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El Señor Corregidor

rquiros22 de Octubre de 2012

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Farsa y Justicia del Corregidor

Original de Alejandro Casona (1900-1966)

Adaptación por Arlene Fuentes

(Sala de corte. Entran el Corregidor y el Secretario de audiencias. Hablan de los vinos y

manjares con tierna malicia. como si estuvieran hablando de confidencias de amor.)

SECRETARIO---Por Cristo vivo que no recuerdo haber disfrutado en mi vida semejante

banquete. Bien pregona la fama que en cien leguas a la redonda no hay mesa como la del señor

corregidor.

CORREGIDOR---Cada edad tiene su pecado capital. A los veinte padecía la lujuria, a los treinta

la ira y a los cuarenta la soberbia. Ahora, en mis cincuenta corridos, y antes de que me llegue la

avaricia, que es maldición de viejos, bendita sea esta gula que me libra de tantos males y a la que

debo tantos bienes.

SECRETARIO---Según eso, ¿afirma vuestra señoría que la gula puede ser una virtud?

CORREGIDOR---Sin vacilar. En los años que lleva en mi secretaría, ¿qué le han parecido mis

sentencias?

SECRETARIO---Todo el mundo las celebra como la suma de la bondad, de la sabiduría y la

justicia.

CORREGIDOR---¿Y a qué lo atribuye vuesa merced?

SECRETARIO---Ante todo a vuestro noble corazón.

CORREGIDOR---Error profundo.

SECRETARIO---A vuestro prodigioso cerebro salmantino.

CORREGIDOR---Tampoco, hermano. Todo el secreto está en el estómago. (Mientras sirve licor

en dos vasos.) Un hombre bien comido es siempre un hombre bueno. Un hombre bien bebido es

siempre un hombre sabio. El día que a Salomón se le ocurrió la idea de partir a un niño en dos,

estaba inspirado por una luminosa digestión. (le ofrece un vaso al secretario y levanta el suyo.)

¡Por el nuevo único pecado de carne que se puede llevar dignamente a mis años!

SECRETARIO---¡Por el nuevo Salomón de todas las Españas!

LOS DOS---¡Salud! (Beben y restallan la lengua al probar y juzgar el licor de buena calidad)

SECRETARIO---¿Tostado?

CORREGIDOR---Demasiado viejo para eso.

SECRETARIO---¿Solera?

CORREGIDOR---Demasiado joven.

SECRETARIO---Entonces moscatel.

CORREGIDOR---<<Tu dixisti.>>

SECRETARIO---Bendita sea la cepa madre. (Beben y restallan de nuevo.) Y ese plato que

hemos comido, ¿no podríais decirme de qué dulce milagro está hecho?

CORREGIDOR---¿No lo adivina aún?

SECRETARIO---Por momentos sabía a pernil de monte; por momentos, a muslo de volatería.

CORREGIDOR---Tal vez fueron ambas cosas juntas. Piense en una.

SECRETARIO---¿Paloma torcaz?

CORREGIDOR---Demasiado duras; vuelan largo.

SECRETARIO---¿Perdiz?

CORREGIDOR---Demasiado flojas; vuelan corto. Piense más alto.

SECRETARIO---¿Pato salvaje?

CORREGIDOR---Menos popular.

SECRETARIO---¿Garza?

CORREGIDOR---Más noble aún.

SECRETARIO---¡Faisán!

CORREGIDOR---¡Bravo, secretario! Ya está desvelada la mitad del misterio. ¿Vamos con la

otra mitad? (Se sientan juntos en plena intimidad confidencial.)

SECRETARIO---Esperad que recuerde. Olía a campo y a fruta.

CORREGIDOR---Buen principio.

SECRETARIO---El sabor era de muerte reciente y en sazón: como de cerdo por diciembre.

CORREGIDOR---Cerca le anda. Pero ¿y aquella inocente ternura de manteca?

SECRETARIO---¿Lechón, quizá?

CORREGIDOR---Caliente, caliente. Pero ¿y aquél sabor de carne perseguida?

SECRETARIO---¿Venado?

CORREGIDOR---¡Que se quema! Pero ¿y aquel gusto bravío de retama?

SECRETARIO---¿Jabalí?

CORREGIDOR---¡Lechón de jabalí con salsa de ciruelas!

SECRETARIO---¡Alabado sea el Santísimo! ¿Y a qué espera el cabildo para levantar una estatua

a vuestra cocinera?

CORREGIDOR---¿Cocinera? ¡Vade retro, blasfemo! Si mi cocinera fuera capaz de tal prodigio,

ya hace tiempo que sería mi esposa. No, hijo mío; las mujeres se quedan en los platos

mostrencos: la olla podrida, la pepitoria o la menestra. Algunas, más audaces, llegan al estofado

de liebre con olivas…, y hasta hay casos aislados de paella. Pero la cocina artística está reservada

al genio del hombre. Y entre todos los llamados sólo hay un elegido…

SECRETARIO---¡Ciego de mí! No digáis más: ¡Juan Blas, el posadero!

