El Principe
salvadorflores8 de Octubre de 2012
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“El Príncipe”, de Nicolás Maquiavelo (Resumen)
Introducción
El poder ha seducido a los hombres desde los tiempos más remotos. Su concepción y su practica ha sido heterogénea a través de la historia de la civilización.
Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo.
El propósito de este trabajo es analizar El Príncipe considerado como texto fundador de la ciencia política, aunque hoy en día esta disciplina se ha desarrollado mucho mas allá de aquellas recomendaciones.
La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro leído, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno.
Desarrollo
Si en la antigüedad, Constantinopla logró convertirse en una de las ciudades más importantes por su actividad cultural y comercial, Florencia logró un lugar excepcional por ese mismo aspecto durante los siglos XV y XVI. Esta ciudad se encontró envuelta en la difusión de las nuevas ideas de la revolución renacentista.
Se puede afirmar que esa urbe se constituyó en el epicentro del nuevo sistema político y cultural. Maquiavelo estuvo ligado desde muy joven a la administración política de esa ciudad y participó como arquitecto de la política exterior de la república. El vínculo más decisivo de Maquiavelo con su lugar de origen fue su indeclinable y permanente decisión de defender la libertad republicana. Bajo ese deseo logró modelar su obra y ligar su vida al destino político de Florencia, aportando de manera sólida sus conocimientos de gran valor histórico.
Su tiempo histórico es real y corresponde al proceso de transito de la Europa medieval a los tiempos modernos, sobre cuyas bases surgió posteriormente el modelo capitalista de organización de la economía. La libertad mental conquistada por el hombre del Renacimiento y que lo apartaba de dogmas para enfrentar de manera más creadora la realidad material, representa el nuevo espíritu con el que la burguesía ascendente organizó las relaciones sociales en la Europa de los siglos XIV, XV, XVI.
La liberación de la individualidad en el Renacimiento contrastó con el estancamiento de la economía y de la persona disuelta en el marco del grupo feudal.
Durante el Feudalismo el arte, el pensamiento y el comercio alcanzaron un nivel de estancamiento extremo. La individualidad logró sobrevivir a través del misticismo.
Éste fue el único escape de las ansias de pensamiento y acción.
No toda Europa logro ser cobijada por ese movimiento espiritual y económico renovador. En la Europa central el Feudalismo se mantuvo por varios siglos.
El desarrollo de la ciencia permitió la libre investigación de los problemas humanos y de la naturaleza. La realidad se confronta a partir de la razón y de la experiencia concreta con el mundo, desmitificando el método escolástico.
Maquiavelo constituye desde esa perspectiva una de las síntesis mas reveladoras del nuevo espíritu burgués, caracterizado esencialmente por una mentalidad profana e inquisitiva y para el cual la realidad inmediata y sensible es la fuente del conocimiento.
Bajo el impulso de ese nuevo espíritu, Maquiavelo logró intuir que los valores y la moral tradicional cimentados por la iglesia católica no se ajustaban al mundo cambiante e inestable que surgía en Europa renacentista. La edad media había creado en Europa un sinnúmero de principados feudales fraccionados y dispersos. Todos ellos operaban como factores adversos a la necesidad de centralización del poder requerido por las nuevas clases sociales en su camino de expansión comercial. La amplia experiencia acumulada por Maquiavelo en las cortes europeas como representante de la cancillería florentina, su contacto con príncipes y su observación de las decisiones gubernamentales, le ofrecieron una visión excepcional sobre el carácter de los hombres de Estado y los alcances de sus actos políticos.
Con el tiempo Maquiavelo colocó este juicio en el autentico corazón de su análisis sobre el caudillaje político en El Príncipe.
En El Príncipe se complementan de forma extraordinaria el creador literario, el investigador histórico y el analista político. Con esas ventajas, esta obra pudo situarse entre la más bellas construcciones de la prosa italiana del siglo XV y de la literatura universal. El hombre que se sumerge en los hechos y que vive intensamente los acontecimientos políticos de su época, no riñe con el observador que luego los mide y los confronta con su visión del Estado y de la naturaleza humana.
Tema y Argumento
En esta obra se plantea una necesidad de cambio en la política de gobierno de Lorenzo de Médicis, el cual para conseguir una Italia unida, debería seguir los consejos de los 26 capítulos de “El Príncipe”. Los cambios que propuso son extraídos de la observación y se deberían basar en realidades.
