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En Que Consiste Estudiar


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2013  •  3.585 Palabras (15 Páginas)  •  341 Visitas

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SEGUNDA PARTE

¿EN QUÉ CONSISTE ESTUDIAR?

Para conseguir que los alumnos se comprometan a aprender, hay que convencerlos de la necesidad del estudio y proponerles actividades que, en conexión con el trabajo de clase, les van a servir para organizar su tiempo de estudio.

Cada día se hace más difícil enseñar. Las demandas de la sociedad son más apremiantes; hay que responder a las exigencias de calidad, asegurar la formación básica, preocuparse por el desarrollo de los procesos mentales superiores, integrar la dimensión tecnológica de la cultura actual, diversificar la enseñanza de forma que cada alumno se desarrolle al máximo, etcétera.

En este contexto, los profesores se encuentran paralizados. Saben que es imposible pensar en elevar los estándares sin la colaboración de los alumnos. Y, mientras las exigencias no cesan de crecer, muchos constatan que los alumnos actuales no trabajan con ahínco en su aprendizaje. El estudio no sigue a la enseñanza.

Así, una investigación dirigida por Robert Howe, del Cégep Montmorency, a partir de los resultados del test PERPE, indica que cerca de 76 por ciento de los que responden reconocen que estudian menos de 15 horas semanales; 50 por ciento, menos de 10 horas, y 19 por ciento, menos de 5 horas. Además, de 9 por ciento que dice estudiar 20 horas y más, 67 por ciento pertenece al sector técnico.

Los profesionales de la enseñanza están ahora preocupados por el estudio, al saber que con su solo esfuerzo no sería posible elevar el nivel, apuntar a aprendizajes más complejos.

Se plantean muchos interrogantes. ¿Por qué los alumnos no valoran el estudio que consiste en adquirir nuevas capacidades, en modificar las propias características mediante los conocimientos transmitidos por la enseñanza? Pero, ¿no es lo más importante de la vida adquirir la capacidad necesaria para intervenir en lo que hay de más interés en la propia cultura? ¿Por qué los alumnos prefieren las actividades agotadoras o empleos mal remunerados en vez del estudio? ¿Cómo pueden los profesores educar para el estudio?

Pueden aportarse elementos de respuesta a estos interrogantes explicitando la importancia del estudio, determinando el papel que debe desempeñar el profesor en él y describiendo las diversas actividades que abarca el término estudio.

LA PRÁCTICA PERSONAL DE LOS CONOCIMIENTOS

La enseñanza siempre será una actividad en colaboración. Esto quiere decir que ella nunca podrá sustituir al aprendizaje. La enseñanza no es eficaz por el hecho de ofrecer a los alumnos conocimientos. Estos conocimientos deben ser "asimilados", memorizados, utilizados como material de construcción de la estructura cognoscitiva de los alumnos. La eficacia de la enseñanza depende de la actividad del alumno, ya que la modificación de la estructura cognoscitiva exige un acto de voluntad, esfuerzo y una actividad continua. Las mentalidades o los malos hábitos son más resistentes que cualquier tipo de virus. Para remplazarlos hay que construir unos más apropiados y ejercitados mucho para que remuevan a los anteriores.

La buena enseñanza no es la que reactiva continuamente las capacidades que ya poseen los alumnos y con las que todo es comprensible de inmediato, ni se limita a pedir tareas que puedan ejecutarse sin dificultad. Aprender es siempre superar una dificultad: conseguir pensar y hacer las cosas de forma diferente, obtener mejores resultados. Enseñar es siempre proporcionar conocimientos que ayuden a superar esas dificultades. Pero estos conocimientos deben ser integrados por los alumnos en su propia estructura cognoscitiva.

La relación pedagógica, que pone en conexión a la materia por aprender, al profesor y al alumno, no está completa plenamente mientras el alumno no entre en contacto con la materia personalmente y se la apropie de esa manera. El estudio es una dimensión irrenunciable de la relación pedagógica. Ella debe ser prevista para que se formalice en el momento preciso.

El estudio, entendido sólo como preparación para los exámenes, reduce la actividad que exige el aprendizaje. Uno de los retos de la enseñanza es integrar mejor el estudio en el conjunto de la secuencia de los aprendizajes. Se sabe, en efecto, que las ventajas de las prácticas de estudio superan a las posibles desventajas.

DEBERES FRECUENTEMENTE NEGOCIADOS

En un resumen de las investigaciones sobre los deberes impuestos a los alumnos, Harris Cooper (1989) demuestra que la influencia de los trabajos exigidos fuera del contexto de la clase es tanto más notable a medida que se cambia de nivel. Así, en el elemental, imponer tareas no tiene un efecto directo importante en el rendimiento escolar. Sin embargo, al comienzo de la secundaria, el efecto positivo de las tareas sobre el rendimiento es creciente. Cuanto mayor es la implicación del alumno en una actividad personal, más repercute en su rendimiento.

Los efectos posibles de los trabajos autónomos han sido agrupados por Cooper en positivos y negativos. Esta lista se aplica a toda actividad de estudio sin importar mucho la naturaleza de las tareas catalogadas. Para obtener efectos positivos hay que hacer trabajar a los alumnos fuera del tiempo de clase. Éste es el reto al que tienen que dar respuesta las mujeres y los hombres dedicados a la enseñanza: hacer trabajar a los alumnos. No basta con imponerles una tarea; hay que conseguir que la hagan.

Pero, como lo ha expuesto muy bien Walter Doyle (1979), puesto que el objetivo de una tarea de aprendizaje es demostrar una capacidad de la que carece el alumno antes de emprender dicha tarea, su mandato desencadena un proceso de negociación. El alumno pretende asimilar la tarea a algo que ya sabe hacer, a una actividad que puede llevar a cabo con la capacidad que ya tiene adquirida.

El aprendizaje no se puede producir sin que las acciones se hayan realizado, sin que el estudio se haya hecho. Los alumnos no están necesariamente informados de este principio. Por eso, una buena parte de sus esfuerzos se aplicará a modificar los niveles de ambiguedad y de riesgo de las tareas propuestas.

La dificultad que entonces se presenta a los profesores es conseguir la colaboración de los alumnos sin modificar lo que debe aprenderse y, consecuentemente, las tareas que hay que realizar.

¿Por qué los profesores tienen tan escaso éxito en mantener la colaboración de los alumnos por medio de las tareas que los aprendizajes previstos exigen? ¿Cuáles son los factores que los transforman en perdedores? ¿Qué papel puede desempeñar la concertación? ¿Por qué los alumnos no ven útiles las tareas escolares?

La respuesta a estas cuestiones puede contribuir mucho a mejorar la calidad de las actuaciones de los profesores

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