Historia De La Lengua
elynemer10 de Octubre de 2011
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INTRODUCCIÓN
El idioma español se extiende hoy por todo el planeta; es la segunda lengua más importante del mundo y la tercera más hablada, con 400 millones de hablantes nativos. El castellano, tal como hoy lo conocemos es fruto de un proceso de decantación de más de un milenio, a lo largo del cual las diversas lenguas de los habitantes de la Península Ibérica se fueron modificando por influencia de los invasores romanos, godos y árabes. Hacia el final del siglo XV, con la unión de los reinos de Castilla y Aragón, que extendieron su dominio sobre la mayor parte de la península, la lengua de Castilla -el castellano- se fue imponiendo sobre otros idiomas y dialectos y cruzó el Atlántico a lomos de los descubridores, conquistadores y misioneros.
Por lo que intentaremos realizar un breve recorrido acerca de su conformación en América, haciendo hincapié, en el español de Argentina.
El eje que se podrá dimensionar en el análisis de cada caso, serán las variables sociolingüísticas que han incidido en sus respectivas conformaciones; precisamente, es la misma fragmentación que realizamos de nuestro objeto de estudio lo que desde un principio pauta este carácter complejo.
EL ESPAÑOL EN AMÉRICA
Cuando Colón llegó a América en 1492, el idioma español ya se encontraba consolidado en la Península, puesto que durante los siglos XIV y XV se produjeron hechos históricos e idiomáticos que contribuyeron a que el dialecto castellano fraguara de manera más sólida y rápida que los otros dialectos románicos que se hablaban en España, como el aragonés o el leonés, además de la normalización ortográfica y de la aparición de la Gramática de Nebrija.
Sin embargo, esto no implicó un trasvasamiento de las normas lingüísticas desde España hacia las metrópolis, ya que hubo muchos factores que intervinieron en el camino diversificando el idioma que, hasta nuestros días admite muchas variaciones.
Un primer factor tiene que ver con la procedencia de los colonizadores quienes se constituyeron en portadores del idioma “gente de abigarrada procedencia y desigual cultura”.
Un segundo elemento, muy importante fue la preeminencia de los habitantes indígenas, quienes, o bien aprendieron la lengua española, modificándola en mayor o menor grado según los hábitos de la pronunciación nativa, o conservaron sus idiomas originarios, con progresiva infiltración de hispanismos.
Además, la constante afluencia de emigrados introdujo diversas innovaciones, interviniendo, así, en la explicación de los particularismos, característica que llevó a diferentes autores a conceptuar la noción de americanismo.
Este término está ligado a una visión eurocéntrica hispano-castellana. El nacimiento de las voces así rotuladas se remonta a los días en que las necesidades de comunicación de los conquistadores españoles los llevaron a adoptar unidades léxicas pertenecientes a las lenguas de un continente adánico y edénico, que hacían referencia a realidades inexistentes en España y, por lo mismo, sin nominar en lengua castellana. Pasando el tiempo, y a medida de que se consolidaba la colonización, la lengua de los extranjeros experimentaría procesos de modificación interna para dar lugar a nuevas palabras.
Entonces, estudiar el español de América sólo será posible si se detalla la procedencia regional de los conquistadores y primeros colonos de cada país, su relación con los indios, el desarrollo del mestizaje, las inmigraciones posteriores y la acción de la cultura y de la administración del periodo colonial y del siglo XIX.
El Andalucismo
Desde el siglo XVIII, el andalucismo era evidente en el español de América dado el predominio de andaluces en la época de la Conquista y la Colonización. Muchos denominadores comunes del español de América, como el yeísmo, el seseo, y el uso de ustedes en vez de vosotros, coinciden con los principales dialectos de Andalucía.
Los andaluces y los castellanos constituyeron el grueso de la primera inmigración y continuaron dominando los asentamientos españoles durante la mayor parte del periodo colonial. Puesto que el andaluz es fundamentalmente una variación del castellano, la naturaleza “andaluzo-castellano” del español de América es una consecuencia inevitable. Así, los andaluces constituyeron una fuerza demográfica arrolladora; ya que los contactos entre los puertos andaluces e hispanoamericanos y las zonas costeras adyacentes fueron intensos, y prevalecieron sobre cualquier otro influjo lingüístico o cultural de España.
En Hispanoamérica, entonces, los rasgos fonéticos andaluces se concentran en las zonas costeras que rodean los puertos principales; estas zonas abarcan las costas caribeñas, así como la costa oeste de Sudamérica y, en menor medida, el Río de la Plata. Los rasgos en cuestión suponen una severa reducción de las consonantes finales de sílaba, en especial /s/, /r/, /d/, frecuentemente unida a la velarización de /n/ final de palabra.
