Enrique López Vinuesa "Los muñecos de Enrique"

Relato: Los muñecos de Enrique

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  La historia comienza así. En un pequeño poblado del sudeste cordobés, llamado Bell Ville, llegó por correo, un baúl muy antiguo que había sido enviado por barco desde Italia en el siglo pasado, por familiares de inmigrantes que se habían instalado en esa región argentina.

  El baúl tenía tallado Belle Ville, porque pensaron: “seguramente el nombre está mal escrito, en lugar de Bell Ville debe ser Belle Ville, en español: Bella Villa.

  Cuando ese baúl fue entregado a la familia destinataria, ya era un poco tarde, los destinatarios habían fallecido. Pero sí estaba la familia Vinuesa, conformada por el matrimonio y su hijo Enrique.

  Cuando el pequeño Enrique de tan sólo 5 años vio semejante cofre comenzó a imaginar todo un mundo de fantasía. ¿Habrá un tesoro ahí adentro? Su padre abrió el cofre, quitaron la sábana amarillenta que cubría su contenido. Enrique logró visualizar un muñeco de madera, articulado y de gran tamaño, casi tenía la altura de él, El muñeco fue ubicado por su papá   sobre el escritorio. A Enrique le encantaba pasar horas dibujando ese viejo muñeco, se lo imaginaba con vida, moviéndose como una persona y a su familia le encantaba escuchar las historias detrás de esos dibujos. Todos sabían que Enrique podía percibir los sentimientos de ese muñeco: podía sentir la tristeza del muñeco por su soledad al ser el único muñeco sobre ese escritorio. 

 Enrique comenzó a soñar con el muñeco, pero esta vez era suyo, era un muñeco simple de madera tal como el que tenía su papá, pero en el sueño cobraba vida, jugaba con Enrique y hasta hablaba con él. Cuando despertó al otro día, muy alegre, fue de inmediato a contarle el sueño a su mamá, su madre al ver la felicidad y emoción que el niño traía decidió comprarle madera y diferentes materiales para que así Enrique pudiera construir su propio muñeco. Es así, que empezó a construir otros muñecos de madera, con la ayuda de su papá.   En el fondo del patio tenía una piecita, en la cual pasaba horas y horas diseñando muñecos articulados, los cuales le regalaría a otros chicos y el resto quedará haciéndole compañía al muñeco del escritorio.

  Cuenta la historia, que a Enrique le gustaba pasar su tiempo libre jugando con muñecos y juguetes, que él mismo creaba y eran su única compañía durante toda la tarde. Pasaron los años y Enrique siguió inspirándose en esos muñecos para sus dibujos y pinturas.

  Un día pasando por una casona vieja, donde funcionaba una academia, Enrique decide entrar, quedó deslumbrado con ese mundo de la pintura y la escultura. En su interior una voz le decía que ese era su lugar. Con el tiempo se recibió de Maestro de Dibujo y Pintura.  Enrique nunca quiso alejarse de su ciudad natal, él supo que debía quedarse cuando aquel día, al doblar la esquina, conoció la famosa Academia de Bellas Artes.

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