El arte abjetivo o subjetivo
soffturTarea29 de Agosto de 2015
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Junio fue el mes del futbol en México. Después de meses de una promoción intensa y creciente en torno a la celebración en nuestro país del campeonato por la Copa Mundial de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), el sábado 31 de mayo se efectuaron la ceremonia inaugural y el primer juego de la competencia, entre Italia, campeón mundial 1982, y Bulgaria. Como suele ocurrir, el primer partido fue un deslucido juego que terminó en empate a uno. Por el tipo de eliminación entre 24 equipos, los juegos de la ronda para pasar a octavos de final tendieron a ser conservadores, de modo que se asegurara simplemente quedar entre los 16 equipos de la etapa siguiente. En la primera parte, los equipos podían perder y empatar algún juego y aun así seguir en la justa. A partir de los octavos de final, cada partido se jugó a perder o ganar, por lo que fue en éstos en los que los equipos pusieron más energía.
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Venta de televisores en un establecimiento comercial, juniode 1986
Entre el 31 de mayo y el 29 de junio se celebraron 52 juegos. En la primera ronda de eliminación que duró hasta el 13 de junio, hubo tres juegos diarios. La gran competencia internacional del futbol se llevó a cabo en 12 estadios de ocho ciudades (México, Monterrey, Guadalajara, León, Irapuato, Querétaro, Toluca y Puebla), y durante todo el mes fue el centro de atención de millones de mexicanos. Fuera del país, se calcula que cientos de millones de aficionados siguieron el campeonato por la televisión y la radio, la audiencia máxima en la historia de estos medios de comunicación. Dentro, desde Tijuana hasta Mérida, el futbol fue el principal tema de las pláticas sociales y familiares. Varios secretarios de Estado y otros personajes célebres asistieron a diversos juegos.
Organizar estos encuentros futbolísticos cada cuatro años implica dos aspectos, a cual más difíciles. Uno es el de la eliminación y otro es el de las instalaciones físicas para su celebración. La FIFA tiene 158 países miembros, de los cuales 121 entraron a la competencia por la copa 1986, decimotercera desde 1930. Los juegos eliminatorios para designar a los 24 finalistas se efectuaron en 1984 y 1985, en prácticamente todo el mundo. El otro aspecto concierne a la infraestructura y a la capacidad de organización que el país sede tenga para llevar a cabo los juegos, para el entrenamiento de los equipos participantes, para alojar y transportar a jugadores y turistas, y para captar y transmitir a todo el mundo la abundante información que se genera.
México ya había sido sede del mundial en 1970 y, antes, de los Juegos Olímpicos en 1968. Desde entonces, la infraestructura deportiva, turística e informativa aumentó, por lo que en 1983, ante el desistimiento de Colombia, país originalmente designado para 1986, la Federación Mexicana de Futbol pudo, con autorización del gobierno, competir con Brasil, Canadá y Estados Unidos, y ganar nuevamente la sede del torneo. Esta polémica se expresó en una consulta entre la población que, como la afición generalizada podía hacer suponer, arrojó un consenso favorable a la realización del campeonato. Por otra parte, ésta sería una buena oportunidad para promover la imagen de México en el mundo, para demostrar que a pesar de la crisis económica el país mantenía la estabilidad, la infraestructura y la capacidad requeridas para llevar a cabo un acto de esta naturaleza. El 20 de mayo de 1983 México fue designado sede del mundial.
El contexto del mundial en 1986 era muy diferente del de 1970: tensiones en las relaciones internacionales en distintas regiones del mundo, amenazas de terrorismo de muchos países, ánimo decaído de los mexicanos después de cuatro años de crisis económica y -sobre todo en la ciudad de México- después de los sismos de septiembre de 1985, cuyas huellas se advertían todavía de modo dramático en las zonas más afectadas. A la ya de por sí difícil situación económica se añadió, en el primer semestre de 1986, la brusca caída de los precios internacionales del petróleo y la consecuente pérdida de ingresos, lo que constituyó uno de los reveses más severos para el país. En junio, la posibilidad de que se declarase una moratoria de la deuda externa estuvo más cerca que nunca, en una negociación tensa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con la banca internacional. En la ciudad de Monterrey, afectada por el cierre de la empresa paraestatal Fundidora de Monterrey, los trabajadores despedidos, alrededor de 8 800, se manifestaban en las calles e incluso amenazaron con tomar los estadios regiomontanos e impedir la celebración de los juegos en esa sede. Algo que no había cambiado era la gran afición futbolística de los mexicanos.
