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Importancia De La Exprecion En El Desarrollo Profecional


Enviado por   •  20 de Junio de 2013  •  918 Palabras (4 Páginas)  •  340 Visitas

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INTRODUCCION

Un axioma muy conocido sobre la comunicación personal dice que “No se puede no comunicar”, ya que aunque usted no diga nada de palabra, su cuerpo permanece emitiendo un gran caudal de Información.

Una buena comunicación se compone de las dosis adecuadas de lenguaje verbal y no verbal. Ninguno de ellos es más importante que el otro en el marco de la comunicación personal. Ambos se complementan y se refuerzan.

Comunicarse no es sólo decir lo que quieres decir, sino también obtener la respuesta adecuada al ámbito donde se desarrolla tu comunicación. Por ejemplo, el vendedor no solo ha de informar al cliente de sus productos, sino que además ha de procurar convencerle de que se los compre. Ese es su cometido en cuanto a la comunicación profesional.

Al comunicar es muy importante el estado de ánimo con el que se habla. Un ánimo abierto, predispuesto y positivo mejora las interacciones.

La mayoría nos comunicamos bien pero escuchamos mal. Para comunicarse hay que aprender antes a escuchar y observar con atención.

Hay que dirigirse al sentimiento de las personas, más que a la razón. Las “razones” del corazón las entiende la mayoría de la gente. En cambio, las opiniones y la lógica difieren para cada uno según sus propios intereses.

DESARROLLO

El profesional actual debe ser un buen representante de la empresa o la institución donde trabaja, y ello también incluye los actos públicos y sociales, donde las habilidades expresivas son quizá más deseables que las directivas. A los profesionales de cierto rango se les presentan cada vez más ocasiones para tomar la palabra en público, y no todos saben hacerlo con la eficacia deseable.

Tomar la palabra ante varias personas no debería suponer ningún problema para un ejecutivo o un alto funcionario debidamente cualificado, y, sin embargo, este hecho causa a veces nerviosismo y hasta palpitaciones a bastantes profesionales, que quizá se encuentran más seguros en sus despachos o relacionados con sus colaboradores más allegados que ante un grupo de desconocidos, por no decir ante los medios de comunicación.

Es la falta de preparación lo que causa este temor; y es que hasta hace poco hablar en público ha sido considerado más como un don especial, unas dotes singulares que sólo dominan unos pocos privilegiados, en lugar de una habilidad que se aprende.

La mayoría cae en el error de pensar que hablar en público carece de normas, estructuras o secuencia de pasos a seguir, y piensan más bien que es algo así como una suerte de improvisación, o que depende de las circunstancias y el carisma de la persona. Pero muchas veces ese carisma y soltura tan envidiable que observamos en los buenos oradores (parlamentarios, abogados, líderes sociales o empresariales) proviene precisamente de un riguroso entrenamiento

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