El ser humano y la globalización.
jocoroEnsayo13 de Marzo de 2014
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El ser humano y la globalización.
El ser humano debe ser consciente de la inmoralidad que existe en la civilización que crea y en la que vive. Ésta representa un modelo injusto e insostenible, construido sobre el desprecio del ser humano, de la Tierra en la que habita y en la mentira del crecimiento ilimitado, que ignora los límites finitos de la Tierra. Por eso, la salvación del planeta y de la humanidad presente y futura exige la creación de una nueva civilización que esté fundada en la verdadera espiritualidad, de la que surja la moral y la virtud, la prudencia, el cuidado y el respeto por la diversidad, la solidaridad, la justicia, la libertad y que determine los límites.
Es imposible mantener un desarrollo sostenible con este sistema de cosas, pues se deben atender una serie de cuestiones, como a los sectores sociales más carentes y excluidos, la pobreza y las causas del empobrecimiento, el medioambiente, etc., que hoy en día se dejan tristemente de lado. Efectivamente, la inmensa mayoría de conflictos y problemas que hoy asolan al planeta tienen su origen en el criminal Sistema que impera en todo el mundo. El complot contra el mismo ser humano y la degradación del medio en el que vive son efectos de una causa común.
La globalización es el clímax, el éxtasis de ese proceso destructivo e insaciable: un marco legislativo internacional que permite a las grandes empresas imponer su Dictadura por encima de las fronteras físicas y culturales de cada pueblo y/o Estado. Su fin es el control y el lucro a corto plazo. Pero es imposible compatibilizar ese tipo de vida y el respeto por el ser humano y el medio ambiente. Es necesario un cambio del Sistema, es imprescindible vivir espiritualmente para que emerja esa nueva cultura, basada en el ser consciente y en el obrar adecuadamente, pues sólo pueden ser éstas las semillas de la moral y de la virtud. Mientras las personas que habitan en los países industrializados no renuncien a ese ritmo de vida que sacrifica al mismo ser humano y a los recursos naturales propios y de los pueblos más pobres, el futuro seguirá en manos del Poder y sus Estados.
La globalización perpetúa la pobreza en los países subdesarrollados. En vez de ayudar a los países pobres a prosperar y tener más poder, perpetúa su empobrecimiento y marginación. En un mundo que ha cambiado dramáticamente debido al proceso de globalización, los países ricos y poderosos ejercen un dominio macabro determinando la naturaleza y la dirección que debe tener las relaciones humanas, incluyendo las relaciones económicas y comerciales, que son dirigidas por instituciones y leyes que “benefician” a unos pocos y empobrecen a todos.
Toda obra humana debe mirar por el bien de todos, tanto el de uno mismo como el de las demás personas. Por ello, las acciones de las comunidades y de las naciones debe beneficiar al conjunto de la humanidad, a la mayoría de los países y no solamente a unos pocos. Pero el proceso que sigue la globalización lleva al continuo empobrecimiento de los países subdesarrollados y a la dependencia de los países ricos.
El camino contra ese proceso puede ser largo. Sobre todo, porque será muy difícil que las clases medias, aburguesadas y acomodaticias, renuncien a esa idea del bienestar que, en definitiva, identifica felicidad con consumo y despilfarro. Hasta ahora, esas clases medias han creído que eran los triunfadores de toda esta historia. Pero el Poder –que se concreta en el Estado, en el sistema neoliberal y en la globalización- no sólo sacrifica los recursos naturales, las economías y las personas que habitan en los países pobres, sino también la salud y la felicidad de los propios consumidores.
El poder político, militar, económico, sanitario, alimentario, informativo, productivo, tecnológico, científico, educativo… está, cada vez más, concentrándose en unas pocas manos. Adolf Hitler no
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