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El Leon De Juda


Enviado por   •  27 de Octubre de 2014  •  856 Palabras (4 Páginas)  •  212 Visitas

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"Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar los siete sellos" (Apocalipsis 5:5).

Juan se encontraba en la isla de Patmos (1:9). El asunto del Reino de Dios aparentaba ser un caso perdido. Ahora Dios le muestra una maravillosa revelación: ve a Dios sobre un trono con un rollo en la mano, escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Con ese rollo-libro se quiere significar el plan futuro de Dios con la iglesia y el mundo. Nadie es digno de abrir el libro con sus sellos, así escucha él en la sala del trono en el cielo. Al fin era justo, poner fin al futuro de la humanidad. Por eso llora Juan. ¿No está eso de tremenda actualidad en nuestro tiempo? ¿Cómo hemos vivido los últimos 50 años? Europa Occidental, incluso la iglesia, se ha vuelto una sociedad, que se ha degradado por el pecado. Todos hemos pecado. Por eso nos conviene la humildad. Nuestra historia es una historia de pecado, que ya había comenzado en el paraíso. Quien piense en eso, puede angustiarse, considerando los juicios de Dios, a los cuales apelamos.

¿Pero sabes lo que es una inmensa gracia? Que Cristo tenga en sus manos el futuro. Por eso se dice: "No llores". Con eso el anciano en el cielo conforta a la iglesia. Por más oscuro que sea el camino en este mundo de pecados, el Señor Jesús abre caminos imposibles. El alma más abatida es consolada por Cristo. En medio del bullicio de este mundo, la iglesia de Dios puede escuchar este doble consuelo del Evangelio. Por eso se le dice: "He aquí que el León de la tribu de Judá ha vencido". Con esa palabra "he aquí" se indica la sorpresa que el Señor prepara. Eso lo hace en Cristo. Cada hecho de salvación se anuncia con la palabra "he aquí". En la Navidad, en la Pascua, en la Ascensión y la Venida del Señor escuchamos siempre: "he aquí", para indicar la gran sorpresa de la gracia de Dios en Cristo. Este anciano es un ejemplo para todo trabajo pastoral sobre la tierra, para predicar el Evangelio como una sorpresa.

Aquí a Jesús se le llama León de Judá. El león es el rey de los animales. Es conocido por su fuerza. Es tan agresivo como defensivo. Contra el León de la tribu de Judá está el diablo, que como un león rugiente anda merodeando, buscando, a quien puede devorar. Ahora en el cielo en cambio se describe el poder regio en este León, Cristo. Jacob ya lo profetizó de Judá, que era semejante a un león, que de la presa ha subido (Gn. 49:9). Al morir Jacob dio una visión de la victoria final a la tribu de Judá. Eso tiene ahora pleno cumplimiento en Cristo. El León de la tribu de Judá ha vencido. Eso vemos que sucedió con los grandes hechos de Cristo, en el Gólgota, en la Resurrección. Con la Ascensión Él nos revela que le fue dado todo poder en los cielos y en la tierra.

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