El autor, intuye que los valores y la moral tradicionales no se ajustan a la cambiante e inestable Europa renacentista. Por eso muestra al gobernante: “el arte de conquistar el poder”, al que identifica como el Estado. Es este arte la política del gobernante, y ha de estar exento de toda norma. El bien común radica en el poder y en la fuerza del estado, y no es subordinable en ningún caso a fines particulares (por muy sublimes que se consideren). Así el Estado podrá articular las relaciones sociales, garantizando que los hombres vivan en libertad a través de sus leyes. Solo así se logra el bien común, y todo lo que atente contra él puede ser rechazado, siendo cualquier medio lícito.
Podemos dividir el texto en diversos bloques atendiendo al contenido de cada uno de ellos. Así tendríamos un primer bloque que iría desde el capítulo I hasta el XI, donde se analizan la naturaleza y clases de principados como las condiciones para crearlos, consolidarlos y mantenerlos. Contiene definiciones de términos políticos.
Un segundo bloque serían los capítulos XII y XIV que tratan sobre el aparato militar, en ellos se aborda los riesgos inherentes a las tropas mercenarias tan habituales en su época y sobre las obligaciones del príncipe.
El tercer bloque que engloba desde los capítulos XV hasta XXIII, reflexiona en torno a las cualidades que deben guiar las acciones de los príncipes, los recursos psicológicos que debe atesorar el príncipe moderno para conservar el poder y sentar las bases de la dominación social sobre sus súbditos. Constituye este bloque la parte más universal y atemporal del discurso y sobre la que se han intentado fundamentar más las críticas morales a la obra a partir de la concepción maquiaveliana de la dialéctica entre medios y fines.
El cuarto bloque serían los capítulos tres últimos capítulos (XXIV hasta XXVI), que vendrían a ser la traducción de la crisis italiana de los aspectos anteriormente descritos. Es aquí donde toda la articulación teórica del texto alcanza su plenitud y se invoca al príncipe nuevo que levante desde su “virtud” el orden también nuevo que la necesidad histórica reclama.
La innovación de “El Príncipe” no se trata pues del tema, sino del contenido y del método de análisis: es una reflexión teórica que indaga rigurosamente la realidad tal como es y no como (moralística e idealmente) nos imaginamos que debería ser.
Los problemas que afronta Maquiavelo no son problemas abstractos que se ponen en el plano de las categorías universales (moral, religión…) sino problemas unidos a la solución de una situación política concreta. Por esto “El Príncipe” se centra en la figura del príncipe nuevo como la única que pueda deshacer de manera adecuada la compleja trama de la crisis italiana.
Por lo tanto el Estado, es la única fuerza sobre la que apoyarse, y el hombre (malvado por naturaleza, sin ninguna virtud sobre la que alzarse) se reduce a ser “ciudadano”, un simple “animal político”, al cual se puede juzgar por su grado de sociabilidad y por sus virtudes cívicas.
La obra de Maquiavelo es una teoría del Estado, es decir de las formas de organización que permiten al hombre (venciendo su egoísmo instintivo) vivir en sociedad, vivir sin que el bueno pueda ser aplastado por el malo. De ahí su insistencia en el término “virtud” ya que le da un nuevo significado con una nueva carga moral (vitalidad, energía…). Esta virtud es la que distingue al verdadero hombre, al ciudadano, al hombre de estado, al príncipe, en definitiva.
Maquiavelo, resalta la diferencia entre tirano y príncipe, considerando tirano al que gobierna en beneficio propio y príncipe el que lo hace buscando los intereses del estado y de la colectividad. Por eso aconseja la violencia, la crueldad… pero solo cuando sean necesarias y en la medida en la que sean necesarias. La mayor parte de los dictadores han malinterpretado la figura del príncipe queriéndose comparar al personaje de Maquiavelo cuando en realidad por la definición que este nos hace, son tiranos.
El príncipe antes de ser gobernante ha sido hombre, y como todos los hombres es malvado, egoísta, voluble etc.; pero ha sabido, en el momento adecuado, adaptarse a la situación que le exige erigirse como líder para dejar de ser un simple ciudadano. El hombre del pueblo no se preocupa por contener sus emociones y sus pulsiones, es “libre” de actuar en función a sus propias necesidades, y por eso puede ser juzgado por su grado de sociabilidad y sus virtudes cívicas. Sin embargo el gobernante está atado a la moral publica que le exige una forma de comportamiento muy estricta, de la cual no le esta permitido salirse. Posiblemente en muchas ocasiones, por ser también hombre, tenga
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