Historia inventada de Ares

Hubo una vez hace muchos siglos que Ares se enamoró y no era el que es ahora excepto por algunos aspectos, si, era el dios de la guerra pero no del mal sentido era un dios aquel que uno rezaba para que lo ayudara en sus futuras peleas y lo dejara ileso, era el que peleaba por la paz no por la destrucción, muchos humanos lo admiraban y hasta algunos dioses, su padre Zeus alcanzo a sentir orgullo por él y viniendo él, no pasaba muy seguido.

Ares a pesar de ser codiciado no se acercaba a nadie, ya que decía que amar a una persona era una vulnerabilidad y la oportunidad de ser débil en frente de alguien y era algo que él no iba a aceptar de ningún modo.

Tiempo después cerca de un campo de guerra, había una ganadera que vivía no muy lejos de allá, era una mujer muy hermosa, inteligente, compasiva y generosa que se alegraba con solo cuidar a sus ovejas y cantar. Un día, al medio día una de sus ovejas al estar caminando entre las colinas se desvió a otro camino y apenas dejo a las otras a salvo se fue en busca de ella. Al pasar las horas la encontró en encima debajo del único árbol que se situaba en aquel planicie y unas cuantas flores. Ella estaba muy cansada así que junto a su oveja decidió descansar un rato allí.

Al pasar media hora, dos nubes de tierra se veían a lo lejos, cuando ya fue todo más claro se podía ver con mucha claridad que una guerra se avecinaba hacia la joven que aún no despertaba.

Cada parte de acercaba más y más a la joven con su ovejita y aun no se daban cuenta de ello, Ares que observaba la guerra a lo lejos no estaba poniendo tanta atención a todo, de vez en cuando miraba de reojo a las dos partes hasta que su mirada se detuvo en algo en extraño o mejor en alguien, rápidamente se paró y se fijó bien en que era y lo único que alcanzaba a ver era una oveja y alguien más pero no lo podía detallar muy bien. Así que a toda velocidad fue a aquel lugar y vio a una mujer recostada en la roca que yacía con un poco de tierra, Ares de deslumbro que estando en aquel situación se viera muy hermosa y cuando menos se dio cuenta se quedó observándola, hasta que escucho gritos de guerra se dio cuenta de su alrededor y la saco junto a su ovejita de aquel lugar. La llevo a una cabaña que era de él, cuándo no iba al Olimpo, la joven fue despertando poco a poco pero con un fuerte susto al no saber dónde estaba, Ares al notarlo se acercó y le explico lo sucedido ella se lo agradeció profundamente y le pregunto su nombre pero el solo le respondió “Tu salvador”, a lo que ella solo asintió no tan confiada de su respuesta, luego él le pregunto su nombre a lo que con una parecida repuesta a la que él le dijo “ La pastora a la que salvaste” a lo que él le respondió con una sonrisa, negando con la cabeza.

Pasaron los días y se conocieron mejor excepto por sus nombres, hablaban, reían, caminaban por el bosque, etc., Un día al caminar encontraron una

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