GUION MI AMIGO FIEL
PAITO236324 de Octubre de 2013
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Pata: No podrán ir nunca a la buena sociedad si no aprenden a meter la cabeza en el agua!
(Aparece el Pinzón, sale por el lateral izquierdo, desperezándose y limpiándose sus alas, que al escuchar la conversación se queda muy curioso observando la escena sin dejar de lavarse.)
Rata: ¡ Que criaturas mas desobedientes!. ¡Merecían ahogarse, verdaderamente!.
Pata : ¡ No lo quiera Dios!. Todo requiere su aprendizaje y nunca es bastante la paciencia de los padres.
Rata: ¡ Ah ! No tengo la menor idea de los sentimientos paternos. No soy padre de familia. Jamás me he casado, ni he pensado nunca en hacerlo. Indudablemente el amor es una buena cosa, a su manera, pero la amistad vale más. Le aseguro que no conozco en el mundo nada más noble o más raro que un a fiel amistad.
Pinzón: (a la rata)Y dígame, se lo ruego: ¿ Qué idea se forma usted de los deberes de un amigo fiel?.
Pata: Si, eso es precisamente lo que quisiera yo saber.(sin dejar de animar a los patitos en su ensayo)
Rata: ¡Que pregunta más tonta pregunta!, ¡Como es natural, entiendo por amigo fiel al que me demuestra fidelidad!
Pajarillo: ¿ Y qué hará usted para corresponder?.
Rata: No le comprendo a usted.
Pinzón: Permítame que le cuente una historia sobre este asunto.
Rata: ¿ Se refiere a mí esa historia?. Si es así, la escuchare gustosa, porque a mi me vuelven loca los cuentos.
Pata: Pues yo les dejo, debo seguir entrenando a mis pequeños en otras habilidades. Hasta pronto…(sale llevándose a los patitos)
Pinzón: Puede aplicarse a usted esa historia. Les invito a un paseo mientras les cuento. (Salen caminando por proscenio y atraviesan por el público). Había una vez un honrado mozo llamado Hans…
Escena II
(Rata, Pinzón: , Hans, Molinero)
(Aparece Hans en su jardín, saludando sus flores, alegre, regándoles agua, etc.)
Rata: ¿ Era un hombre verdaderamente distinguido?.
Pinzón: No. No creo que fuese nada distinguido, excepto por su buen corazón y por su redonda cara morena y afable.
En toda la comarca no había jardín tan hermoso como el suyo. Crecían en el claveles, alhelíes rojos y blancos, capselas, saxífragas, así como rosas de Damasco y rosas amarillas, azafranes lilas y oro. Y según los meses, y por su orden, florecían agavanzos y cardamias, mejoranas y albahacas silvestres, velloritas e iris de Alemania, asfódelos y claveros.
Una flor sustituía a la otra. Por lo cual había allí siempre cosas bonitas a la vista y olores agradables que respirar.
El pequeño Hans tenía muchos amigos, pero el más íntimo era el corpulento y adinerado Hugo, el molinero…
(El Molinero acaba de abrir sus ojos al día, se asoma a su ventana y ve a su amigo Hans laborando en su jardín y lo mira muy complacido. Hans le da los buenos días ).
Hans: Buen día!
Molinero: Usted siempre tan laborioso!.
Hans: Esta es la última temporada de mis flores y vegetales, ya el invierno esta cerca, he de aprovechar mi cosecha.
Molinero: (Saliendo de su casa y entrando al jardín). Es cierto, OHH, pero que extrañas flores, son bellas, y que lechugas tan verdes, me apetece comerlas así frescas, tomare este gran ramo de flores y este suculento manojo de lechugas!. AHH! Los amigos verdaderos lo comparten todo entre si!. Nos vemos!.
Hans: (pensativo para si).Me siento tan orgulloso de tener un amigo que piensa tan noblemente!!...(ve marchar al molinero y continua su trabajo).
Escena III
(Hans, Molinero, Mujer, Hijo )
(Hans es quien marca la acción de la llegada del invierno, se abriga y se dispone a comer un trozo de pan)
Molinero: (en su casa). No esta bien que vaya a ver al pequeño Hans mientras duren las nieves. Cuando las personas pasan apuros hay que dejarlas solas y no atormentarlas con visitas. Esa es, por lo menos, mi opinión sobre la amistad y estoy seguro de que es acertada. Por eso esperare la primavera y entonces iré a verle; podrá darme un gran cesto de velloritas y eso lo alegrara.
Mujer: (sentada muy cómoda junto al fuego). Eres realmente solicito con los demás. Resulta un verdadero placer oírte hablar de la amistad. Estoy segura de que el señor cura no diría sobre ella tan bellas cosas como tu. (Se para y comienza a preparar para servir la mesa )
Hijo: ¿ Y no podríamos invitar al pequeño Hans a venir aquí?. Si el pobre Hans pasa apuros, le daré la mitad de mi sopa y le enseñare mis conejos blancos.
