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La Novela Regionalista


Enviado por   •  11 de Junio de 2014  •  7.212 Palabras (29 Páginas)  •  1.802 Visitas

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LA NOVELA REGIONALISTA

1.1 La novela regionalista: concepciones y conceptos.

El Regionalismo inicia en las primeras décadas del S.XX. Este representa una toma de conciencia de lo que se vivía en la Revolución Mexicana. Los escritores emplearon en la literatura el Regionalismo por la necesidad de conocer y valorar las culturas aborígenes y un afán de integración racial, en la que su temática central es la relación hombre-naturaleza.

Para entender más ampliamente este periodo tenemos que ubicar que fechas comprende la primera y la segunda guerra mundial, porque se dio la crisis económica de 1929 en Latinoamérica, con la intervención de EEUU que repercute en la novela del hombre americano.

Durante la primera mitad del siglo XX, el rasgo unificador de la narrativa hispanoamericana es su carácter realista. La novela regional nace con el propósito de informar los problemas que aquejan a cada nación latinoamericana en particular. (Las formas sociales, el latifundismo económico, el ascenso de las clases proletarias, las posibilidades de la industrialización y la marginalidad de grandes sectores humanos postergados)

La novela regionalista fue un modelo de creación que ligaba la imaginación a concretos referentes físicos, con los cuales tenía que coincidir para ser válida, donde el espacio geográfico constituye el centro del espacio narrado.

El gran padre del regionalismo es Horacio de Quiroga con el criollismo. Se puede definir al criollismo como el movimiento que centra su atención en el nacionalismo de las artes y la literatura de los países hispanohablantes y por lo tanto olvida las tradiciones de Europa. En las tres primeras décadas del siglo XX se presentan estas características, entre las que se destacan: el manejo de la lengua y el conocimiento de los regionalismos en el vocabulario, el uso de diálogos fieles a los hablantes de cada región, conocimiento de la psicología de los habitantes de esos lugares dándoles en ocasiones, presentaciones exageradas o idealizaciones irreales.

Las características de su obra: retorno del hombre a sus orígenes, desprecio por la civilización, condena a la sociedad. Es el primero en hallar en los vastos espacios abiertos y exóticos que aún quedaban por conquistar en América una resonancia que trasciende lo que era, en principio, regional (ó sea local); es decir, tuvo una intuición del gran drama americano como algo distinto del europeo, cuya naturaleza había sido ya domesticada a lo largo de los siglos.

Cuando la novela regional surgió, el nombre más corriente con el que se le designaba era el de “novela de la tierra” para subrayar su oposición a la de ambiente urbano.

La novela regionalista no solo nos describe realidades desconocidas pese a ser propias, sino normas de conducta que configuran una moral para la acción que se suponía era el código de nuestro estar en el mundo. El regionalismo afirma un etnocentrismo que es la culminación de toda una serie de cavilaciones sobre el modo de ser del hombre americano, condicionado por su medio o en rivalidad con él.

La novela regional cumplió un papel importante: fue la estructura fundacional sobre la que se desarrollaría nuestra novela contemporánea y dio nueva dignidad y trascendencia al género.

1.2. Características de la novela regionalista:

Dos son las notas específicas de la novela de este periodo:

a) la importancia de la naturaleza: la selva amazónica (La Vorágine, de José Eustasio Rivera); la llanura venezolana (Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos) o la pampa argentina (Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes). Se trata, en todos los casos de una naturaleza imponente, desaforada, a la que están sometidas las vidas de los hombres.

b) la voluntad de reflejar conflictos políticos y sociales: la revolución mexicana (Los de abajo, de Mariano Azuela) o la marginación de la población indígena (Raza de Bronce, de Alcides Arguedas; El mundo es ancho y ajeno; de Ciro Alegría; o Huasipungo; de Jorge Icaza).

1.3. Las tres grandes expresiones de la novela regional son:

-La Vorágine de José Eustasio Rivera, cuyas características son la protesta social y la caracterización psicológica .La vorágine (1924) es la epopeya del mundo tropical americano y es, al mismo tiempo, un documento social, una especie de testamento vedado de la bancarrota del sentimentalismo burgués ante la realidad violenta del Nuevo Mundo. La breve existencia de José Eustasio Rivera (Colombia, 1888-Estados Unidos de América, 1928) es rica en aventuras. Vida y obra se alían, la selva y su horror, sus efectos anonadantes, su dominio de pesadilla y alucinación. Como en el caso de muchos grandes escritores de la América hispana, una muerte temprana frustró una obra que la madurez pudo darnos, y ésta quedó reducida a sólo un libro de sonetos, Tierra de promisión, y esta célebre novela.

- “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes, que habla de la tierra natal, del hombre y la naturaleza. La novela está narrada en forma autobiográfica y en episodios que se ajustan a la estructura del viaje. Este viaje es una búsqueda y un destino y como la mayoría de las novelas de viaje, también un aprendizaje: Ya que el protagonista, Fabio, se vuelve hombre al superar distintos obstáculos y pruebas. Fabio se convierte de gaucho a gaucho.

- “Doña Bárbara” de Rómulo Gallego, en la que trata el caudillismo y el latifundio. Doña Bárbara representa aquella Venezuela cruel, insensible por la corrupción, traición, despotismo, falta de libertad, latifundismo e injusticia y brujería; pero en el melodrama se muestra que en la realidad existía también una raza buena que ama, sufre y espera para luchar contra la dictadura desenfrenada de aquel entonces, gente representada por Santos Luzardo.

Es una novela realista, hay en ella una observación profunda del mundo, una marcada descripción de una realidad, su intención va más allá de lo literario. Persigue un fin social, un cambio en la sociedad, la obra muestra la clásica y casi compulsiva obsesión de Rómulo Gallegos por incidir en la realidad venezolana bárbara e insensata del siglo XIX mediante un proyecto civilizador que plantee, en primera instancia, un impulso educativo abrasador, proyectado por una sociedad o un hombre intelectual cuya meta es concienciar al bárbaro, luego de la negativa inicial que la única manera de progreso es el cumplimiento de la ley y que existen mecanismos colectivos de bien común que van más allá de simples personalismos e instintos

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