El secreto oculto en el criptograma

     El secreto oculto en el criptograma

Los pasillos ruidosos parecían un laberinto infernal, donde los gritos resonaban como ecos y cada rincón escondía un nuevo terror. En ellos el miedo se desplegaba, susurros y suspiros en cada esquina del lugar. Pasos apresurados, temblores en el aire, un escalofrío constante, difícil de ignorar. Cada palabra es una resonancia que hiela hasta la muerte. Era ensordecedor.

Tal era el ruido que mis pasos se perdían en los sonidos. Me detuve frente a la puerta…

-Está muerta.

El sonido de las sirenas fueron un ruido de precaución que retumbaba en el ambiente, una sinfonía urgente que despertó la atención.

Pasaron dos semanas desde que se encontró el cadáver que yacía en silencio, como una marioneta sin hilos, sin vida, ni destino. La autopsia no detectó ninguna causa física para su muerte, pero tras estudios de la toxicología encontraron una sustancia llamada ¨ricina¨ la cual impide que las células produzcan las proteínas que necesitan. Pero no se encontraron pistas algunas del asesino. Parecía el crimen perfecto. Me interesé tanto en este caso el cual invadía mis sueños y rondaba por mi mente como un tic-tac del reloj, repitiendo una y otra vez a lo largo del día.

El día parecía un paño gris, donde la luz del sol se escondía tras las nubes, como un suspiro melancólico. La charla de los policías era como un coro de voces, interpretando su melodía única. Ambos conversaban sobre el atroz ataque hacia la profesora de lengua y las extrañas y confusas pistas encontradas en la escena. Así que me dispuse a verlas por mi mismo.

Me escabullí e ingresé al salón de segundo año, donde pude observar que todo seguía igual que la última vez. Los libros abiertos sobre la mesa, la taza de café volcada sobre el escritorio, papeles con escrituras apresuradas, las mesas garabateadas por los alumnos y sillas desordenadas. Como un lienzo caótico, donde los objetos perdidos son una nota discordante en la armonía del aprendizaje. Me acerqué al escritorio para ver en detalle aquellos libros que llamaron mi atención, parecían antiguos, yo creo que los libros son como una caja de pandora, llenos de secretos y misterios, llevándote a explorar territorios desconocidos. No parecían tener sentido, eran símbolos al azar, no les di importancia.

Desvié mi atención, adentrándome en un vasto océano de conocimiento, donde cada sendero te impulsa a descubrir aún más horizontes, generando en mi más incertidumbre que respuestas. Mi concentración se vio interrumpida por un irritante tono que ya conocía.

-Branko, no podes estar acá.- Dijo uno de los policías.

-Me interesa este caso, me gustaría aportar mi gran conocimiento.- Comenté serio.

Ellos no tomaron con seriedad mi propuesta y soltaron unas risas burlonas.

-Quiero ver que lo intentes.

Se retiraron del lugar muy divertidos.

Tome la evidencia como guía para investigar a fondo el significado de estos símbolos al azar encontrados.

Aquellos libros, que resultaron ser la clave para resolver el enigma, en el cual cada letra es una llave y cada palabra es un paso más hacia la solución.

Indague toda la noche, en busca de descifrar aquel enigma codificado. El tiempo como una máquina de coser, que tejió el futuro con los hilos del pasado, el sol se alzó en el horizonte, iluminando el día, ocultando la oscuridad.

Salte de mi escritorio y dije en voz alta para mi

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