esta utopía entrañaba la promesa de seguridad “de la cuna a la tumba”. Se incluía una detallada planificación gubernamental, de la que formaba parte un servicio militar obligatorio para todas las personas durante un amplio periodo de tiempo.

Viniendo de estas atmosferas intelectual, los asesores de Roosevelt estaban predispuestos a considerar la depresión como un fallo del capitalismo y a creer que una activa intervención gubernamental y especialmente por parte de la Administración central constituía el remedio adecuado.

El New Deal, la nueva política economica, contaba con programas destinados a reformar la estructura básica de la economía, también contaba con programas que proporcionaban algun tipo de seguridad contra el infortunio, especialmente la Seguridad Social. Pero la segunda Guerra Mundial, interrumpió el New Deal, reforzando al mismo tiempo considerablemente sus bases. La Guerra trajo consigo presupuestos gubernamentales masivos y un control sin precedente por parte de la administración de los detalles de la vida economica.

Una de las primeras leyes importantes aprobadas tras la guerra fue el de empleo en 1946. El efecto de la guerra en la opinión pública constituía el complemento de la depresión. Esta convenció a la gente de que el capitalismo tenía defectos; la guerra, de la eficacia de la Administración centralizada, ambas conclusiones eran falsas. La depresión se debió a un fallo del Estado, no de las empresas privadas.

Hacia el final de la guerra, parecía como si la planificación economica central fuera la onda del futuro.

La actuación del estado ha aumentado muy considerablemente. Sin embargo, esa expansión no ha tomado la forma, de una planificación economica central detallada, acompañada de una nacionalización de la industria, las finanzas y el comercio cada vez más amplia. La experiencia acabo con la planificación economica detallada, en partes porque no consiguió alcanzar los objetivos anunciados, pero debido a que chocaba con la libertad.

También se ha desvanecido la ilusión de que la nacionalización aumenta la eficiencia productiva. El fracaso de la planificación y la nacionalización no ha eliminado las presiones conducentes a una actuación del Estado cada vez mayor, ha cambiado simplemente su dirección. La expansión de la actuación pública toma en la actualidad la forma de programas de bienestar y funciones reguladoras.

A pesar de que estos programas no han alcanzado sus objetivos, la presión para ampliarlos crece. Los fracasos se atribuyeron a la tacañería del Congreso a la hora de destinar los fondos.

LA APARICION DEL MODERNO ESTADO DEL BIENESTAR

El imperio alemán fue un estado moderno constituido de nuevo bajo la dirección del “canciller de hierro”, Otto von Bismarck. Las razones que condujeron a la creación de este sistema constituían en una mezcla compleja de preocupación paternalista por las calles bajas de la población y astutas motivaciones políticas.

Los que creen en la aristocracia o en el socialismo comparten una fe en la administración centralizada, en el régimen que funciona mediante órdenes más que en aquel que se mueve por una cooperación voluntaria.

Precursores más inmediatos de las medidas de seguridad social adoptadas a lo largo de la década de los años treinta fueron las tomadas en Gran Bretaña, empezando por la ley de pensiones para los ancianos, aprobada en 1908, y la ley de seguro nacional, votada en 1911.

LA SEGURIDAD SOCIAL

Fue el programa más importante para los Estados Unidos. El sistema de seguridad social y la protección al desempleo fueron creados a lo largo de la década de los años treinta a fin de que la clase trabajadora pudiera sufragar los gastos de su propio retiro y los periodos temporales de desempleo, en vez de convertirse en objetos de la asistencia pública.

Hasta 1977 en millones de ejemplares de un follero son firma del SEB, titulado Su seguridad social: la idea básica de seguridad social es sencilla:

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