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EL PRIMER DÍA DE CLASES .


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2016  •  Tareas  •  1.726 Palabras (7 Páginas)  •  263 Visitas

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Integrantes: Kevin Bailón, Javier Sosa, Maffares
Curso: 3ro “A” FF.MM.
Asignatura: Lengua y literatura
Profesora: Mercedes Sáenz
Fecha de entrega: 13/12/2016

EL PRIMER DÍA DE CLASES

Capítulo I

Hoy, 2 de Mayo del 2016. Eran ya las 5:00 am, la alarma sonaba excesivamente fuerte para mis oídos pero mi cuerpo no se movía, ya era hora de levantarse, la rutina diaria había comenzado, ya había olvidado la última vez que me sentí de esa manera, la agonía y desesperación de saber que un día totalmente cansado y aburrido me esperaba.

De niño me gustaba ir a la escuela, pero a medida que crecía todo lo que me gustaba me empezó a disgustar y lo que me disgustaba me empezó a disgustar aún más. Mi primer día de clases en sexto curso empezaba, sentía un peso en mi espalda, no tenía ganas de nada pero era algo que debía hacer, en resumen, mi ánimo no era el mejor.

Empezando por mi repentino insomnio, estuve despierto hasta las 3:30 de la madrugada por lo que no pude dormir lo suficiente la noche anterior, cuando me levanté mis ojos estaban rojos y ardían, sentía que mi cabeza explotaba del dolor, como su algo punzante atravesara mi cerebro se punta a punta. Soportando el dolor me quité la ropa para bañarme con agua casi helada, luego del baño me puse el uniforme escolar, desayuné y salí rumbo al colegio esperando que mi día no empeore más de lo que ya estaba. Al subirme al transporte público no había asientos disponibles, por lo que estuve de pie la media hora de viaje hasta el colegio. Mi dolor de cabeza empeoraba y me acercaba a aquella cárcel llamada colegio.

Me encontraba en la mitad del transporte público, rodeado de personas sofocantes que no paraban de hablar y de estresarme cada vez más, por lo que me coloqué los audífonos para tratar de ignorar el ruido dentro del transporte. Ya estaba cerca de mi parada, empecé a buscar el dinero para cancelar el servicio de transporte, mis manos recorrieron todos mis bolsillos incluyendo los de mi mochila, buscaba desesperadamente el dinero con el que pagar por el servicio, pero no estaba. Al parecer había olvidado tomar el dinero de la mesa. Busqué y busqué pero nada de dinero hallé; mi mochila, mis pantalones y mi camisa no tenían ni una sola moneda, por lo que no me quedo más que ofrecer una disculpa al dueño del transporte.

Luego de aquella vergonzosa situación finalmente llegué al colegio. Pensé en pasar por una farmacia para comprar una pastilla que mitigue el intenso dolor de cabeza que me atormentaba cuando recordé que no tenía nada de dinero.

Capítulo II

Entré al colegio, como era costumbre nos formamos en el patio bajo el intenso sol que apuntaba directamente a mi rostro y luego pasamos a las aulas. Me ardían cada vez más los ojos y cada vez que pestañeaba sentía una aguja gigante atravesándome el cráneo de lado a lado. El ruido continuaba en el aula de clases cuando de repente todo se calmó. El profesor había llegado.

Sentía punzadas en la cabeza mientras el primer maestro entraba al aula. Dijo su nombre y la materia que impartía para luego preguntar a todos y cada uno de los estudiantes sus nombres, apellidos y objetivos en un futuro. Odio esa rutina, odio tener que levantarme solo para decir mi nombre y lo que quiero ser de mayor, aunque mi opinión no importaba en lo absoluto, ya que no estaba en posición de quejarme sobre aquella metodología. Uno tras otro, los maestros llegaban al aula a realizar la misma rutina y, junto con mi odio, mi dolor de cabeza aumentaba cada vez más. Sonó la campana que indicaba el receso, momento en el cual todos salíamos al patio a comer y hablar con amigos. No me interesaba hablar con nadie en aquel momento, mucho menos podía comprar algo de comida con mi escasez de recursos, por lo que me dirigí hacia un banco alejado por el que no pasaban muchas personas, me senté y esperé que terminara el receso mientras escuchaba música.

Al terminar el receso y entrar al aula, todo fue más de lo mismo. Los profesores que llegaban realizaban lo mismo; me molestaba estar repitiendo mi nombre a cada momento del día. El timbre de salida sonó, esta vez había pedido prestado dinero a un amigo del curso anterior para tomar el transporte. Mi dolor de cabeza seguía intacto y creciendo, no soportaba, me golpeaba la cabeza en ocasiones para ver si me pasaba, me había echado agua en el baño del colegio pero tampoco funcionó. Había tomado el transporte hasta casa, estaba a punto de llegar.

Iba en el transporte público, esta vez no estaba lleno por lo que pude ir sentado durante todo el viaje. Estaba cerca de llegar a mi parada cuando decidí cerrar los ojos que aún me ardían por el insomnio. Cuando abrí los ojos delante de mí se encontraba un hombre anunciándome que el servicio de transporte había terminado, que era hora de que me baje. Entendí lo que pasaba y me bajé del transporte quedando en un lugar que nunca había visto antes y pensando en una manera de llegar a mi casa o al menos a un lugar que me resulte familiar.

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