En algún lugar en el desierto seco y desolado de Sonora hay un naufragio.

En algún lugar en el desierto seco y desolado de Sonora hay un naufragio.

Ciertamente parece un lugar inusual para encontrar los restos de un barco marinero, tan lejos del interior del océano Pacífico; Y sin embargo allí está, su esqueleto ennegrecido y en decadencia medio enterrado en las pálidas arenas. Varado de la tumba acuosa que realmente merece.

Turistas y exploradores vienen a maravillarse y buscar el tesoro abandonado. Todos se preguntan cómo un barco puede haber naufragado en un desierto remoto.

Pero nunca nos preguntan lo que sabemos, los fantasmas que guardan esta nave.

Si lo pidieran, aprenderían su verdadera historia. Recordemos que en 1615, un capitán español navegó a China y secuestro a la encantadora ninfa del agua cuyas mágicas canciones tenían el poder de controlar las aguas. El cruel capitán, atrapado en el Mar de Cortés al este de Baja California, exigió a la ninfa que inundara el río Colorado hacia el interior, para navegar su barco en el desierto y desenterrar el tesoro enterrado en las montañas. Prometió liberarla si hacía esto. Así que ella obedeció.

Pero cuando lo encontraron, él no mantuvo su voto. Reclamo el oro español, sus perlas perfectamente redondas y sus vibrantes rubíes. Los usó para hacer su corona nupcial, y se casó con ella.

Para castigar su traición, la ninfa del agua canto al río inundado con un chillido penetrante, conduciendo de nuevo a su cañón lejano.

El capitán español y sus hombres fueron encallados. Atrapados para siempre en un desierto sin agua, a un mes de la civilización, murieron donde estaban, sedientos y gloriosamente ricos.

Si lo preguntaran, los exploradores de hoy en día sabrían que los vemos salir de su tumba cada noche, navegando a través de las arenas iluminadas por la luz de la luna. Se mueve en silencio y solemnemente, como si estuviera a la deriva en un mar tranquilo, en busca del tesoro perdido hace mucho tiempo. Porque el oro escondido en la montaña llevaba su propia maldición: los que la encuentran están condenados a repetir y revivir sus muertes, todas las noches, por la eternidad.

Si lo preguntaran, entenderían que no lejos de la nave está el diminuto esqueleto de una ninfa acuática, con las manos y el cuello atados en cadenas, con la frente adornada con las más raras perlas. Se han roído sus huesos; Tal vez los marineros la mataron y trataron de comérsela. Y su voz sobrenatural, seca por la sed y la tortura, no pudo convocar una ola final para traer su salvación. Todavía oímos sus lamentos en la noche, resonando tristes y desesperados a través de los cañones.

Pero nunca quieren conocer estas historias. Todo lo que nos preguntan es sobre el tesoro que el barco debe poseer. Así

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