Molinero: ¡ Que bobo eres!, verdaderamente no se para que sirve mandarte a la escuela. No aprendes nada. Si el pequeño Hans viniese aquí, ¡por Dios!, y viera nuestro buen fuego, nuestra excelente cena y nuestra gran barrica de vino tinto, podría sentir envidia. Y la envidia es una cosa terrible que echa a perder los mejores caracteres. Realmente, no podría yo sufrir que el carácter de Hans se echara a perder. Soy su mejor amigo, velare siempre por el y tendré buen cuidado de no exponerle a ninguna tentación. Además, si Hans viniese aquí, podría pedirme que le diese un poco de harina fiada, lo cual me es imposible. La harina es una cosa y la amistad otra, y no deben confundirse. Esas dos palabras se escriben de modo diferente y significan cosas muy distintas, como todo el mundo sabe.
Mujer: ¡ Que bien hablas!.(Le sirve cerveza). Me siento verdaderamente como adormecida, lo mismo que en la iglesia.
Molinero: Muchos obran bien; pero pocos saben hablar bien, lo cual prueba que hablar es, con mucho, la cosa más difícil, así como la más hermosa de las dos.(mira de forma inquisitiva al hijo haciéndolo sentir vergüenza, el hijo baja la cabeza y empieza a llorar).
Escena IV
(Rata, Pinzón: , Molinero, Mujer, Hans)
Pinzón: ¡Era tan joven que bien puede disculpársele!.
Rata: ¿Ese es el final de la historia?.
Pinzón: Nada de eso. Ese es el comienzo.
Rata: Entonces esta usted muy atrasado en relación a su tiempo. Hoy día todo buen cuentista empieza por el final, prosigue por el comienzo y termina por la mitad. Es el nuevo estilo. Así lo he oído de labios de un critico que paseaba alrededor del estanque con un joven. Trataba el asunto magistralmente, estoy segura de que tenia razón, porque llevaba unas gafas azules y era calvo; y cuando el joven le hacia alguna observación, contestaba siempre: ‘Pschs!’; pero continúe usted su historia, se lo ruego. Me agrada mucho el molinero. Yo también llevo en mi toda clase de bellos sentimientos; por eso existe una gran simpatía entre el y yo.
Pinzón: ¡Bien!. En cuanto paso el invierno y las velloritas empezaron a abrir sus estrellas amarillas pálidas y…
SEGUNDO ACTO
Escena I
(Mujer, Molinero, Hans)
Molinero: Mujer, voy a visitar al pequeño Hans.
Mujer: ¡Ah, que buen corazón tienes!. Piensas siempre en los demás. No te olvides de llevar el cesto grande para traer las flores.
Molinero: Buenos días, pequeño Hans.
Hans: Buenos días. (Apoyándose en su azadón y sonriendo con toda su boca).
Molinero: ¿Cómo has pasado el invierno?.
Hans: ¡Bien, bien!. Muchas gracias por tu interés. He pasado mis malos ratos pero ahora ha vuelto la primavera y me siento casi feliz… Además, mis flores van muy bien.
Molinero: Hemos hablado con mucha frecuencia de ti este invierno, Hans, preguntándonos que seria de ti.
Hans: ¡Que amable eres!. Temí que me hubieras olvidado.
Molinero: Hans, me sorprende oírte hablar de ese modo. La amistad no olvida nunca. Eso tiene de admirable, aunque me temo que no comprendas la poesía de la amistad… Y entre paréntesis, ¡que bellas están tus velloritas!.
Hans: Si, verdaderamente están muy bellas, es para mi una suerte tener tantas. Voy a llevarlas al mercado, donde las venderé a la hija del burgomaestre y con ese dinero comprare otra vez mi carretilla.
Molinero: ¿Qué compraras otra vez tu carretilla? ¿Quieres decir entonces que la has vendido? ¡Es un acto bien necio!
Hans: Con toda seguridad; pero el hecho es que me vi obligado a ello. Como sabes, el invierno es una estación mala para mi, no tenia dinero alguno para comprar pan. Así es que vendí primero los botones de plata de mi traje de los domingos, luego vendí mi cadena de plata, y después, mi flauta. Por ultimo vendí mi carretilla. Pero ahora voy a rescatarlo todo.
Molinero: Hans, te daré mi carretilla. No esta en muy buen estado. Uno de los lados se ha roto y están torcidos los radios de la rueda, pero a pesar de esto te la daré. Se que es una gran generosidad en mi, y a mucha gente le parecerá una locura que me desprenda de ella, pero yo no soy como el resto del mundo. Creo que la generosidad es la esencia de la amistad, y, además, me he comprado una carretilla nueva. Si, puedes estar tranquilo… Te daré mi carretilla.
Hans: Gracias. Eres muy generoso. Puedo arreglarla fácilmente porque tengo una tabla en mi casa.
Molinero: ¡Una tabla!. ¡Muy bien! Eso es precisamente lo que necesito para la techumbre de mi granero. Tiene una gran brecha, y se mojara todo el trigo si no la tapo. ¡Que oportuno has estado! Realmente es de notar que una buena acción engendra siempre otra. Te he dado mi carretilla y ahora tú vas a darme tu tabla. Claro que la carretilla vale
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