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La Migracion


Enviado por   •  10 de Septiembre de 2014  •  981 Palabras (4 Páginas)  •  207 Visitas

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La migración, una aventura incierta.

Dos jóvenes iniciaron un proyecto de vida, lejos de su gente, de su cultura, de su vida, su país.

Lejos, muy lejos de su querido Perú. Dejando atrás recuerdos, amores profundos, uno, su hijo. Patricia vivía una vida acomodada en Lima, pero por su inmadurez desaprovechó las oportunidades que su padre y la vida le daban. Tenía prisa por vivir, demasiada, para sus pocos años. Fruto de esto nació Mateo. John, su novio de toda la vida y padre del pequeño no podía sostenerlos, el trabajo escaseaba, el dinero no abundaba, las oportunidades escasas y su pequeña familia se venía abajo.

John era de familia numerosa y de menos recursos. La vida no le dio las oportunidades que hubiese querido, pero con un poco de esfuerzo logró capacitarse en la carpintería metálica, manejando bien el hierro y la soldadura.

Decidieron migrar a otro país, a España, a una tierra lejana, sin su pequeño Mateo, el dejarlo en Lima abrió una herida muy grande en sus corazones. Con pocos recursos llegaron como turistas a un pequeño pueblo de la costa mediterránea. Patricia, no tenía mucha preparación, pero consiguió trabajo como moza en un bar cafetería llamado “Ibiza”, le sirvió mucho su presencia y simpatía para lograr el puesto de trabajo. El sueldo no era mucho, apenas ochocientos euros al mes, el dueño aprovechándose de que no tenía documentación en regla le pagó como inmigrante.

Largas eran las horas de trabajo, sobretodo la semana que le tocaba trabajar de tarde, digo tarde por decir, ya que la jornada acababa después de que el último parroquiano con varias copas de alcohol se retiraba del lugar. La tarea no terminaba ahí, había que ordenar, limpiar, recargar los frigoríficos y al final hacer el arqueo de caja. Después de haberse roto la espalda por tanto trabajo, con las justas, llegaba al pequeño cuarto alquilado. Con las pocas fuerzas que le quedaban se daba un remojón en la bañera, tomaba un poco de leche y una hogaza de pan sin nada, era lo único que había, el sueldo no alcanzaba. Con lo que enviaba a su país para su pequeño les quedaba poco y John dormía acompañado del ruido de la tv encendida, pues no conseguía trabajo.

Sin documentos en regla, en un país extraño, con miedo de ser deportados, no hablaban con nadie, el dinero poco a poco se les iba acabando. Dejaron el cuarto, sin dinero, tuvieron que dormir en el hotel de las bancas del parque, sólo les quedaba eso. Su situación no era buena y las enfermedades justo llegan cuando uno menos tiene.

Ángel, era cliente habitual del “Ibiza”, su vida había dado un tremendo giro, hacía un año atrás su esposa había muerto y regresar a casa después de la jornada laboral se le hacía difícil, intentaba matar las horas tomando un café, leyendo el periódico, jugando una partida de póker o simplemente conversar con los amigos de toda la vida. No tenía amistad con Patricia, sus conversaciones se limitaban a: un café por favor, ¿me sirves una copa de whisky? Y pedir la cuenta.

Ese

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