Deducción y reflexión: Felicidad clandestina (Clarice Lispector)

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Felicidad Clandestina

Laura Carolina Saavedra Carreño

Ana María Villa Urrego

Reto 3 de Humanidades lll

Licenciatura en Educación física, recreación y deportes

2021

Deducción y reflexión: Felicidad clandestina (Clarice Lispector)

La inspectora Clarice Lees (1920-1977) nació en Ucrania como Chaya. Cuando tenía menos de un año, sus padres emigraron a Maceio, Brasil, donde cambiaron su nombre por razones de traducción y adquirieron la ciudadanía brasileña. Entonces Chaya se convierte en Clarice. Pasó su infancia entre Maceo y Recife, antes de mudarse a Río de Janeiro cuando era adolescente con su padre y su hermana mayor Tania. La madre murió cuando Clarice tenía diez años.

Los personajes de la inspectora Clarisse no se encuentran con situaciones inusuales. Es la vida cotidiana la que se convierte en un acontecimiento extraordinario. Los personajes están sujetos al misterio de su existencia, obsesiones y la sutileza de sus relaciones con los demás. Una mujer se siente perturbada por su presencia en presencia de una cucaracha aplastada. Chocó con un animal muerto mientras pensaba en Dios. Un encuentro efímero pero trascendente entre una pelirroja y un perro, emparejados con el mismo color de pelaje. Estos son algunos de los personajes comunes en el trabajo de Clarice que son difíciles de categorizar. Muchas historias no se convierten en historias, son los recuerdos del autor, como las diversas historias que traen recuerdos de su infancia en Recife.

El personaje principal vuelve a ser una niña en las calles de Recife, esta vez en la edad adulta. Enganche de lujuria, esta vez otra chica: la hija de un librero, una chica mezquina, envidiosa y llena de odio por "novios menores de edad, flacos, sueltos y despiadados. Cosas buenas". El personaje principal tiene pasión por los libros, pero no tiene el dinero para comprarlos: el villano, mientras tanto, tiene un padre librero, pero odia leer. El abandono y la pasión del protagonista por los libros lo llevaron en vano a suplicar a la hija del librero que le prestara su libro. Un día, la hija de un librero habla de poseer un libro de especial importancia para el protagonista. Así es como describe el libro necesitado: Es un libro grande, oh Dios mío, es un libro en el que vives, comes y duermes. Está completamente fuera de mi control. Me dijo que, si iba a su casa al día siguiente, me la prestaría. El libro contiene, con el libro del cuerpo, donde uno es como en casa, más trascendente como ser en el que vivir que como cuento para leer.

Cuando el personaje principal va a ver a la hija del librero al día siguiente, su corazón se conmueve y casi palpita, y el otro le dice que el libro ha sido prestado y que tiene que volver al día siguiente. Así comienza un juego podrido donde el personaje principal comienza a vivir con la perspectiva de recibir el libro que nunca llega al día siguiente. En este punto, el escritor señala sutilmente que es más que querer que el libro mantenga el escenario. El personaje principal dice:

“Empezaba a adivinar que ella me había elegido para sufrir, a veces adivino. Pero aún adivinando, a veces acepto: como si quien quiere hacerme sufrir estuviera precisando terriblemente que yo sufra”

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