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LAS GUERRAS CARLISTAS


Enviado por   •  18 de Abril de 2014  •  Ensayos  •  5.178 Palabras (21 Páginas)  •  284 Visitas

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LAS GUERRAS CARLISTAS: La muerte del Rey Fernando VII sin hijos varones, trajo a España grandes problemas sucesorios que se unieron a los problemas de inestabilidad política. La existencia de única descendencia femenina, Isabel, impulsó al rey a derogar la Ley Sálica, establecida en España en 1705, que impedía a las mujeres el acceso al trono. Su hermano Carlos María Isidro, hasta entonces su heredero, se refugió en Portugal y se negó a reconocer a su sobrina como heredera. A la muerte del rey en 1833, se proclamó reina a Isabel II, que era menor de edad, bajo la regencia de su madre María Cristina. Casi inmediatamente los partidarios del príncipe Carlos se sublevaron en varias provincias españolas dando lugar a la Primera Guerra Carlista. Pero esta guerra no era solamente dinástica sino que entroncaba con las profundas diferencias ideológicas entre absolutistas y liberales. Así la sublevación carlista no sólo tenía por objeto el acceso al trono de Carlos María Isidro, sino también defender la monarquía tradicional frente a la creciente influencia de los liberales. El apoyo de los liberales a Isabel II era un intento de evitar la subida al trono de un rey aún más reaccionario que Fernando VII.Otros aspectos a tomar en consideración eran el religioso y el formalista. El triunfo de las tesis liberales suponía la pérdida de poder de la Iglesia y el establecimiento de un régimen político homogéneo que chocaba con los privilegios organizativos de determinadas partes de España (los fueros). Por eso la insurrección carlista triunfó en las zonas de España donde mayor era la influencia del clero y de los privilegios forales existentes o perdidos tras la Guerra de Sucesión Española (1700-1714).El Carlismo era fuerte en Galicia, Navarra, las provincias vascas (salvo las capitales de las provincias, de tendencias liberales), algunas regiones de la antigua Corona de Aragón, como Cataluña y parte del propio Aragón y, ocasionalmente, en algunas zonas de Castilla y León. La guerra se desarrolló en tres fases. La primera, que abarca entre 1833 y 1835, fue una fase en la que los carlistas llevaron la iniciativa de la mano del brillante general Zumalacárregui. Sin embargo en este periodo comenzaron a producirse discrepancias en ambos bandos. Los Carlistas empezaron a dividirse entre pactistas e intransigentes y los Isabelinos, a su vez, entre moderados y radicales. Estas diferencias dentro de los dos bandos produjeron un estancamiento de la situación de la guerra. Los carlistas eran incapaces de extender la rebelión fuera de sus zonas y los isabelinos no podían sofocar la rebelión. En gran parte, el fracaso carlista se debió a la muerte de Zumalacárregui durante el sitio de Bilbao en 1835.La tercera fase abarca de 1837 a 1840. En ella se produce un recrudecimiento de la influencia carlista en Aragón y Cataluña de la mano del general Cabrera, otro brillante militar. La guerra parecía no tener fin, pero dentro de cada bando comenzaron a tener preponderancia los elementos pactistas y moderados que lograron llegar a un acuerdo en el que se hacían mutuas concesiones, reconociendo los fueron sin perjuicio de la unidad constitucional. Con el denominado "Abrazo de Vergara" entre el General en Jefe carlista, Maroto, y el General liberal Espartero, se puso fin a la guerra en el norte pero la misma continuó en Cataluña hasta la definitiva derrota de Cabrera. La causa de la continuación de la insurrección carlista en Cataluña era el sentimiento de traición por el abrazo de Vergara, que consumaba el mantenimiento de los fueros en las provincias que aún los tenían, mientras las provincias que reclamaban su restablecimiento habían sido olvidadas. El incumplimiento de las promesas liberales condujo a otras dos guerras carlistas. La segunda, de escasa importancia y duración, en la década de los 40 y la tercera, entre 1872 y 1876, que supuso el ocaso del Carlismo como fuerza organizada.

LAS GUERRAS MIGUELISTAS:Las Guerras Liberales, también conocidas como Guerra Civil Portuguesa, Guerra de los dos Hermanos, o Guerra Miguelina, fue una guerra entre los liberales constitucionalistas y los absolutistas en Portugal sobre la sucesión real, que duraron desde 1828 hasta 1834. En ella se vieron envueltos no sólo los portugueses sino también, ingleses, franceses,españoles y la Iglesia Católica.

Raíces del conflicto: La muerte del rey Juan VI en 1826 creó una disputa sobre la sucesión real. El heredero con mejor derecho era Pedro I de Brasil, que fue coronado brevemente como rey de Portugal. El problema radicaba en que ni los portugueses ni los brasileños querían una unión personal de ambos reinos. Consecuentemente, Pedro I abdicó en su hija María da Glória, una niña de siete años, con la condición de que cuando cumpliera la edad necesaria se casase con su tío Miguel I de Portugal. En abril de 1826, como parte del acuerdo de sucesión, Pedro revisó la constitución de 1822, y volvió a Brasil dejando en el trono a María y a su hermano Miguel como regente.

Nueva constitución: En la carta constitucional portuguesa, Pedro intentó reconciliar a los absolutistas y los liberales, permitiendo que ambas facciones tuvieran puestos en el gobierno. Al contrario de la Constitución de 1822, este nuevo documento establecía cuatro poderes del Estado. El legislativo se dividió en dos cámaras, el senado, elegido por el rey entre las clases nobles y la cámara baja, compuesta por diputados elegidos por voto indirecto en asambleas locales por un periodo de 4 años de legislatura. Las asambleas locales eran elegidas por sufragio censitario masculino. El poder judicial era ejercido por los tribunales y el ejecutivo por los ministros del gobierno. El rey ejercería un poder moderador, con un poder de veto absoluto sobre cualquier ley.

Descontento: El partido absolutista de los terratenientes y la Iglesia Católica, sin embargo, no estuvieron satisfechos con este compromiso y siguieron viendo a Miguel como el sucesor legítimo del trono, basándose en que era portugués mientras que Pedro era brasileño. Se alarmaron por las reformas liberales que se habían iniciado en España por los revolucionarios franceses (reformas que la aristocracia feudal portuguesa detestaba) y participaron en la restauración del absolutismo de Fernando VII en España (1823), que erradicó todas las innovaciones napoleónicas. En febrero de 1828 Miguel retornó a Portugal para jurar la constitución y ejercer la regencia. Inmediatamente fue nombrado rey por sus seguidores, que le presionaron para volver al sistema absolutista. Un mes después de su llegada disolvió la Cámara de los Diputados y la Cámara Alta y en mayo convocó las cortes tradicionales estamentales, con la nobleza, el clero y los hombres libres, para proclamar su acceso al poder absoluto. Las cortes de 1823 cumplieron con la voluntad de Miguel, coronándolo

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