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Enviado por   •  24 de Septiembre de 2015  •  Informes  •  1.442 Palabras (6 Páginas)  •  81 Visitas

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ESFERAS DORADAS

Primera escena: Exterior de la Catedral al atardecer.

Estaba oscureciendo y Augusto se sentía agotado después de un largo dìa buscando trabajo. Su caminata y largas entrevistas, lo habían dejado exhausto; buscaba un lugar para sentarse y poder recuperar fuerzas. En las gradas de una catedral, encontrò ese anhelado lugar para descansar. Se recostó sobre la dura puerta de madera, suspirando para recuperar el aliento y el ánimo. De pronto sintió abrirse la puerta de la Catedral y cayó con todo su peso…

Segunda escena: Interior de la Catedral al atardecer

 Augusto se incorporó, se limpió la suciedad y empezó a caminar dentro del ambiente.  Pensó, diciendo: -Ya que estoy aquí, veré si Dios puede solucionar mis conflictos-

Se sentó en una de las bancas de la Catedral y empezó a meditar. Había sido un dìa largo y difícil, se encontraba muy conflictuado, las deudas, el llevar el sustento a su hogar, las obligaciones diarias, lo tenían triste y frustrado; nada había salido bien.  

Estaba en medio de sus pensamientos, cuando escuchó una voz: -Te puedo ayudar, hijo mío-

Levantó la cabeza y frente a él estaba un sacerdote. –No sé si puede usted hacer algo, pero me siento muy

cansado… Estoy muy desesperado, tengo muchas deudas, estoy sin trabajo y mi esposa amenazó con abandonarme si esto no cambia- ¡Es una situación muy difícil y no sé qué más hacer!-

-¿Crees en los milagros?- le preguntó el sacerdote.

-No sé, ya me es difícil creer en algo- respondió Augusto.

-Espera aquí- le dijo el sacerdote y salió. Volvió pronto trayendo una cajita, se acercó abriendo la tapa. Dentro había cuatro esferas doradas… Le dijo: -Estas esferas tienen un poder milagroso, responden a tus deseos, pero tienes que pedir con mucho cuidado…Confiaré en ti…- Le entregó la cajita con las esferas y se fue… Augusto quedó pensativo, y con muchas preguntas. Tomó las esferas y salió de la catedral…

Tercera escena: Exterior puerta de la catedral al atardecer.

En la puerta de la catedral… Sacó una de las esferas, la agarró con fuerza, la miró como si fuera su última oportunidad y pidió con vehemencia: -¡Quiero tener cien mil dólares!-

No había terminado la frase… De pronto se detuvo un vehículo con vidrios raybanizados. Abriendo la ventanilla el conductor, le llamó haciéndole una seña.

 -Hombre- le dijo.

-¿Quieres ganarte cien mil dólares?-

-¡Claro que sí!- Respondió Augusto sin pensarlo…

-Sube- Le dijo el conductor. Era un hombre fornido con gafas oscuras y rostro duro.

- Tienes que ayudarme a entregar estos paquetes- le dijo, señalando una pequeñas bolsas negras.

 –Al lado está la maleta con el dinero de tu paga, sólo cumple con mis instrucciones- Ordenó.

–Llevarás el vehículo hasta ésta dirección, (le entregó un papel). Dejarás el auto, los paquetes, agarrarás la maleta y te irás-

El hombre detuvo el vehículo, miró fijamente a Augusto, salió del vehículo y se fue apresuradamente.  Augusto quedó asustado, sus ideas no se ordenaban, leyó el papel, examinó todo y se dirigió a la dirección. Era una calle solitaria, buscó el número de la casa, avanzando lentamente, estaba concentrado en esto, cuando de pronto escuchó un grito y un disparo; quiso retornar, huir, de pronto sintió en su cabeza un arma fría y escuchó una voz, ordenándole… -¡Baja del auto o te mueres! ¡Arrodíllate! ¿Dónde están los paquetes y el dinero?-

Augusto, temblando de miedo, señalo las bolsas. El arma no se separaba de su cabeza, sentía que iba a morir… Metió su mano en uno de sus bolsillos donde se encontraban las tres esferas que le quedaban, apretó fuertemente una de ellas, cerrando los ojos gritó: -¡Dios si estás aquí!  ¡Ayúdame!-…

Cuarta escena: Exterior, puerta de la catedral al atardecer.

Augusto se mantenía de rodillas, abrió lentamente los ojos… Para su sorpresa se encontraba nuevamente en la puerta de la catedral, estaba confundido; no sabía lo que acababa de pasar, no entendía sí era real o no, buscó sus bolsillos y encontrò las últimas dos esferas.

Se tranquilizó tratando de comprender lo que le había sucedido, agarró una de las últimas esferas y cerrando los ojos se dijo:

-Esta vez tengo que pensar bien lo que voy a pedir-

-A ver piensa bien Augusto… Quiero un buen trabajo, que sea liviano y cómodo, que gane buen dinero y que sea en un lugar hermoso-

Abrió los ojos y… De pronto se detuvo un auto lujoso conducido por una mujer muy hermosa, le pidió que se acercara. Augusto desconfiando, pensando en lo que le había sucedido la anterior vez, se acercó lentamente al vehículo…

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