Además, se admiten como rasgos andaluces: el seseo; el yeísmo; la aspiración de la -s implosiva; la neutralización de /l/ /r/ implosivas (Caribe y costas del Pacífico); en zonas similares, pronunciación de la "j" como [h] aspirada; y la aspiración, en el ambiente rústico de la /h/ procedente de /f/ latina.
Por otra parte se produce una tendencia a la desaparición de vosotros, el uso de ustedes con doble valor de tratamiento; tanto de confianza como de respeto.
Las lenguas indígenas y su influencia
Las relaciones históricas y lingüísticas entre el español y los idiomas aborígenes de América responden a las más diversas modalidades que puede presentarse en el contacto de lenguas o en los conflictos de lenguas y de cultura.
Existen fenómenos y problemas de superstrato, influjo de la lengua dominante sobre la dominada; en nuestro caso penetración de hispanismos en el nahua, en el zapoteco, en quechua, en el guaraní, etc. Hay hechos y problemas de adstrato, es decir, mutua influencia entre lenguas coexistentes, ya por bilingüismo en determinado territorio, ya por vecindad de las áreas respectivas; entran aquí desde el simple trasvase de elementos fonéticos, morfo sintácticos o léxicos de una lengua a otra, hasta la formación de lenguas híbridas. Se dan por último, manifestaciones y problemas de sustrato, influjo de una lengua eliminada sobre la lengua eliminadora, mediante supervivencia de caracteres y hábitos que actúan de manera soterránea, a veces en estados latentes durante siglos. En todos los casos se trata de hechos de transculturación
Es muy discutido el posible influjo de las lenguas indígenas en la pronunciación del español de América
Básicamente pueden reconocerse cinco zonas de influencia indígenas:
• Mexicana: que comprende México y América Central bajo la influencia de la familia náhuatl.
• Antillana: con las Antillas, Venezuela y la parte atlántica de Colombia, con la influencia de la lenguas Caribe y Arahuaca.
• Cordillerana: que comprende la zona de Colombia que da al Pacífico, Ecuador, Perú, Bolivia y norte de Chile, bajo la influencia del quechua
• Chilena que comprende el centro y el sur de Chile con la influencia del araucano.
• Rioplatense: abarcando Argentina, Uruguay y Paraguay, bajo la influencia del guaraní.
Las influencias de éstas, pueden observarse en algunos de los niveles de análisis lingüístico.
En la morfología salvo en zonas bilingües, escasean en el español de América los retos indígenas. Indudablemente lo es el sufijo –eca, -eco de azteca, yucateco, guatemalteco, que procede del nahua /-écatl/ y cuya capacidad de formar gentilicios no rebasa los límites de México y el Norte de América Central. En Arequipa (Perú) y en el noroeste, el morfema posesivo quechua /-i/ se pospone a vocablos españoles en casos de fuerte valor expresivo, como los vocativos viday, viditay, “mi vida”, “mi vidita”, agüelay “mi abuela”. El sufijo diminutivo /-la/, quechua también, es el origen del –la, -l- de vidala, vidalita, usadas en las mismas regiones de las sierras argentinas; en la ecuatoriana, /-la/ ha pasado a /-za/ (mi guaguasa “mi guaguita, mi niña”). En la lengua mixta que se habla en el Paraguay se aplican a elementos léxicos españoles morfemas guaraníes /-í/ (patron-í, “patroncito”), el signo de plural /-kuera/ (vinieron sus amigoskuera), el de realidad pretérita /-kué/ (su noviakué “la que fue su novia, su ex novia), /ce/ como posesivo de primera persona (ch`amigo, che Dios “amigo mío Dios mío”). Tanto en praguay como en corrientes y misiones se usa la particula interrogativa guaraní pa (esa Isabel ¿le conoce pa? “¿ conoce a esa Isabel?”). En Ecuador, Peru y Bolivia el verbo se coloca por influencia quechua al final de la frase (¿y tu lo recomienda al Luis? – Si señor, hombre bueno es); “el alma de taita amo grande creo que está penando... – Arrastrando cadena parece”. Mayor difusión han logrado interjecciones como achachay ( Ecuador y Colombia), achalay ( noroeste argentino), de valor ponderativo y origen quechua.
Sin embargo, la contribución más importante y segura de las lenguas indígenas están en el léxico. Los españoles encontraron aspectos desconocidos de la naturaleza, que les ofrecía plantas y animales extraños a Europa, poniéndose así en contacto con las costumbres indias. A veces aplicaron términos como níspero, plátano,
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