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La Señora Hulda


Enviado por   •  6 de Mayo de 2017  •  Tareas  •  1.641 Palabras (7 Páginas)  •  298 Visitas

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GUÍA DE COMPRENSIÓN LECTORA

Lea con atención el texto que sigue y desarrolle en su cuaderno las actividades propuestas

La Señora Hulda

Una viuda tenía dos hijas, de las cuales una era bonita y trabajadora, y la otra, fea y floja. Sin embargo, la viuda prefería a la fea y floja, porque era su hija legítima; la otra tenía que hacer todas las faenas domésticas; era la Cenicienta de aquella casa. La pobre muchacha debía sentarse todos los días cerca de un pozo, en la calle principal, e hilar tanto, que le sangraban los dedos. Ocurrió una vez que la devanadera estaba manchada de sangre. Entonces se inclinó con ella hacia el pozo y quiso lavarla. Pero la devanadera se le escapó de las manos y cayó dentro del pozo. Lloró, corrió hacia su madrastra y le contó su desgracia. La mujer la retó duramente y fue tan desalmada como para decirle:

—Así como dejaste caer la devanadera, así también sácala.

La muchacha volvió entonces al pozo y, en su angustia, sin saber lo que hacía, se arrojó al interior para ir a buscar la devanadera. Perdió el conocimiento, y cuando volvió en sí, se hallaba en un hermoso prado: brillaba el sol y había millares de flores. Caminó por el prado y llegó a un horno, que estaba lleno de pan. Y el pan le dijo:

—Sácame, sácame, si no me quemo, hace rato que estoy cocido.

Entonces ella tomó la pala y sacó todo el pan. Luego siguió andando y llegó a un árbol, que estaba cargado de manzanas, y una voz le gritó:

—Ay, sacúdenos: nosotras las manzanas estamos ya todas maduras.

Ella remeció el árbol, de tal modo que las manzanas cayeron como si llovieran; lo remeció hasta que no quedó ninguna manzana en las ramas. Cuando las hubo colocado todas formando un montón, prosiguió su camino.

Finalmente llegó a una pequeña casa, desde donde se asomaba una anciana. Como tenía unos dientes muy largos, a la joven le dio miedo, y quiso huir. Pero la anciana la llamó:

—¿De qué te asustas, querida niña? Quédate conmigo. Si aceptas realizar todo el trabajo de la casa, te irá bien; sólo debes preocuparte de hacer mi cama con todo cuidado y sacudirla bien, de tal manera que vuelen las plumas, pues entonces nieva en la tierra: yo soy la señora Hulda.

Como la anciana le habló tan amablemente, la joven aceptó y se puso a su servicio. Hacía todo a  satisfacción de su ama, le sacudía siempre la cama con tal energía, que las plumas volaban como copos de nieve; en retribución, recibía un buen trato, ninguna mala palabra y todos los días sopas y asados.

Había pasado un buen tiempo con la señora Hulda cuando se puso triste. Al principio no sabía ella misma lo que le faltaba. Por fin comprendió que tenía nostalgia, y aunque allí se hallaba mil veces mejor que en su casa, sintió el deseo de volver. Finalmente le dijo a la anciana:

—Añoro mi casa, y si bien aquí abajo me va tan bien, no puedo quedarme más tiempo, debo volver a los míos.

La señora Hulda le dijo:

—Me parece bien que sientas nostalgia por tu casa, y puesto que me has servido con tanta fidelidad, te llevaré de nuevo arriba.

La tomó de la mano y la condujo ante una gran puerta. La puerta se abrió y sobre la muchacha cayó una enorme lluvia de oro, con la que quedó prácticamente cubierta.

—Todo eso es para ti, porque fuiste trabajadora —dijo la señora Hulda, y le devolvió la devanadera que a la muchacha se le había caído al pozo.

En seguida la puerta se cerró, y la muchacha se encontró de nuevo arriba, en su mundo, no muy lejos de su casa materna. Cuando entró al patio, la vio el gallo desde el pozo, y gritó:

Quiquiriquí,

nuestra doncella de oro está de nuevo aquí.

La joven entró donde estaba su madre, y como llegó cubierta de oro fue muy bien recibida por ella y por su hermana.