CORREGIDOR---¡Juan Blas el de las Manos de Oro!

SECRETARIO---Ahora lo comprendo todo.

CORREGIDOR---Todo, no. Todavía queda un detalle sutil. (Se acerca más. Baja la voz.) ¿No

percibió en el guiso cierto aroma furtivo…, como una trampa en el juego…, como una cita con

una recién casada?

SECRETARIO---Sí, por cierto; un tufillo inquietante.

CORREGIDOR---¡Ay!… Era el perfume del pecado.

SECRETARIO---¿Qué pecado?

CORREGIDOR---Míreme bien a los ojos. ¿Soy yo un hombre honrado?

SECRETARIO---El más honrado, el más justo, el más incorruptible de los jueces.

CORREGIDOR---Pues bien, hermano: eso que acabamos de comer juntos era el producto de un

robo.

SECRETARIO---¡Imposible! ¿Su señoría robando?

CORREGIDOR---Yo pecador.

SECRETARIO---¿Y yo vuestro cómplice? ¿Yo vuestro encubridor por una hora de gula?

CORREGIDOR---Es mi talón de Aquiles. Póngame delante una sonrisa de moza o una lágrima

de viuda, y me verá impávido. Póngame a los pies todo el oro del mundo, y no me verá doblar la

vara de la justicia. Pero no me ponga un lechón de jabalí con salsa de ciruelas porque soy

hombre al agua. (Levanta su vaso) ¡Por Juan Blas, el posadero, que Dios me conserve por los

siglos de los siglos!

SECRETARIO---Amén. (Chocan y beben. Se oyen fuera dos tiros, gritos lejanos [CAZADOR---

¡Detengan a ese ladrón! ¡a la picota!; SASTRE---¡El asesino de niños; a la horca!;

PEREGRINO---¡Mis costillas, mis costillas!; LEÑADOR---¡Mi pollino querido…, mi compañero

de fatigas!] y la voz de Juan Blas, que llega corriendo.)

VOZ---¡Socorro! ¡Favor!

SECRETARIO---¡Alto! (deteniéndole.)

POSADERO---¡Que me matan! ¡Piedad para un inocente!

SECRETARIO---¡Dios de Dios! ¿No es Juan Blas el posadero en persona?

CORREGIDOR---¡Dejadle paso! (El Secretario le suelta y Juan Blas cae de rodillas, temblando,

a los pies del Corregidor.)

POSADERO---¡Por su alma, señor corregidor, sálveme! ¡Cuatro hombres me vienen

persiguiendo dispuestos a arrancarme el pellejo!

CORREGIDOR---¿En mi presencia?

POSADERO---Con la furia que traen son capaces de todo. (Se oye el griterío llegando a la

puerta. [CASADOR---¡Cien latigazos a ese ladrón! SASTRE---¡Venganza para un padre

malogrado! PEREGRINO---¡Mis costillas, ay mis pobres costillas! LEÑADOR---¡Justicia

contra ese arrancador de rabos inocentes! TODOS---¡Justicia, señor corregidor, justicia!) ¡Ahí

están! ¡Muerto soy si la vara de la justicia no me ampara!

CORREGIDOR---Pronto, secretario, detenga a esos hombres. Y que no entre nadie hasta que yo

lo ordene. (Sale el Secretario cerrando la puerta. Fuera va calmándose el tumulto.)

Tranquilízate, hijo mío. ¿Por qué te persiguen?

POSADERO---Por cuatro cosas en que no tengo culpa: un robo, un mal parto, cuatro costillas

rotas y un rabo de burro.

CORREGIDOR---Nunca escuché juntos tan extraños delitos. Explícate.

POSADERO---Lo del robo, mejor lo sabe su señoría que yo. Es aquel lechón de jabalí que me

hizo traerle esta mañana. Imagínese cómo se puso el cazador cuando volvió a buscarlo y se

encontró con las manos vacías.

CORREGIDOR---Era de esperar. Pero ¿no le dijiste que el lechón se había escapado del horno,

como te mandé?

POSADERO---¡Nunca tal hubiera dicho! ¡Echó mano a la escopeta jurando como un demonio, y

si no pongo pies en polvorosa a estas horas está su señoría hablando con un cadáver!

CORREGIDOR---Comprendo lo del cazador. Pero ¿y los otros?

POSADERO---Todo lo enredó mi mala estrella. Huyendo del cazador le rompí cuatro costillas a

un peregrino; huyendo del peregrino atropellé a la mujer del sastre, que estaba embarazada; y

huyendo del sastre ocurrió la desgracia más sangrienta. La del burro.

CORREGIDOR---¿Qué desgracia y qué burro son esos?

POSADERO---El burro del leñador. Era mi única salvación para escapar, pero el maldito animal

se echó al suelo; yo quise levantarlo a la fuerza tirándole del rabo, y él que no, yo que sí, tanto

tiramos

...

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