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Divina Comedia Ensayo


Enviado por   •  28 de Mayo de 2013  •  9.706 Palabras (39 Páginas)  •  333 Visitas

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INFIERNO

CANTO I

A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba porque mi ruta había extraviado.

¡Cuán dura cosa es decir cuál era esta salvaje selva, áspera y fuerte que me vuelve el temor al

pensamiento! Es tan amarga casi cual la muerte; mas por tratar del bien que allí encontré, de otras

cosas diré que me ocurrieron.

Yo no sé repetir cómo entré en ella pues tan dormido me hallaba en el punto que abandoné la senda

verdadera.

Mas cuando hube llegado al pie de un monte, allí donde aquel valle terminaba que el corazón

habíame aterrado, hacia lo alto miré, y vi que su cima ya vestían los rayos del planeta que lleva recto

por cualquier camino.

Entonces se calmó aquel miedo un poco, que en el lago del alma había entrado la noche que pasé

con tanta angustia.

Y como quien con aliento anhelante, ya salido del piélago a la orilla, se vuelve y mira al agua

peligrosa, tal mi ánimo, huyendo todavía, se volvió por mirar de nuevo el sitio que a los que viven

traspasar no deja.

Repuesto un poco el cuerpo fatigado, seguí el camino por la yerma loma, siempre afirmando el pie de

más abajo.

Y vi, casi al principio de la cuesta, una onza ligera y muy veloz, que de una piel con pintas se

cubría; y de delante no se me apartaba, mas de tal modo me cortaba el paso, que muchas veces

quise dar la vuelta.

Entonces comenzaba un nuevo día, y el sol se alzaba al par que las estrellas que junto a él el gran

amor divino sus bellezas movió por vez primera; así es que no auguraba nada malo de aquella fiera

de la piel manchada la hora del día y la dulce estación; mas no tal que terror no produjese la imagen

de un león que luego vi.

Me pareció que contra mí venía, con la cabeza erguida y hambre fiera, y hasta temerle parecia el

aire.

Y una loba que todo el apetito parecía cargar en su flaqueza, que ha hecho vivir a muchos en

desgracia.

Tantos pesares ésta me produjo, con el pavor que verla me causaba que perdí la esperanza de la

cumbre.

Y como aquel que alegre se hace rico y llega luego un tiempo en que se arruina, y en todo

pensamiento sufre y llora: tal la bestia me hacía sin dar tregua, pues, viniendo hacia mí muy

lentamente, me empujaba hacia allí donde el sol calla.

Mientras que yo bajaba por la cuesta, se me mostró delante de los ojos alguien que, en su silencio,

creí mudo.

Cuando vi a aquel en ese gran desierto «Apiádate de mi -yo le grité-, seas quien seas, sombra a

hombre vivo.» Me dijo: «Hombre no soy, mas hombre fui, y a mis padres dio cuna Lombardía pues

Mantua fue la patria de los dos.

Nací sub julio César, aunque tarde, y viví en Roma bajo el buen Augusto: tiempos de falsos dioses

mentirosos.

Poeta fui, y canté de aquel justo hijo de Anquises que vino de Troya, cuando Ilión la soberbia fue

abrasada.

¿Por qué retornas a tan grande pena, y no subes al monte deleitoso que es principio y razón de toda

dicha?» « ¿Eres Virgilio, pues, y aquella fuente de quien mana tal río de elocuencia? -respondí yo

con frente avergonzada-.

Oh luz y honor de todos los poetas, válgame el gran amor y el gran trabajo que me han hecho

estudiar tu gran volumen.

Eres tú mi modelo y mi maestro; el único eres tú de quien tomé el bello estilo que me ha dado honra.

Mira la bestia por la cual me he vuelto: sabio famoso, de ella ponme a salvo, pues hace que me

tiemblen pulso y venas. » «Es menester que sigas otra ruta -me repuso después que vio mi llanto-, si

quieres irte del lugar salvaje; pues esta bestia, que gritar te hace, no deja a nadie andar por su La Divina Comedia Dante Alighieri

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camino, mas tanto se lo impide que los mata; y es su instinto tan cruel y tan malvado, que nunca

sacia su ansia codiciosa y después de comer más hambre aún tiene.

Con muchos animales se amanceba, y serán muchos más hasta que venga el Lebrel que la hará

morir con duelo.

Éste no comerá tierra ni peltre, sino virtud, amor, sabiduría, y su cuna estará entre Fieltro y Fieltro.

Ha de salvar a aquella humilde Italia por quien murió Camila, la doncella, Turno, Euríalo y Niso con

heridas.

Éste la arrojará de pueblo en pueblo, hasta que dé con ella en el abismo, del que la hizo salir el

Envidioso.

Por lo que, por tu bien, pienso y decido que vengas tras de mí, y seré tu guía, y he de llevarte por

lugar eterno, donde oirás el aullar desesperado, verás, dolientes, las antiguas sombras, gritando

todas la segunda muerte; y podrás ver a aquellas que contenta

...

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