La muchacha refirió todo cuanto le había ocurrido. La madre, cuando oyó de qué manera había logrado esa enorme riqueza, quiso que la otra hija, la fea y floja, tuviera la misma suerte. Así, ésta tuvo que sentarse delante del pozo e hilar, y para que la devanadera se ensangrentara se pinchó los dedos en las zarzas. Luego arrojó la devanadera en el pozo y saltó detrás. Llegó, como la otra, al hermoso prado, y siguió por el mismo sendero. Cuando ella se acercaba al horno, gritó de nuevo el pan:

—Ay, sácame, sácame, que me quemo: hace rato que estoy cocido.

Pero la floja le replicó:

—No pienso ensuciarme; quédate ahí hasta que te pongas negro.

Y pasó de largo.

Luego llegó hasta donde estaba el manzano, que gritó:

—Ay, remécenos, remécenos; nosotras las manzanas ya estamos maduras.

Pero ella contestó:

—Me podría caer alguna en la cabeza.

Y siguió su camino.

Cuando llegó a la casa de la señora Hulda no se asustó, porque ya había oído de sus grandes dientes, y entró inmediatamente a su servicio. El primer día se esforzó muchísimo, trabajó aplicadamente y cumplió todas las órdenes de la señora Hulda, pensando en la gran cantidad de oro que ella le concedería; pero al segundo día ya empezó a flojear, y al tercero más aún, tanto, que no se quiso levantar en la mañana. Tampoco le hizo la cama a la señora Hulda, como era su obligación, y no la sacudió para que las plumas volaran. Esto cansó muy pronto a la señora Hulda, quien no quiso seguir teniéndola a su servicio. Tal actitud satisfizo a la floja, que pensó que ahora llegaría la lluvia de oro. La señora Hulda la condujo también hacia la puerta, pero, cuando la floja estuvo debajo del dintel, le fue vaciada, en vez de oro, una olla llena de alquitrán.

—Esto es en pago de tus servicios —le dijo la señora Hulda, y cerró la puerta.

La floja volvió a su hogar completamente cubierta de alquitrán, y el gallo en el pozo, cuando la vio, cantó:

Quiquiriquí,

nuestra sucia doncella está de nuevo aquí.

El alquitrán se le quedó pegado y no se lo pudo sacar durante el resto de su vida.

I. Verdadero o falso: Comprensión de lectura 

  1. ____  La viuda no trataba a sus hijas parejamente, pues tenía preferencia por una de ellas.
  2. ____  La viuda prefería a la hija fea y floja, a pesar de no ser ésta su hija legítima.
  3. ____  La hija bonita y trabajadora se llamaba Cenicienta.
  4. ____  La devanadera era un instrumento usado para hilar.
  5. ____  La protagonista se cortó los dedos en señal de protesta; por eso la devanadera se manchó de sangre.
  6. ____  La señora Hulda era una bruja caprichosa que solo favorecía a quienes le caían bien.
  7. ____  Cuando la cama de la señora Hulda era sacudida, sus plumas se transformaban en copos de nieve.
  8. ____  En pago a sus buenos servicios, la protagonista recibía una vez a la semana sopas y asados.
  9. ____  La protagonista deseó abandonar la casa de la señora Hulda porque echaba de menos su hogar.
  10. ____  Para ensangrentar la devanadera, la hija fea y floja trabajó duramente hasta provocarse heridas en las manos.
  11. ____  La madre y la hija fea recibieron bien a la hija bonita, pues finalmente reconocieron sus valiosas cualidades.
  12. ____  Al final, la aventura en el mundo de la señora Hulda resultó ser sólo un sueño de la protagonista.
  13. ____  El mensaje de esta historia podría ser este: “Bueno o malo, cada quien cosecha lo que siembra”.
  14. ____  Según el cuento, para obtener recompensas se necesita ambición.
  15. ____  El cuento contiene detalles fantásticos que difícilmente podrían ocurrir en nuestra realidad.

II. Selección múltiple: Comprensión de lectura 

1. De las siguientes afirmaciones, es falso que:

  1. La viuda no trataba igual a sus dos hijas.
  2. Una de las hermanas no era hija legítima.
  3. La señora Hulda favorecía a las jóvenes hermosas
  4. La señora Hulda recompensaba el trabajo bien hecho.
  5. El pozo era la vía de acceso hacia un mundo mágico.

2. Otro título adecuado para el cuento podría ser:

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