Desde que se anunció en 1983 que México sería la sede de la decimotercera Copa Mundial, se inició una polémica entre diversos grupos de opinión sobre la conveniencia de efectuar el campeonato en nuestro país. Entre los disidentes, unos lo consideraban inoportuno económicamente, en tiempos de crisis. Para otros, era un acontecimiento comercial, organizado por la FIFA para ganar un dinero que no se quedaría en México. Otros más insistían en que se favorecía sólo a grupos privados, sobre todo al consorcio Televisa de la televisión privada. Algunos afirmaban que se buscaba distraer la atención pública de los hechos más importantes, políticos, económicos e internacionales. Por otro lado, quienes defendían el permiso gubernamental para la realización de la competencia, argüían que se contaba con la infraestructura suficiente, lo que hacía innecesario el desembolso de grandes recursos; que había capacidad de organización y para otorgar la seguridad necesaria; que los costos directos de organización serían únicamente privados, y que el costo público resultaría muy bajo. Conforme se acercaba junio, la expectación y el entusiasmo de los mexicanos aumentaba, al ritmo de una promoción cada vez más intensa. El símbolo del mundial 86, "Pique", un chile verde con bigotes vestido de futbolista y con un sombrero de charro mexicano, apareció en las tiendas y en las calles en las más variadas formas, desde artículos de oro y plata hasta artesanías domésticas para vender en puestos ambulantes y entre los automovilistas. En todo tipo de prendas de vestir se veían impresos diversos motivos del mundial. Se compusieron himnos deportivos alusivos al evento en México y multitud de comerciales en televisión y radio se presentaron con el tema del balón. En uno de ellos se podía ver repetidamente a Hugo Sánchez, el ídolo de los aficionados mexicanos, anotando un gol con un tiro de penalty. La llegada paulatina de los equipos participantes trajo el futbol al primer plano de la atención. Cada día que pasaba, eran menos los que escapaban a la euforia del mundial.
Desde antes de junio, y durante este mes, creció la crítica por los precios de los boletos para los juegos, mucho mayores que los precios normales del futbol nacional, por las características internacionales de la organización del torneo. Para hacerlos más accesibles, los boletos se pusieron a la venta en los bancos desde un año antes, pudiendo ser pagados a plazos. Sin embargo, los precios altos hicieron que una buena parte del público que acudió a los estadios fuera de las clases media y alta, que normalmente asisten menos que los sectores sociales populares. Esto no impidió que éstos se mantuvieran al tanto de los partidos y la eliminación de los equipos, y apoyaran al cuadro nacional.
El 13 de diciembre de 1985, con la asistencia del presidente Miguel de la Madrid, fue inaugurado el Centro Internacional de Prensa (CIP) desde donde se trasmitirían las noticias del mundial a todo el orbe. El CIP fue financiado y construido por el consorcio Televisa, y sería operado en coordinación con el sistema de satélites Morelos, de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), mediante la empresa TeleMéxico.
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Un factor imprevisto vino a complicar la polémica y la organización. El 31 de marzo se desplomó un avión de la Compañía Mexicana de Aviación cuando volaba sobre el estado de Michoacán; todos sus ocupantes murieron. La aeronave hacía el vuelo México-Los Angeles, con escala en Mazatlán. Diferentes supuestos grupos islámicos terroristas afirmaron que el accidente se había debido a un sabotaje y se atribuyeron el hecho, en un contexto internacional de gran tensión por el enfrentamiento de Estados Unidos con Libia. Poco después, el 14 de abril, aviones norteamericanos bombardearon Trípoli, capital de Libia, dañando objetivos militares y la residencia del líder de ese país, Moamar Kaddafi, a quien el gobierno estadounidense consideraba responsable de diversos atentados ocurridos en el año en Berlín Atenas, Roma, Viena y otros lugares. Kaddafi había advertido previamente que habría represalias en un caso similar. Las autoridades norteamericanas consideraron que México podía ser puerta de entrada de terroristas a su territorio, por lo que desde el 16 de abril dejaron de otorgar visas para viajes a ese país. Aunque por experiencias previas en competencias internacionales en otros países ya se había pensado en la posibilidad de acciones terroristas en el mundial de futbol, el desplome del avión trajo a un primer plano esta eventualidad.
Las primeras investigaciones sobre el trágico hecho no arrojaron indicios de que la caída hubiera sido provocada por una bomba, y las organizaciones que se atribuyeron el sabotaje eran, aparentemente, nombres inventados. La hipótesis de los investigadores, comprobada sólo hasta que pasó el mundial, fue que una llanta de la aeronave había estallado en pleno vuelo, haciendo un boquete en el fuselaje. Sin embargo, la amenaza del terrorismo se hizo más intensa, pues en abril y mayo se desató una ola de llamadas telefónicas que anunciaban la presencia de bombas en edificios de oficinas de gobierno, universidades y empresas. Aunque la mayor parte resultaron falsas, la prensa informó sobre dos bombas encontradas, una el 26 de abril a un costado de la embajada de Estados Unidos, que no llegó a estallar, pues a tiempo advirtió de ella un individuo que se identificó como miembro de un Comando Internacionalista Simón Bolívar. Dijo que la bomba había sido colocada como respuesta a la agresión de Estados Unidos a Libia y a Nicaragua. La otra bomba fue encontrada, según la prensa, el 29 de abril en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Una obscura noticia fechada el 29 de mayo en San Antonio, Texas, aseveraba que dos ex militares y una mujer estadounidense habían sido detenidos con 18 bombas destinadas a crear disturbios durante el mundial en México. Después, no se volvió a hablar de este asunto.
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